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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Invertir durante las elecciones EEUU: buscando las pistas claves

El peor resultado a corto plazo para los inversores sería una impugnación del resultado electoral por parte de cualquiera de los dos candidatos

AFP

Resulta inútil tratar de predecir el resultado de unas elecciones en EE UU. En este momento, sobra con decir que existe una creciente convicción tanto en las encuestas como entre los inversores de que Biden tiene una ventaja lo suficientemente grande como para asegurarse una victoria.

En mi opinión, el peor resultado a corto plazo para los inversores sería que asistiésemos al primer resultado electoral impugnado desde el año 2000, cuando la Corte Suprema falló a favor de George W. Bush. Antes de eso, habría que retroceder hasta las elecciones de Hayes / Tilden de 1876. A medida que las encuestas van mejorando para Biden, el riesgo de este escenario va disminuyendo, aunque la volatilidad seguirá siendo elevada al menos hasta que el resultado sea claro. A corto plazo, es difícil posicionar las carteras para las elecciones, pero analizar las consecuencias a más largo plazo es fundamental. Las áreas clave a considerar son la política económica, la regulación y la política exterior (en particular, el comercio internacional). El factor más importante será si asistiremos a un barrido azul: un escenario en el que los demócratas ganan la presidencia, la Cámara y el Senado, y que haría posible un cambio radical.

Y es que las repercusiones comerciales de una victoria de Biden no son tan claras como se podría pensar ya que la política estadounidense hacia China, en particular con respecto a la propiedad intelectual y la situación en el Mar de China Meridional, se endureció antes de la legislatura de Trump. Por ello, esperamos que la prima de riesgo político relacionada con las tensiones comerciales mundiales persista con independencia del resultado de las elecciones. De hecho, si EE UU consigue evitar que China acceda a la propiedad intelectual que necesita para cerrar la brecha económica entre este país y el mundo occidental, el crecimiento potencial del PIB en China se ralentizará y tendrá un efecto dominó en toda la región a largo plazo.

A pesar de ello, anticipamos varias diferencias clave. En primer lugar, bajo la administración de Biden es probable que la política exterior se lleve a cabo entre bastidores y sea menos pública y menos errática. Esto reduce el riesgo general sobre el comercial mundial al que nos acostumbramos en 2019 y, como resultado, se reduciría la volatilidad del mercado. Este enfoque más relajado se hará sentir en la política exterior de Estados Unidos y el riesgo de una reacción exagerada o un paso en falso en las relaciones con China será menor, por lo que cabe esperar un buen comportamiento de la renta variable china y en la región en general.

También es probable que un Gobierno de Biden construya una relación más estrecha con la Unión Europea haciendo que Estados Unidos y Europa trabajen más estrechamente, particularmente en torno a los asuntos de Rusia y Oriente Medio, aunque es poco probable que se tomen medidas concretas. Lo que sí es probable es que el Reino Unido reciba menos ayuda de una administración demócrata en Estados Unidos mientras afronta las consecuencias del Brexit. Además, la política de inmigración de EE UU bajo Biden se prevé menos restrictiva, lo que sería positivo para el crecimiento del PIB de EE UU a largo plazo.

La segunda diferencia clave que traería la presidencia de Biden tiene que ver con la regulación sobre tecnología, medio ambiente y atención médica. Los tres son temas centrales del ala izquierda del partido democrático y se debatieron acaloradamente en los debates de las primarias a principios de este año. Lo más probable es que, en realidad, una administración de Biden logre mucho menos en estos ámbitos de lo que se propuso; de hecho, ya hemos visto algunos cambios en las intenciones políticas durante los debates electorales.

Por otro lado, la economía seguirá en un estado frágil hasta que se recupere de la recesión de este año, lo que hará que sea un momento difícil para matar a las gallinas de los huevos de oro en la economía estadounidense. Es probable que cualquier cambio importante se se enfrente a resistencia legal, por lo que estamos prevenidos y no creemos en un cambio radical. Aún con ello, un gobierno de Biden tendría un tono diferente después de la agresiva desregulación de Trump y, en particular, habrámargen para subir los impuestos a las grandes tecnológicas sin ahogar el dominio de Estados Unidos en esta industria. En cualquier caso, por ahora mantenemos nuestro interés en aquellos sectores de mayor calidad, incluido el tecnológico, ya que es poco probable que cambie sustancialmente la posición oligopólica de la que disfrutan muchas de estas grandes empresas, por lo que el crecimiento de EE UU posiblemente liderará al resto del mundo occidental.

Finalmente, hay que hablar de la política monetaria y fiscal. Creo que los temores de algunos inversores en torno a un enfoque más radical en la regulación bancaria, incluso la posibilidad de que Elizabeth Warren acceda a la presidencia de la Fed, son infundados. Probablemente, la política monetaria continuará en la misma dirección establecida por Yellen y Powell y no creo que el paquete fiscal que se está negociando logre el acuerdo requerido entre partidos antes de las elecciones, por lo que seguirá siendo tema de debate gane quien gane. Si vemos un barrido azul, podemos esperar que ese paquete sea más grande, más redistributivo y, en última instancia, tenga un impacto más inflacionario. Y es que la combinación de la revisión del marco de la Fed con un paquete de estímulo fiscal de tinte azul podría ser la mejor oportunidad de que la inflación regrese a la economía estadounidense después de décadas, lo que tendría profundas consecuencias para los inversores: curvas de rendimiento más pronunciadas, tasas de interés potencialmente más altas y mejores perspectivas para los activos cíclicos. Sin embargo, esto es de cara al futuro. Por ahora, el mundo sigue luchando contra el impacto deflacionario del shock de demanda provocado por la pandemia, pero si llegase un entorno más inflacionario en el medio plazo el efecto sobre las carteras de los inversores sería dramático. 

Talib Sheikh es Responsable de estrategia del área de Multiactivos de Jupiter AM

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