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Inversión

Guía para aprovechar los estímulos fiscales que impulsarán el PIB y a las Bolsas

La inversión pública a medio plazo en EE UU y la zona euro refuerza el atractivo de las apuestas por la energía verde y lo digital

GettyImages

Esta vez ha sido muy diferente. La austeridad ha sido desterrada completamente de la respuesta dada por las economías desarrolladas a la crisis por la pandemia del coronavirus. A diferencia de la crisis anterior iniciada en 2008, los mercados financieros tampoco han ejercido presión alguna sobre la enorme emisión de deuda soberana necesaria para afrontar un gasto público disparado y unas arcas públicas muy mermadas. Los bancos centrales han dado sin cesar a la manivela de crear dinero y han garantizado un coste de financiación barato con el que sufragar un volumen de gasto fiscal nunca visto. Ambos apoyos, el fiscal y el monetario, han servido además para alimentar las ganancias bursátiles y van a seguir favoreciendo la toma de riesgo y el hallazgo de claras oportunidades de inversión con miras a largo plazo.

La primera fase de los estímulos fiscales fue la de emergencia. Y en 2021 llega el momento de los estímulos dirigidos a la reconstrucción en el medio plazo, con el diseño de planes de permitan encarar los grandes desafíos del futuro, el cambio climático y la digitalización.

Estados Unidos va en cabeza de forma indiscutible. Su respuesta inicial a la crisis ha sido la más contundente entre las economías desarrolladas, con un impulso fiscal equivalente al 25% de su PIB. Un gasto en menos de un año, casi de una tacada, que se ha traducido en ayudas directas a empresas y familias, con cheques que han sumado los 2.000 dólares por ciudadano desde que comenzó la crisis.

Primero fueron 2,2 billones de dólares en marzo de 2020, a los que se sumaron otros 900.000 millones de ayuda de emergencia en diciembre y que han culminado con los 1,9 billones de dólares propuestos por Joe Biden en el inicio de su mandato, un gasto aprobado en marzo. En definitiva, 5 billones de dólares, a los que van a sumarse alrededor de 4 billones de dólares más, ya con un horizonte de gasto para la próxima década.

Biden ha anunciado un plan de infraestructuras e impulso de las energías limpias por 2,3 billones de dólares y otro de apoyo a las familias por 1,8 billones más dirigido a mejorar la educación, la salud y a favorecer la conciliación. Ahora queda una dura negociación política ya que la financiación de semejante gasto va en paralelo a un alza de impuestos de sociedades del 21% al 28% y de mayor tributación para las rentas más altas y las ganancias del capital.

Biden plantea estímulos por 4 billones de dólares con los que competir con China y que ampliarán la brecha de crecimiento con Europa

El presidente de EE UU ha puesto sobre la mesa, entre lo ya aprobado y lo previsto para los próximos años, un paquete fiscal por 6 billones de dólares con el que aspira a competir con China por el liderazgo de la economía mundial. El alza del PIB estadounidense este año ya va a ser fulgurante y podría llegar al 7%, según estiman Bank of America o Pimco. Solo quedaría superado por China entre las grandes economías.

En la zona euro, el rebote será más suave y la recuperación más lenta, reflejo de un impulso fiscal mucho más modesto. Los países del euro dieron una primera respuesta a la crisis de forma individual pero fueron capaces de un acuerdo histórico para crear un fondo de reconstrucción dotado con 750.000 millones de euros y financiado por primera vez de forma conjunta, a través de las emisiones de deuda que realizará la Comisión Europea.

La previsión es que eche a andar en julio y prolongue el desembolso de dinero a los países del club hasta 2026. Cada país ha elaborado proyectos que deben recibir el visto bueno de Bruselas y con los que deberá demostrar un uso eficiente de los recursos. Mientras tanto, según prevé el BCE, la zona euro no habrá recuperado el nivel de PIB previo a la pandemia hasta al menos el segundo trimestre de 2022 y EE UU lo lograría ya a mitad de este año. La ampliación de la brecha de crecimiento respecto a Europa promete ser otra secuela más de una crisis de dimensiones inagotables.

Más potencial bursátil para Europa pero menos crecimiento

La ingente inyección de ayudas públicas va a suponer un catalizador para las economías de Estados Unidos y de la Unión Europea. Y también para sus mercados bursátiles. Las empresas que estén mejor posicionadas en producción de energías renovables, en rehabilitación de edificios, o en fomento de la digitalización, acabarán aupadas por la marea de dinero que va a salir de Washington y Bruselas.

Para el equipo de analistas del banco estadounidense Goldman Sachs, la Bolsa europea está especialmente bien posicionada para aprovechar estos dos vientos de cola. De un lado, recuerdan que la recuperación de los mercados estadounidenses ha sido mucho más rápida, y que la renta variable del Viejo Continente aún tiene recorrido. “Este retraso se explica en parte porque Estados Unidos empezó antes con las vacunaciones masivas, pero ahora Europa está recortando el terreno”, recuerdan.

También apuntan a que la composición de las Bolsas europeas está más volcada hacia sectores cíclicos, como la industria o la construcción, que se verán especialmente beneficiados de la fuerte recuperación económica que se espera para el segundo semestre.

Álvaro Cabeza, jefe en España y Portugal de UBS Asset Management, comparte esta opinión. “En el pasado hemos visto que después de una crisis, cuando hay un punto de inflexión del crecimiento económico mundial, la renta variable europea ha tendido a registrar un crecimiento de los beneficios superior a la estadounidense debido a su orientación más cíclica”. Desde la gestora apuestan especialmente por la banca europea y la renta variable italiana.

Otra de las ventajas que tendrían las acciones europeas respecto a las estadounidenses es su valoración, a pesar de que se espere un menor crecimiento económico este año para Europa frente a Estados Unidos. Si se analizan los precios con su evolución histórica, la Bolsa europea puede parecer que está cara. Sin embargo, la política continuada de bajos tipos de interés obliga a darle mayor peso a las previsiones de beneficios futuros. Al comparar la Bolsa estadounidense con la europea se percibe que esta última cotiza con un importante descuento.

El equipo de análisis de Goldman Sachs también recuerda que el mercado de acciones de Europa no se corresponde con la economía de la región. La gran mayoría de cotizadas están muy internacionalizadas y sus ventas están mejorando con fuerza con la progresiva normalización del comercio internacional y la promesa de la reactivación del turismo y los vuelos. De hecho, entre las compañías del índice Stoxx 600 las ventas en Estados Unidos pesan casi el 20% y las ventas en Asia son un 19%. En cambio, las ventas dentro de Europa han pasado de representar el 58% del total en 2007 a caer al 43%. Las firmas europeas cada vez son más globales.

La gran incógnita es cuánto puede pesar en los índices europeos la carencia de grandes gigantes tecnológicos. En la última década ha sido un importante lastre bursátil y también económico, ante lo que el plan Next Generation UE prevé una gran inversión en digitalización.

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