El virus que amenaza con resfriar nuestro tejido productivo
Pese a lo grave de la situación, es poco probable terminar en el temido ‘escenario en L’ de retroceso en la prosperidad ganada desde la recuperación, aunque el riesgo existe
La batalla que debemos ganar en la guerra abierta contra el Covid-19 no será ni sencilla ni rápida, y requerirá del esfuerzo de todos durante el tiempo que se prolongue una situación que los expertos sanitarios coinciden en afirmar que podría extenderse desde los dos meses, en el mejor de los escenarios, hasta los cuatro del peor de ellos. De prorrogarse hasta la temporada estival, arruinaría un tercer trimestre estratégico para la economía española. Esto implicaría abandonar el escenario en V contemplado hacia un escenario en U que, en el peor de los casos, se alargaría hasta prácticamente finalizar el año. Por el momento creemos poco probable que termine por desencadenarse el temido escenario en L que implicaría un retroceso en la prosperidad ganada desde el inicio de la recuperación económica, si bien es cierto que el riesgo existe y crece conforme la crisis se alarga en el tiempo.
La evidencia de la incertidumbre y de la sobrerreacción característica asociada a ella la encontramos en los mercados, con pérdidas bursátiles históricas. Aunque estas en buena parte se deben a la cada vez mayor autonomía e interacción de los algoritmos dentro del universo inversor, ponen de manifiesto una creciente desconfianza hacia la habilidad de las empresas de seguir generando beneficios sostenibles en un entorno incierto generado por una enfermedad con características nunca vistas.
Una coyuntura ante la que surgen dudas sobre la situación de la deuda corporativa, lo que ha resultado en la ampliación de los diferenciales en el mercado secundario, con un viraje hacia activos refugio, básicamente deuda soberana de Alemania (o EE UU), acentuándose así la distancia con respecto a sus socios comunitarios. Si bien es cierto que en los últimos días estaríamos asistiendo a una tendencia alcista en los tipos de interés de estos instrumentos que denotan nuevamente la profunda incertidumbre en la que se encuentran sumidos los mercados.
Bajo este contexto, nos preocupa que este shock de oferta originado en China y que se limitaba a las cadenas de valor finalmente se haya trasladado a un shock de demanda que se agravará por la dramática contracción que esperamos observar en el consumo privado durante el tiempo que pudieran prolongarse las necesarias medidas adoptadas para hacer frente a esta crisis sanitaria.
Creemos que los distintos estímulos de política fiscal y monetaria anunciados por organismos supranacionales, Gobiernos y bancos centrales son acertados y necesarios para tratar de mitigar los efectos negativos que esta situación coyuntural tendrá sobre el tejido empresarial y el mercado laboral. Pero reiteramos que el escaso margen de actuación fiscal con el que cuentan muchas jurisdicciones europeas, incluida la española, limitará su capacidad y deteriorará la delicada situación de las finanzas públicas.
En este sentido, aplaudimos que los diferentes planes de estímulos anunciados, que entre otros contemplan medidas por 200.000 millones de euros (la mitad en avales que no computarán en la deuda pública a menos que sean ejecutados), de los que 83.000 procederán del sector privado, y que buscan evitar una crisis de liquidez y minimizar este shock de demanda actuando directamente sobre el mercado laboral, estén acompañados de la flexibilización de los objetivos de déficit al menos para este año, si bien entendemos que debería replantearse el de años venideros, ya que el más que probable deterioro que experimentarán las finanzas públicas podría acentuar nuevamente un alza de la prima de riesgo, como ya se está observando en los bonos soberanos de Italia y España. Por tanto, se hace necesario más que nunca una acción coordinada de la eurozona para evitar que se repitan los fantasmas del pasado, aun asumiendo que las diferencias entre países cumplidores y no cumplidores tenderán a potenciarse. Todo parece apuntar que la política monetaria irá en esta línea tras el anuncio de la compra masiva de deuda soberana por parte del BCE.
En este contexto nunca antes visto, hemos considerado conveniente revisar nuestras últimas previsiones para la economía española según los dos nuevos escenarios estimados por las autoridades sanitarias. El primero implicaría aceptar que la situación estará totalmente controlada en dos meses, escenario demasiado optimista a día de hoy, ya que la evidencia basada en el virus SARS del año 2003 pone de relieve que será necesario disponer de un tratamiento para el Covid-19 en el corto plazo, posibilidad que, según los expertos, parece descartada.
Aun así y si las circunstancias para ello fueran posibles, esperaríamos un segundo trimestre en negativo, todavía difícil de cuantificar, pero que viendo los efectos recientemente conocidos sobre la economía china y el retroceso del índice PMI o del indicador de sentimiento económico en Europa, la contracción de la economía española podría incluso llegar a alcanzar cifras de doble dígito. La razón radica básicamente en la contracción del consumo privado dada la profunda incidencia de las medidas de contención sobre el comercio al por menor, transporte y hostelería, además del parón en la industria y de su inevitable incidencia sobre el turismo de Semana Santa y la pretemporada estival, agravado por la reciente extensión de la limitación hacia actividades no esenciales. A pesar de ello, este escenario optimista contempla la progresiva recuperación en el tercer y cuarto trimestres, por lo que finalmente el año podría incluso terminar cerrando en un tímido aunque positivo ritmo de crecimiento (en todo caso por debajo de 1%).
Sin embargo, a día de hoy tiene más relevancia un segundo escenario que contempla la extensión de esta crisis hacia la temporada estival, con un gran impacto sobre el sector turístico. Bajo esta situación vemos altamente probable la entrada en recesión técnica, con un segundo y el tercer trimestre en negativo, y en función de cómo se prolonguen las medidas de contención a lo largo del tiempo, su extensión hasta el cuarto trimestre del año, lo que no evitaría un año perdido para la economía española, que, si bien es cierto, repuntaría con fuerza en 2021.
No obstante, a día de hoy asistimos a una situación coyuntural extremadamente afectada por la incertidumbre, por lo que creemos que una vez se disipen las mismas la economía tenderá a su situación inicial. Prueba de ello es el repunte observado en el índice PMI de China una vez superada la fase más delicada de la pandemia, muestra del inicio de una fase de normalización de la economía del gigante asiático. Además, no debemos olvidar que el momento actual es diferente al de antes de la crisis de 2008, ya que ahora, entre otros aspectos, contamos con estructuras financieras fortalecidas y un sector privado menos apalancado, además de carecer de burbujas inmobiliarias que puedan lastrar al sistema financiero.
Pese a que es constatable el menor margen fiscal de las finanzas públicas, la respuesta impulsada por organismos supranacionales, Gobiernos nacionales y bancos centrales va por el buen camino. De la misma se espera que se disipen los temores de que finalmente termine por desencadenarse una crisis de liquidez que agudice la gravedad de la crisis sanitaria y termine tensando la situación de las empresas viables conforme las medidas de contención adoptadas tiendan a prolongarse en el tiempo, siendo necesario más que nunca que se garantice la canalización del crédito hacia la economía real por parte de todos los actores protagonistas. ya que de lo contrario podría verse incluso afectado el crédito comercial, indispensable para mantener en funcionamiento el día a día de las empresas.
En cualquier caso, una vez superada esta crisis sanitaria, ya tendremos tiempo de plantearnos los cambios estructurales que se hacen necesarios para evitar posibles situaciones similares en un futuro.
Antonio Madera es Head of Sovereing & Financial Institutions Axesor Rating