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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La respuesta a la crisis del Covid-19: Europa no está muerta

Parece que el ambiente ha cambiado y que el temor a las transferencias presupuestarias es menor que al posible fracaso del proyecto europeo

Efe

El pasado 9 de mayo celebramos el 70 aniversario de la Declaración Schuman, que significó el punto de partida de la actual Unión Europea. Fue una celebración triste, marcada por la pandemia del Covid-19 y por una sentencia del Tribunal Constitucional alemán, que al poner en tela de juicio la supremacía del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, daba un golpe casi mortal a una Europa debilitada por la falta de solidaridad entre las “hormigas del norte y las cigarras del sur”. El golpe era de tal magnitud que dejaba a Europa sin otra alternativa que una salida desde arriba o un naufragio patético.

Durante la segunda quincena de este mes de mayo tres sucesos han hecho cambiar las perspectivas. Primero fue la resolución del Parlamento Europeo de 14 de mayo en la que la mayoría de los grupos políticos expresaron su conformidad para tomar medidas que ayuden a superar las consecuencias trágicas que la pandemia de Covid-19 está provocando en la población y en los sistemas sociales y sanitarios de los Estados miembros. La importancia de esta decisión se encuentra en que el Parlamento Europeo recupera el método comunitario. Con este mismo espíritu se manifestó la presidenta de la Comisión Europea durante su comparecencia en el Parlamento.

Si con estas noticias podíamos empezar a acariciar el cielo, el colmo llegó con el anuncio del acuerdo, presentado el 18 de mayo, entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, para establecer un fondo de recuperación que permita a los Estados miembros salir de la crisis causada por el Covid-19. Lo sorprendente fue que el Gobierno alemán aceptaba, por primera vez, no solo garantizar prestamos comunes, sino la emisión de transferencias presupuestarias hasta un volumen de 500.000 millones de euros. En su declaración anunciaron que este fondo de recuperación se alimentaría mediante un endeudamiento de la Comisión Europea en los mercados financieros en nombre de los 27 Estados miembros.

Adelantándose a esta decisión, la resolución del Parlamento Europeo había aprobado la creación de un fondo de recuperación y transformación, el cual no debe tomar la forma de un acuerdo intergubernamental, en alusión al mecanismo europeo de solidaridad, ni presentar falsas cifras objetivo o multiplicadores cuestionables. Al contrario, debe formar parte en su totalidad del presupuesto, añadiéndose a los programas que tradicionalmente lo componen.

El Parlamento también aprobó la cuantía aproximada del plan, que deberá ser de 2 billones de euros para financiar préstamos y, prioritariamente, subvenciones.

Por otro lado, la Comisión acaba de presentar su propuesta formada por dos partes: 1) el presupuesto europeo, que habrá que renegociar, y 2) un fondo de reactivación/recuperación, que se financiará con la emisión de bonos de recuperación a largo plazo garantizados por el presupuesto de la UE, con un volumen de 750.000 millones de euros (500.000 para subsidios y 250.000 para préstamos; a este fondo habrá que añadir los instrumentos ya lanzados hasta ahora). España podrá acceder a 77.000 millones en ayudas a fondo perdido y 63.000 en préstamos.

El primer problema que se plantea es que el conjunto del marco financiero plurianual /fondo de recuperación aumenta el techo actual de los recursos propios. Antes de la pandemia, la propuesta no superaba el 1,1% de la RNB de la UE. Con la cifra que manejamos nos acercaríamos al 2%. Si se consigue, se habrá roto el tabú histórico que limita el techo al 1,27% de la RNB de la UE. Ello podría tener efectos importantes para avanzar en la construcción federal de Europa.

El segundo inconveniente no es menor, consiste en la necesidad de crear nuevos recursos propios. En el informe provisional sobre el marco financiero plurianual (MFP) existe una propuesta de nuevos recursos propios potenciales: base imponible consolidada común del impuesto sobre sociedades, impuesto sobre servicios digitales, impuesto sobre transacciones financieras, ingresos del sistema de comercio de emisiones, contribución relacionada con los plásticos y mecanismo para ajustar las emisiones de carbono en las fronteras. La adopción de nuevos recursos es fundamental ya que habrá que evitar el incremento de las contribuciones nacionales como consecuencia de la caída de los PNB nacionales.

La propuesta es valiente y tiene un marcado acento europeísta al precisar que los medios de este paquete deben estar afectados a los proyectos y a los beneficiarios que respetan los valores fundamentales, los climáticos y la lucha contra el fraude fiscal. Se trata de una seria advertencia hacia Estados miembros que no son leales en el estricto cumplimiento de la legislación comunitaria.

Frente a las divisiones y dilaciones del Consejo Europeo, tanto en relación con el presupuesto como con el plan de recuperación, el Parlamento y la decisión de la Comisión muestran cohesión, coherencia y determinación ejemplares.

¿Hasta qué punto la sentencia del tribunal de Karlsruhe ha empujado a Merkel a acabar con las ambigüedades anteriores de su política europea? Los términos del acuerdo francoalemán son un paso decisivo en la recuperación de la solidaridad europea. Se trata de disponer de una política presupuestaria europea capaz de ayudar a uno u otro sector económico, región o proyecto en la Unión.

Parece que el ambiente ha cambiado y el BCE se suma a la fiesta aumentando en 600.000 millones el programa de adquisición de bonos contra la crisis, ahora ya alcanza la suma de 1,35 billones de euros y lo prolonga hasta junio de 2021.

Frente a las divisiones y dilaciones del Consejo europeo, tanto en relación con el presupuesto como con el Plan de recuperación, el Parlamento, la decisión de la Comisión y el BCE muestran cohesión, coherencia y determinación ejemplares.

El temor a las transferencias es menor que una posible muerte del proyecto europeo, cuyas consecuencias serían tan dramáticas para Alemania como para las otras hormigas del norte. Mediten, por favor.

Agustín Ulied es Profesor de Economía Europea de Esade

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