Davos: duelo al sol entre Donald Trump y Greta Thunberg
Empresarios y directivos han encontrado una forma eficaz de reorientar la cuestión social en su beneficio: la apuesta por la sostenibilidad
El Foro de Davos, que organiza World Economic Forum, fundado por Klaus Schwab hace 50 años, sigue los temas de moda en cada momento. En 2017, 2018 y 2019, el foco estuvo en la digitalización. Y para explicar la transformación digital Schwab publicó dos obras tituladas The Fourth Industrial Revolution y Shaping the Fourth Industrial Revolution. En la primera, el autor explica que la digitalización es un radical cambio económico, laboral y social, con impacto parecido al de la máquina de vapor, la electricidad y el ordenador. En el segundo libro, Schwab profundiza en cada tecnología digital. Y apunta a la necesidad de la inclusión social para que la digitalización no aumente las divisiones sociales entre ricos y pobres. En ambos libros hace referencias a la necesidad de luchar contra el cambio climático.
Luchar contra el cambio climático y contra las desigualdades sociales son las grandes temáticas de Davos hoy. El crecimiento económico, las finanzas, la demografía, la digitalización…, están presentes, pero supeditados a esos dos grandes temas.
El cambio climático es el gran tema de conversación en la plaza pública. Y los arrasadores fuegos en California y Australia fomentan la concienciación social. En 2007, cuando Al Gore presentó su película An inconvenient truth con imágenes de osos polares que, por falta de hielo, morían ahogados cansados de nadar, a todos se nos rompió el corazón. Pero, entonces, la lucha contra el cambio climático aún era una cuestión reservada a los grandes foros mundiales económicos como el G-8 (países más industrializados del mundo), OCDE (países más ricos del mundo) o el G-20 (países ricos y emergentes, como los BRIC o Brasil, Rusia, India y China, entre otros). En estos foros no se dio suficiente importancia al cambio climático porque lo que primaba era hablar del crecimiento económico y el comercio. La lucha contra el cambio climático continuó siendo una cuestión de expertos y de personas corrientes concienciadas.
Pero ahora está en el Foro de Davos, donde activistas, sindicalistas o miembros de ONG no son los colectivos más abundantes. Están, como siempre, más representados los líderes mundiales, sean políticos-gobernantes o presidentes y CEO de grandes empresas. Al gran símbolo de la lucha contra el cambio climático Greta Thunberg es obvio que no se le plantean problemas de conciencia al hablar del cambio climático. Ayer en su intervención en Davos abroncó a los asistentes por no tomarse en serio la lucha contra el calentamiento global. Se llevó muchos más aplausos que el presidente de EEUU, Donald Trump, a quien el cambio climático tampoco le impide dormir. Donald Trump habló media hora del milagro económico de Estados Unidos. Del crecimiento del PIB y la creación de empleo. Puso en el centro, como protagonistas, a los blue-collars, a los trabajadores que, en su caso, son parte importante de su electorado, porque perdieron su empleo al desaparecer las fábricas (contaminantes) consecuencia de la globalización: las fábricas no se esfumaron, sino que se trasladaron de EEUU a China, donde no tienen remordimientos de conciencia por la emisión de gases de efecto invernadero. Sin fábricas, China no crece. Cada vez que a un dirigente chino –o indio, brasileño, ruso– le han llamado la atención por contaminar, su respuesta es que ellos están haciendo ahora –como países emergentes– lo que los países ricos hicieron en las previas revoluciones industriales. Y acusan de hipócritas esas críticas y a quienes las promueven.
Trump, que ha venido a Davos cuando comienza el proceso de impeachment en el Senado norteamericano, dio un discurso dirigido al pueblo americano, bien promovido por Fox News y muy denostado por CNN. Respecto al cambio climático, dejó claro que no hay que hacer caso a los agoreros que anuncian el fin del mundo debido al calentamiento global. Este ha sido su mensaje de siempre y, ahora más, en campaña electoral. Por eso se centró en la economía y la –según muchos de los presentes en Davos ahora– necesaria reforma del capitalismo para reducir (frase de moda: income inequality) las desigualdades sociales.
La forma de refundar el capitalismo no es un giro a la social democracia, como defiende en EEUU, Joe Biden o, incluso al socialismo, como promueven Bernie Sanders y Elisabeth Warren. Para Trump, remozar el capitalismo supone “más capitalismo, más libre empresa, mayor libertad de mercado”, ha dicho en Davos. El promotor del evento, Klaus Schwab agradeció efusivamente a Trump sus palabras y le felicitó por sus logros económicos. Nadie le echa en cara a Schwab que se ponga de lado de Trump: el dueño del evento se pone de parte de todos los presidentes de EEUU de 50 años atrás hasta hoy. El debate sobre la reforma del capitalismo abriría las carnes de cualquier capitalista. Y en Davos, ahora, hay muchos: empresarios y directivos que han de contentar a sus accionistas con siempre mayores beneficios; caiga quien caiga.
Pero empresarios y directivos han encontrado la mejor forma de reenfocar la cuestión en su propio beneficio: la moda es la sostenibilidad, la responsabilidad social empresarial, el capitalismo que no solo piensa en los shareholders (accionistas), sino también en los stakeholders (grupos de interés)…
Es la moda, sí. Pero, ¿realmente lo creen o, simplemente, han descubierto una forma más eficaz de vender productos y servicios bajo la fórmula del “socialmente responsable”?
Jorge Díaz Cardiel es Socio Director Advice Strategic Consultants. Autor de ‘Hillary vs Trump año uno’ y ‘Trump, año de trueno y complacencia’