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La empresa familiar en tiempos del COVID-19: retos e incertidumbre

¿Me conviene vender ahora mi empresa y emprender un nuevo proyecto? ¿Tengo que reorientar mi estrategia? ¿Puedo afrontar los próximos meses sin cambiar mi plan de negocio?

Las dudas en torno al futuro de nuestra empresa se incrementan cuando tenemos en mente importantes planes y cambios de estrategia, y se multiplican cuando a nuestras propias dudas le añadimos un ingrediente nuevo e inesperado que escapa de nuestro control. La crisis del COVID-19 ha creado un clima sin precedentes que ha trascendido el impacto sanitario y nos ha afectado a nivel social, económico y personal.

La pandemia nos ha llevado a paralizar y a replantearnos muchos de nuestros proyectos, que se mantienen en stand by, con la vista puesta en la evolución del virus y en el impacto económico de estos meses de confinamiento y en cómo se está desarrollando la progresiva vuelta a la normalidad.

Contexto e impacto: actividad empresarial

La realidad es que el impacto del parón ha sido inmenso y no ha afectado por igual a todos los sectores de nuestro país, al igual que la recuperación -de momento- tampoco se está produciendo de manera homogénea.

Hay sectores que han sorteado mejor la crisis y hay otros que, por la naturaleza de su actividad -hostelería y restauración, turismo, ocio y textil, entre otros-, se han visto más lastrados. Y, en este contexto, las empresas familiares -que suponen el 88% de todas las empresas de nuestro país y el 57% del PIB nacional- han sido de las más afectadas por la crisis del COVID-19.

ERTE, préstamos, necesidades de financiación, caída en las ventas, impago de alquileres, medidas de apoyo, inversiones para adoptar las medidas de seguridad e higiene necesarias para poder abrir y adaptarse a las nuevas circunstancias, etc. Estos últimos meses, las empresas se han tenido que enfrentar a distintas cuestiones para poder seguir operando y se han tenido que mover a golpe de actualidad y en un clima de incertidumbre que, aunque en menor medida, sigue latente.

En un escenario en el que nos estamos habituando a escuchar cómo diferentes organismos y entidades empeoran sus previsiones de PIB para nuestro país, hay muchas empresas que se preguntan si pueden volver al punto de partida.

Estaba a punto de vender mi empresa. ¿Puedo continuar con mis planes?”. “Iba a hacer una fuerte inversión para expandirnos geográficamente, ¿qué estrategia debería seguir ahora? ¿Es una buena oportunidad?”. “¿Compromete el futuro de la empresa seguir pagando el dividendo del que dependen varios de los miembros de la familia que son accionistas o es mejor suspenderlo?”. “Necesitamos urgentemente financiación para poder seguir operando. ¿Vendemos algún activo no estratégico? ¿Podemos recurrir a alguna ayuda? ¿Nos conviene reestructurar nuestra deuda?”.

Las claves: una hoja de ruta y un asesoramiento corporativo especializado

Trazar una hoja de ruta que nos permita gestionar correctamente tanto el grupo familiar como nuestro patrimonio personal es fundamental para garantizar la viabilidad y el futuro de nuestra empresa y para evitar que tomemos decisiones precipitadas movidos por las emociones del momento.

Y es que, en circunstancias como las actuales, es normal que en las empresas familiares surjan conflictos que no son sencillos de resolver. A veces, en los órganos de gobierno están presentes distintas generaciones, con puntos de vista diferentes, o hay accionistas con visión más a largo plazo y otros, con visión cortoplacista, que están a favor, por ejemplo, de repartir dividendo, mientras que otros accionistas apuestan por reinvertirlo en la propia compañía para asegurar la sostenibilidad del grupo. ¿Cómo podemos actuar en estos momentos?

La mejor solución pasa por un análisis estratégico y global de la empresa, de la mano de un asesoramiento empresarial especializado y multidisciplinar que tome distancia y evite los conflictos de intereses. Analizar el balance de la compañía, los activos, pasivos, ingresos y gastos, las líneas estratégicas de negocio, los planes de inversión, equilibrando los intereses familiares y empresariales, nos ayudará a obtener distintas alternativas y a lograr un plan de acción que nos permita afrontar los retos que tenemos por delante, también en tiempos de incertidumbre.

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