Innovación al servicio de la sustitución del plástico
La mezcla de materiales complica su reciclaje. El CSIC estudia reutilizar el CO2 emitido en la combustión
La ubicuidad del plástico no deja parcelas sin tocar. Y sus consecuencias resultan dramáticas: residuos que tardan varios siglos en degradarse, contaminación de ecosistemas marinos e islas de plástico flotando en el mar que superan el tamaño de países como España... Y ni siquiera el reciclaje parece una solución. Según Greenpeace, solo un 25% de lo que consumimos se recupera. Una cifra que contrasta con los datos del Ministerio para la Transición Ecológica, que lo eleva al 38%, y con el 77% de Ecoembes.
Desde Plastics Europe, asociación de fabricantes de polímeros, insisten en que “para resolver un problema hay que conocer y diagnosticarlo bien porque, si no, se corre el riesgo de tomar decisiones totalmente contraproducentes”.
Para Auxiliadora Prieto, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la solución está clara: hay que evitar el petróleo y sus derivados para hacer plástico. Aunque reconoce que las propiedades que aportan los derivados del petróleo son difíciles de igualar con un polímero de base biológica porque no hay tanto recorrido.
El proceso de reciclado tampoco está falto de polémica. La pirólisis (descomposición de un compuesto por acción del calor) es criticada, a menudo, por los ecologistas por el aumento en la emisión de gases de efecto invernadero que conlleva.
Sin embargo, Prieto plantea una cuestión: “La pirólisis es un proceso que está muy mal visto, pero ¿qué ocurriría si el gas que emito en este proceso lo recolecto y lo convierto en otro material mediante procesos biotecnológicos?”. Esta es una de las líneas de investigación que se están llevando a cabo en la actualidad en el CSIC.
En cuanto al reciclaje, la responsable de plástico de Greenpeace, Alba García, critica que algunas empresas estén dejando de usar un solo material en la fabricación de sus envases para utilizar varios, una realidad que complica el proceso.
García ejemplifica esta situación con las nuevas botellas de agua de cartón que obligan a separar el papel, el aluminio y el plástico en el proceso de reciclaje, lo que termina descartando el plástico por su menor valor. “Nos empeñamos en complicar las cosas por marketing. Antes todas las botellas se fabricaban con plástico reciclable”, indica.
Los polímeros de base biológica no terminan de igualar las propiedades de los derivados del petróleo, por su menor recorrido
Ante la dificultad de algunos materiales utilizados en el embalaje alimentario para ser reciclados debido a su mezcla, Prieto propone fomentar envases compostables, ya que pueden tratarse de igual forma que los restos de alimento que contienen después de su uso.
Una visión que no comparte García: “A un supermercado le resulta más caro optar por este tipo de envases que por los tradicionales; además, no podemos olvidar con qué están fabricados; ¿por qué no utilizar ese dinero para promover la reutilización? Está claro que a nivel logístico es más complicado, pero es la única solución”, asegura.
Para cerciorarse de que el camino escogido es el más adecuado. Nestlé cuenta con un Instituto de Ciencias del Embalaje. El centro científico y tecnológico está enfocado en estudiar los distintos materiales de embalaje, como reutilizables, simplificados o reciclados, así como los de base biológica, compostables y biodegradables.
La cifra
38%. Según el Ministerio para la Transición Ecológica,el 38% del plástico se recupera. Greenpeace rebaja esta cifra al 25% y Ecoembes la eleva al 77%
Entre las innovaciones de la compañía destacan sus botellas de agua elaboradas con plástico 100% reciclable y un 25% de plástico ya reciclado, o sus envases de papel para su cacao soluble All Natural y sus snacks Yes! Desarrollan una prueba piloto en supermercados de Suiza para suministrar cereales de desayuno a granel.
Pedro Ruiz, especialista en sostenibilidad ambiental de Nestlé España, recuerda que para que un material pueda estar en contacto con un alimento debe certificarse como food grade, lo que implica que el envase reciclado tenga las mismas prestaciones que el virgen.
“La elección del material de embalaje depende de las prestaciones que exija el producto en cuanto a nivel de oxígeno, luz, humedad...”, comenta Ruiz. Cada alimento necesita unos requerimientos específicos según diferentes variables, entre ellas el momento de consumo. “No es lo mismo que se vaya a consumir en casa que en un restaurante o en la playa”, remarca Ruiz, y añade: “Cada material es analizado y comparado bajo estrictos parámetros de I+D para seleccionar el más optimo en cada caso”.
Otros usos
El objetivo es reducir, e incluso eliminar, el plástico, pero existen sectores donde el beneficio de su desaparición no está tan claro. María Luisa Soria, directora de relaciones institucionales e innovación de Sernauto, apunta que sin materiales plásticos los coches serían 200-300 kilos más pesados y consumirían 0,5 litros más de combustible cada 100 kilómetros.
“Los plásticos aportan grandes beneficios en sanidad, automoción o en construcción, sectores que no generan tantos residuos como el de la alimentación, donde es necesario la reutilización. Lo que hace falta es emplearlos con más cabeza”, defienden en Greenpeace.