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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Puede la psicología ayudar a explicar esta crisis económica?

La incertidumbre está generando miedos y afectando a la confianza de los consumidores: el pánico provoca una espiral de pánico

Paseo marítimo de Palma (Mallorca), este domingo a las 23 horas.
Paseo marítimo de Palma (Mallorca), este domingo a las 23 horas.efe

La economía conductual o del comportamiento analiza cómo influyen los factores psicológicos o sociales en la determinación de nuestras decisiones económicas y conductas sociales. Trata de integrar la psicología humana en el modelo del homo oeconomicus, al proponer una imagen menos racional de los agentes económicos, distanciándose así de uno de los supuestos fundamentales de la economía clásica.

Según la teoría económica tradicional, las personas, guiadas por nuestro interés personal, nos comportamos siempre con criterios lógicos y racionales. Ante cualquier situación de decisión optamos por seleccionar una alternativa que produzca los resultados más favorables para nosotros y evite los más desfavorables, aunque en la mayoría de ocasiones intervienen otros factores.

Contrariamente a los modelos clásicos, diversos expertos se han esforzado en demostrar las limitaciones de la racionalidad de las personas. En periodos de incertidumbre, las decisiones económicas están muy alejadas de dicha racionalidad. Las personas no siempre deciden lo que es mejor para ellas, sino que a menudo sus emociones les conducen a tomar decisiones poco racionales y que no les favorecen. Son los factores emocionales (alegría, tristeza, miedo…) que todas las personas experimentamos los que influyen en nuestro comportamiento y representan un rol importante en la toma de decisiones en materia económica. Existen factores que actúan en el proceso de la toma de decisiones individuales, como son: los valores, la personalidad, la propensión al riesgo, las dudas, etc.

Es famosa la frase de Albert Camus: “Adquirimos la costumbre de vivir antes que la de pensar”. El filósofo se refiere al hábito de tomar decisiones precipitadas guiándonos por las emociones en lugar de tomarnos un tiempo para analizar cuál es la mejor respuesta posible.

Al confrontar el modelo neoclásico y sus limitaciones con la observación del mundo real no hay que olvidar las aportaciones de John Maynard Keynes cuando, en los años treinta del siglo pasado, señaló que “el modelo neoclásico no explica fenómenos reales”. Introduce en su libro de 1936 Teoría general del empleo, el interés y el dinero la expresión animal spirits (espíritus animales) para referirse a la relación existente entre el comportamiento humano, así como el componente emocional de este, y la economía.

Consideraba que, en entornos de incertidumbre, bastantes actividades económicas se rigen por motivos “no racionales”, intuitivos o pasiones. En concreto, se refiere a la existencia de un factor psicológico del ser humano que, a través de acciones de alto componente emocional, provocan variaciones en la economía. Según él, las expectativas debieran ser incluidas en los modelos económicos.

Si los orígenes de la economía conductual se deben a Gabriel Tarde por su obra La Psichologie Economique (1902), fue sobre todo con George Katona y los premios Nobel de economía D. Kahneman y R. Thaler, entre otros (decenio de los sesenta y setenta del siglo pasado) cuando se produce el desarrollo de la economía conductual. Criticaron a Adam Smith y a otros economistas por no considerar al ser humano como un ser social, y por no incluir la interacción personal como característica fundamental de las explicaciones del comportamiento económico.

Destacaron el valor de las variables psicológicas (actitudes y expectativas) y la importancia del entorno en el comportamiento económico. No son las condiciones económicas objetivas, sino la percepción que de estas tienen las personas, las que influyen en sus comportamientos económicos.

En este contexto, Katona refuta el supuesto de la economía clásica que supone que consumimos en función de nuestras disponibilidades económicas. En su opinión, el nivel de gastos depende de las expectativas de futuro. Por ejemplo, en el caso de la pandemia del Covid-19 las personas están consumiendo mucho menos a pesar de que el dinero depositado en los bancos está aumentando.

La pandemia ha provocado un aumento sin precedentes de la incertidumbre, lo que explica, según el Banco de España, que los hogares congelen el consumo y ahorren más debido a motivos de precaución por miedo a un empeoramiento futuro de la economía y, en particular, la posibilidad de perder el empleo. En la UE, la propensión al ahorro de los hogares ha alcanzado niveles excepcionales. Así, en nuestro país, los depósitos de los hogares se situaron en el mes de julio en más de 892.000 millones, un incremento de más de 700 millones con relación al mes anterior que representa un incremento interanual de más del 7%. Ello reducirá el consumo privado actual y el PIB. Según el consejero delegado de Santander, José A. Álvarez, existe un excedente enorme porque “hay miedo”.

Por otra parte, la economía clásica ha considerado que la cantidad demandada de un producto dependerá fundamentalmente, entre otros factores, de su precio, es decir, a menor precio mayor demanda y a mayor precio menor demanda. Sin embargo, Katona se contrapone a esta visión, ya que considera que por mucho que se le apliquen descuentos lo que determina la compra del mismo, al menos en situaciones de incertidumbre, son las emociones de los consumidores. La psicología humana cuenta, y mucho, en cómo se mueven los mercados y, sobre todo, en cómo funciona la economía.

La incertidumbre está generando miedos y está afectando a la confianza de los consumidores. De esta manera, el optimismo atrae optimismo, la confianza crea más confianza, mientras que el pánico provoca una espiral de pánico. En concreto, el Índice de Confianza de los Consumidores de septiembre se sitúa en 49,5 puntos, 35 puntos por debajo del dato de febrero. De este modo, como los que no tienen dinero no consumen y los que lo poseen tienen miedo a gastarlo, no hay demanda.

Destacables son los falsos dogmas económicos que se filtran en el imaginario colectivo, como es la falsa certeza de que los precios de los inmuebles nunca bajan. Sin embargo, una importante plataforma digital de gestión inmobiliaria indicaba recientemente que nadie quiere alquilar locales comerciales aun bajando los precios. Y lo mismo podemos decir para el sector de la hostelería y turismo, ya que frente a esta nueva realidad, como indicaba recientemente un ejecutivo de dicho sector, son muchas las personas que afrontan con ansiedad y miedo la posibilidad de hacer turismo; tienen miedo y viajar les inspira más temor que ilusión y deciden quedarse en casa. Así, según Exceltur el sector turístico en España acumula desde el inicio de la pandemia hasta septiembre una caída de 84.000 millones, un 78,4% menos respecto a 2019.

La realidad nos demuestra, en situaciones de alta incertidumbre, las limitaciones de la economía convencional. La dependencia basada únicamente en el enfoque clásico, sin tener en cuenta el factor emocional, ni sentimientos, ni pasiones, no será suficiente para resolver los problemas económicos del futuro. En 1918, John Maurice Clark, profesor de la Universidad de Chicago, escribió en el Journal of Political Economy: “El economista puede verse tentado a ignorar la psicología, pero no puede ignorar la naturaleza humana”.

Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local

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