Más diferencias regionales en el desempleo de larga duración
La brecha entre unas comunidades autónomas y otras en este tipo de paro se ha duplicado desde 2013
La recuperación que inició la economía española en 2013 ha permitido reducir la tasa de paro en 12 puntos (hasta el 14,1% de media en 2019) y el porcentaje de parados de larga duración (más de 12 meses desempleado) en 14 puntos. Pero a pesar de esta intensa caída, en la actualidad un 44,3% de los parados españoles llevan en esa situación más de un año.
Si es preocupante no tener un puesto de trabajo lo es mucho más estar desempleado más de un año, por la sencilla razón de que la empleabilidad disminuye conforme aumenta el tiempo que una persona está en el paro. Como cualquier otro activo, el stock de capital humano se deprecia si no se usa porque se vuelve obsoleto con el paso del tiempo, o porque el trabajador pierde habilidades y competencias. Es más, si una persona lleva excesivo tiempo desempleada, es como si llevara una marca encima que no habla para nada a su favor, sino todo lo contrario, y en ocasiones de forma injusta. Si el desempleo es el principal determinante de la pobreza, su cara más dramática aparece cuando esa situación se hace crónica, pudiendo incluso desembocar en un problema de aislamiento social y de salud mental.
Si ya es preocupante que hoy en día, tras ya seis años de continuo crecimiento, todavía el 44,3% de los parados sean de larga duración (estamos hablando de 1.439.702 desempleados), lo es mucho más que más que las dos terceras partes de ese colectivo (68,8%) llevé más de dos años en el paro, y el 40,8% cuatro o más años. Llevar más de 4 años sin trabajar lleva un riesgo añadido, y es caer en el desánimo, es decir, en una situación próxima a la inactividad.
¿Por qué a pesar de que la economía lleva creciendo desde 2013 y a mayor ritmo que la europea, la tasa de paro le cuesta tanto caer, y un importante colectivo de desempleados lleva en esa situación tanto tiempo? Además de las disfuncionalidades del mercado de trabajo español (como el elevado peso del empleo temporal), hay un factor explicativo que en la jerga económica se denomina histéresis, que significa que cuando la tasa de paro alcanza valores elevados y persiste en esos niveles mucho tiempo, cada vez es más difícil salir de esa situación. El motivo de fondo es que la empleabilidad de un trabajador es menor cuanto más tiempo lleve en el paro por los motivos anteriormente señalados.
Como muestra el último Esenciales de la Fundación BBVA y nuestra organización, hay importantes diferencias regionales en el peso que los parados de larga duración tienen en el total, variando de un valor mínimo del 26,3% en Baleares a uno máximo que más que duplica esa cifra en Asturias (54,7%). En la actualidad, además de Asturias, también en Extremadura más de la mitad de los parados llevan en esa situación más de 12 meses.
El rango de variación es aún mayor en el peso de los que llevan en paro más de cuatro años, ya que Asturias (24,4%) casi triplica de nuevo a Baleares (9,3%). Además, también las diferencias regionales son abultadas en la evolución del paro de larga duración desde la recuperación, pues su peso se ha reducido 21,4 puntos en Baleares, pero solo 3,5 puntos en Asturias. En consecuencia, las diferencias regionales (distancia entre el valor máximo y el mínimo) en el peso de los parados de larga duración son en la actualidad (28,4 puntos) más del doble que en 2013 (13,1 puntos), lo que puede aumentar las desigualdades en bienestar entre regiones.
El prototipo de parado de larga duración es una mujer, mayor de 50 años y con un bajo nivel de estudios. En concreto, en 2019, el porcentaje de parados de larga duración es: 4,2 puntos mayor en las mujeres que en los nombres (46,3% vs 42,1%); casi 15 puntos más en los parados de más de 50 años que en los de 31 a 50 años (60,4% vs 45,6%); y 8 puntos menos en los universitarios que en los que solo tienen un nivel de estudios hasta secundarios obligatorios (39,5% vs 47,6%). No obstante, de los diversos factores explicativos del paro de larga duración, probablemente el nivel de estudios es el más importante, por lo que la formación es la principal vía para salir de la dramática situación de estar desempleado durante mucho tiempo.
La generación de empleo durante estos años de recuperación económica se ha mostrado útil en la reducción del desempleo de larga duración, de manera que seguir en la senda de realizar reformas en el mercado de trabajo que lo flexibilice sin precarizarlo parece mostrarse como una vía efectiva para reducir este colectivo de desempleados. Pero esta vía debería complementarse con la combinación de dos tipos de medidas: a) políticas pasivas de empleo que atenúen las negativas consecuencias económicas de una situación de desempleo prolongada en el tiempo; y b) políticas activas de empleo que traten de cualificar y recuperar a trabajadores que han entrado en un proceso de obsolescencia. Y en ambos casos, es fundamental valorar sus resultados, en términos de eficacia y eficiencia, máxime teniendo en cuenta el amplio margen de maniobra que demuestra la revisión que ha hecho recientemente la Airef.
Joaquín Maudos / Ángel Soler son Catedrático de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del Cunef/ Profesor de la Universidad de Valencia