El mundo pos-covid necesita un consenso de prioridades
La innovación tecnológica ha traído avances, pero también desigualdades a las que se debe prestar atención
Con la aparición de la pandemia nuestra sociedad ha experimentado una especie de explosión de sentido, donde nuestro estilo de vida anterior ha quedado en el pasado, mientras que, poco a poco, en el presente se han ido estableciendo nuevas normas de convivencia. Las mascarillas quirúrgicas que solo se veían en los hospitales o en el dentista se han convertido, junto al gel hidroalcohólico, en objetos del día a día. Sin embargo, con la luz que se ha encendido al final del túnel, gracias a las esperanzadoras noticias sobre las vacunas, ha llegado el momento de planificar el mundo pos-Covid.
En ello se centró la mesa redonda La sociedad pos-Covid, organizada en el marco de Demos 2020. Foro de Fundaciones y Sociedad Civil, que durará hasta el día 3 de diciembre, en la que se ha debatido sobre los cambios y desafíos que se plantean en comparación con la vida antes de la llegada de la pandemia.
Según la mayoría de los expertos, la expansión de la enfermedad ha impulsado tendencias que se vivían anteriormente. En este sentido, Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, añadió que “ha acentuado lo que antes era importante y lo ha convertido en urgente”. De este modo, uno de los ejes del debate se centró en torno a la digitalización, “lo digital está aquí para quedarse y será clave para la reconstrucción económica”, subrayó Artigas. Además de brechas ya existentes que se han visibilizado, se ha puesto sobre la mesa el deber de continuar el progreso en igualdad de género, sostenibilidad y, en particular dentro de España, orientar a paliar la desigualdad territorial. Aparte de problemas conocidos, han aparecido nuevos retos dentro del campo tecnológico, como cuestiones relacionadas con la competencia de los usuarios, la seguridad o el derecho. Así como “se amplía el parámetro digital, se amplía el parámetro de riesgo”, sentenció la secretaria de Estado.
Más allá de las ventajas que ha ofrecido la tecnología, los expertos señalaron que apenas se ha hecho referencia a sus defectos. José María Lasalle, ex secretario de Estado de Cultura y doctor en Derecho, y el catedrático de Filosofía Daniel Innerarity coincidieron en el deber de repensar ideas básicas que giran en torno a la sociedad de datos, donde se pasan por alto importantes claves sociales y, a veces, quedan excluidos grupos desfavorecidos. Es decir, mientras se ha debatido extensamente sobre temas como la privacidad de los datos y cómo la tecnología favorece a la economía, se han olvidado las vulnerabilidades que ha creado el progreso tecnológico. Por ejemplo, en relación con la desigualdad: la escuela física actualmente permite una educación universal, mientras que la virtual no. Del mismo modo, la innovación tecnológica, que ha potenciado la conectividad y nuevas formas de comunicación también ha empezado a demandar un nuevo lenguaje, tal y como la televisión ha adoptado nuevos formatos de narrativa, las clases online no pueden reducirse a las mismas clases grabadas con una webcam.
Todo esto llevó a los ponentes a concluir que las profesiones a las que se dedicarán las generaciones futuras aún no existen. En cuanto al tipo de trabajo que se demandará en el futuro, se inclinaron hacia uno práctico, creativo y donde el factor humano sea clave dentro de la labor mecánica de la inteligencia artificial.
Pensar a largo plazo
Por otro lado, el investigador en genética y biología celular Miguel Pita remarcó que la aparición de la pandemia no ha sido tan imprevista, “otra cosa es que no hayamos actuado en consecuencia”, y en esta línea añadió que la superpoblación, la globalización y el descuido de los ecosistemas serán factores de riesgo. El contexto actual dista de otros momentos similares de la historia en que ahora hay más información y, por lo tanto, más preparación. Pita llamó a pensar a largo plazo, ya que hay otro peligro que acecha a la vuelta de la esquina: “La especie humana es buena para afrontar problemas urgentes, pero no importantes como es el cambio climático”. Para este tipo de necesidades, Artigas señaló que es clave canalizar los esfuerzos en una misma dirección y solucionar los problemas priorizándolos con un claro consenso ciudadano.