La tasa de españoles que puede teletrabajar durante la pandemia dobla a la de los inmigrantes
España es uno de los países de la OCDE en los que la pérdida de empleos se ha cebado más con la población extranjera
Cerca del 27% de los nativos españoles pudieron realizar durante los meses de confinamiento sus tareas y trabajos desde sus hogares, una cifra que dobla al porcentaje de inmigrantes en suelo español que pudieron teletrabajar (13%) durante el mismo periodo. Los datos se desprenden del último informe anual sobre migraciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), publicado este lunes.
En el documento se observa una tónica relativamente similar en todos los países que componen la organización, con Hungría, Portugal y Eslovaquia como únicas regiones en las que los inmigrantes pudieron trabajar a distancia en mayor porcentaje que los nativos. España, Italia y Grecia, por su parte, presentan las mayores brechas entre nativos y foráneos.
Como recuerdan desde la OCDE, "los inmigrantes concentran las ocupaciones esenciales que no se pueden realizar desde casa, por lo que es menos probable que puedan teletrabajar. En las tres cuartas partes de los países de la OCDE, la proporción de inmigrantes capaces de teletrabajar está al menos cinco puntos porcentuales por debajo de sus homólogos nativos".
Así, explica el informe, los extranjeros representan más de la mitad de todos los trabajadores de servicios domésticos en el sur y centro de Europa y en países como Canadá. También es más probable que vivan en alojamientos deficientes (23% frente al 19%) y en el doble en viviendas superpobladas (17% frente al 8%).
Esta realidad laboral, prosigue la OCDE, hace que los inmigrantes se enfrenten a una serie de vulnerabilidades particulares. Por un lado, "tienden a estar sobrerrepresentados entre los empleados con contratos temporales, especialmente en los países europeos y asiáticos". Los inmigrantes también tienden a tener menor antigüedad y mayores ratios de contratación en sectores cíclicos, y de manera más general, los empleadores tienden a ser más selectivos durante los periodos de crisis, provocando que aspectos como la barrera idiomática se utilicen para "descartar las solicitudes de trabajo extranjeras".
Por todo ello, y según los datos que ha recopilado el organismo que dirige Angel Gurría, los cambios en las tasas de desempleo de nativos y foráneos, comparando el segundo trimestre de 2019 con el mismo periodo de 2020 -en plena expansión de la pandemia-, evidencian que la pérdida de puestos de trabajo se ha cebado en general con la población migrante, con algunas excepciones como las registradas en Reino Unido o Dinamarca.
España es, de hecho, el país con la mayor brecha a favor de los nacionales. Así, mientras que el empleo ha caído en torno a un 3% en la población nativa, ha descendido en casi un 9% en la extranjera. En Noruega, Estados Unidos, Canadá y Suecia, además de España, los inmigrantes experimentaron un aumento de más de cuatro puntos porcentuales en la tasa de desempleo.
La inmigración cae en casi la mitad
Las concesiones de visados o permisos de residencia en los países de la OCDE se han hundido un 46% en el primer semestre, la mayor caída de las entradas de inmigrantes de la serie histórica, y la recuperación tardará dadas las restricciones que siguen en pie y la situación epidémica. En su informe, la OCDE explica que el descenso ha sido particularmente violento en el segundo trimestre del año (del 72% respecto al mismo periodo de 2019) y en países como Chile, Grecia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, que han impuesto las restricciones más estrictas.
El movimiento ha sido globalmente menos marcado en los países europeos de la organización, con un retroceso del 35% en el primer trimestre y del 59% en el segundo. España, por su parte, es uno de los países en los que no se ha suspendido la tramitación de las demandas de visado, aunque haya limitaciones prácticas para su concesión, y que ha jerarquizado y simplificado los procedimientos para los trabajadores agrícolas y del sector de la sanidad.
La OCDE alerta del riesgo de que la pandemia y sus consecuencias económicas anulen una parte de los progresos que se habían conseguido en la última década en materia de inmigración y de integración. También teme por una precarización de la población inmigrante que vive en la OCDE, cuyas tasas de desempleo han crecido en los últimos meses más que las de los nacionales de esos países.
Todo esto, recuerda el organismo, cuando los inmigrantes han estado en primera línea desde el comienzo de la crisis sanitaria: representan un 24% de los médicos, el 16% de los enfermeros y porcentajes también superiores al de su peso demográfico en el servicio doméstico, la limpieza, los temporeros agrícolas y el transporte.