Las empresas son la clave en la emergencia por el talento diverso
Es necesario un cambio de lógica en la contratación de personas con discapacidad: de limitaciones y barreras a confianza e innovación
Escriban en Google “futuro del trabajo” y obtendrán 276 millones de resultados en español y 5.570 millones en inglés, y esto en menos de un segundo. Imaginen un momento el tiempo y esfuerzo que les habría requerido obtener unos pocos artículos o estudios sobre esto hace solo veinte años. Es solo un ejemplo de cómo la tecnología ha transformado ya radicalmente la forma en la que hacemos las cosas; en el trabajo y en la vida cotidiana.
Cómo será el trabajo en el futuro es un asunto que nos preocupa y ocupa, como a otras entidades públicas y privadas. El Foro Económico Mundial, la Organización Internacional del Trabajo publican informes de referencia para los que tenemos el empleo como misión. Nos preocupa porque nuestro escenario de partida muestra desigualdades estructurales en las que se avanza muy lentamente y que son inadmisibles en un mundo en el que la lucha por el talento y la diversidad son asuntos estratégicos para las empresas. Cómo explicar entonces que en España, según Odismet (el observatorio de nuestra fundación sobre discapacidad y mercado de trabajo ), solo el 25,9% de las personas con discapacidad trabaje o que apenas el 1,5% de los contratos de trabajo fueron para personas con discapacidad en 2018, cuando este colectivo representa el 6,2% de la fuerza laboral, es decir el 6,2% del talento para trabajar.
Recientemente hemos presentado en la sede de la Organización Mundial del Trabajo en Ginebra el informe Por un futuro del trabajo inclusivo para las personas con discapacidad en el que se plantean las amenazas, las oportunidades y los retos que, para el empleo de las personas con discapacidad, suponen la transformación digital, el nuevo mapa de competencias del siglo XXI, las tendencias demográficas, los cambios culturales o el cambio climático, tomando como marco aspiracional la Convención de Derechos de las personas con discapacidad de la ONU así como la Agenda 2030 de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible.
El impacto de la robotización en la desaparición de empleos de menor cualificación como los que generan actualmente el 80% de los contratos en nuestro colectivo, la extensión del uso de la inteligencia artificial en áreas como la selección de personal con el riesgo de generar nuevas barreras en el acceso al trabajo, la demanda de competencias para cuyo desarrollo es clave el tener una primera oportunidad laboral, la falta de accesibilidad en la tecnología limitando el acceso a la información y a la formación, … son relevantes retos y amenazas que, de no abordarse, pueden llevar a empeorar aún más la situación de 1,8 millones de personas en España entre 16 y 64 años, entre las que abunda el talento, la persistencia, el compromiso y el deseo de formar parte activa de todos los ámbitos de participación, siendo sin duda el laboral el clave para garantizar la autonomía, la dignidad y el sentimiento de contribución.
Desarrolladores de software, expertos en comercio electrónico, en Cloud, en experiencia de usuario, en protección de datos, en ciberseguridad, en blockchain, analistas de datos, gestores de redes sociales, … profesiones y empleos que hace apenas una década, e incluso cinco años ni tenían nombre, son algunos de los ámbitos en lo que desde nuestra fundación nos hemos planteado posicionar a las personas con discapacidad a través de nuestro Programa Por Talento Digital ( www.portalentodigital.fundaciononce.es ).
Necesitamos empresas y organizaciones valientes y comprometidas para incorporar a este talento. Quizá piensen, “bien, no veo problema en tener un programador en silla de ruedas, nuestra oficina es accesible”, pero y si les digo que una persona sordociega puede también programar, o que una persona con autismo puede destacar en entornos laborales de tecnología, o que alguien con grandes limitaciones físicas y de comunicación pude ser un excelente abogado. Seguramente estos tres casos no habrían superado una entrevista de trabajo, en caso de haber podido llegar hasta ella. Son casos reales. No les hablo de discriminación, les hablo de muy pobres expectativas entre los empleadores sobre las capacidades de las personas con discapacidad y las posibilidades de adaptación de los entornos de trabajo, en los que la tecnología está jugando y jugará en el futuro un papel clave. No son tecnologías que no estén ya a nuestro alcance; reconocimiento de voz, impresión 3D, interfaces por movimiento del iris, o ¿acaso creen que la innovación y tecnología aplicadas no están sirviendo para reducir las barreras y mejorar la calidad de vida y acceso para las personas con discapacidad?.
Soñamos con un mundo en el que la tecnología servirá para eliminar las barreras y las limitaciones de las personas, y vamos a trabajar por ese sueño, pero necesitamos un cambio en la lógica de pensamiento hacia la contratación de personas con discapacidad, pasando de “limitaciones, barreras y adaptaciones” a “talento, confianza e innovación”; talento que suma al kpi de diversidad, confianza en que si no existe la tecnología o adaptación para superar una barrera, podemos contribuir a crearla a través de la innovación, abriendo así nuevas oportunidades de empleo para más personas.
En fechas en las que la emergencia climática es el tema estrella de los titulares y las agendas públicas, me gustaría poner el foco en la emergencia de la desigualdad en el acceso a la formación y al empleo para 1,8 millones de personas en España y 1.000 millones en el mundo. Una emergencia es según la RAE una situación de peligro o desastre que requiere una acción inmediata. Esta acción no puede esperar ni recaer exclusivamente en organizaciones sociales como la nuestra, las empresas son cómplices imprescindibles.
Sabina Lobato es Directora de Formación y Empleo, Operaciones y Transformación de la Fundación ONCE