La baja productividad mina más el sistema de pensiones que el envejecimiento
Un estudio de Fedea advierte de que la ralentización de los salarios desde 1990 es el factor que más ha contribuido al deterioro de las prestaciones públicas
El estancamiento de los salarios de los españoles desde mediados de 1990 ha resultado más perjudicial para la sostenibilidad financiera del sistema público de pensiones que el rápido envejecimiento de la población, según demuestra un estudio publicado este lunes por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
El informe, llevado a cabo por Ángel de la Fuente, entra a cuantificar qué impacto han tenido diversos factores como la demografía, la evolución del empleo, la productividad o la generosidad de las normas de cálculo en la salud financiera del sistema de pensiones. Y concluye que, "sorprendentemente", el deterioro de la evolución salarial ha sido el factor que más negativamente ha afectado a la financiación de las pensiones contributivas, más incluso que el envejecimiento poblacional.
Según el estudio, el indicador de salud financiera del sistema público de pensiones, basado en la ratio entre ingresos y gastos, ha sufrido "un rápido deterioro desde el inicio de la crisis económica" de 2008, pero lo cierto es que en las últimas tres décadas (1985-2016), el saldo del sistema ha ido sufriendo un recorte de 0,76 puntos porcentuales cada año.
Dentro de este cálculo anual, el componente que ha tenido un "efecto negativo más fuerte" ha sido el deterioro de la evolución salarial (con una contribución anual de -1,36 puntos) por el "desplome del crecimiento de la productividad" que a su vez es el resultado de la "fuerte desaceleración del crecimiento de los salarios reales por ocupado, que han estado prácticamente estancados desde la primera mitad de los 1990 hasta nuestros días".
En segundo factor con mayor impacto ha sido la "adversa evolución de la situación demográfica" (responsable de un recorte de 1,10 puntos anuales), lo que en la práctica supone un aumento de la tasa de dependencia, o lo que es lo mismo, un descenso del número de personas en edad de trabajar que tiene que financiar cada pensión con sus cotizaciones sociales.
El impacto negativo de estos factores se ha visto compensado, aunque solo en parte, por el incremento del tipo medio de cotización (+0,84 puntos), la mejora de la tasa de ocupación (+0,67 puntos) gracias a la mayor incorporación de la mujer al mercado laboral, pero también por el gradual descenso de la generosidad del sistema (+1,24) por el endurecimiento del cálculo de la pensión. Fedea añade, además, el impacto positivo que ha tenido en estas tres décadas el incremento de los recursos disponibles que, entre otros, recoge la creciente aportación del Estado a la financiación de los complementos de mínimos de las pensiones.
A más productividad, mayor generosidad de las pensiones
El informe sostiene que la productividad es uno de los factores clave para la sostenibilidad del sistema público de pensiones, ya que en un sistema contributivo y de reparto como el español, la pensión viene a ser una media de los salarios percibidos por el trabajador durante buena parte de su carrera laboral y los ingresos del sistema de pensiones en cada momento dependen de la masa salarial agregada. Dado que, en una economía de mercado, los salarios reflejan la productividad del trabajo, el estudio señala que ese factor se convierte en un determinante "crucial" del nivel sostenible de generosidad del sistema de pensiones y de su salud financiera.
Así, destaca que una mayor productividad se traduce directamente en una pensión más generosa a nivel individual y hace posible pagar tales pensiones a nivel agregado. "Cuanto mayor sea el crecimiento de la productividad, más generosas podrán ser las pensiones en relación a lo cotizado, o mejor será la situación financiera del sistema dado su nivel de generosidad", explica.
Esto se debe a que los ingresos del sistema de pensiones dependen del salario medio actual, mientras que sus gastos son una función del salario medio durante las últimas décadas y el ratio entre estas dos variables depende de la tasa de crecimiento de la productividad. Por ello, constata que "cuanto más rápido crezca la productividad, y con ella los salarios reales, menor será la fracción de las rentas salariales actuales que se necesita para pagar las pensiones". Como resultado, el sistema podría incluso hacerse más generoso "sin incurrir en un déficit cuando aumenta la tasa de crecimiento de la productividad".