Después del 28A: con la mirada puesta en 2023
España sigue siendo un país a crédito, aunque los partidos no se lo expliquen a sus votantes
Los medios internacionales llevaban desde el intento de independencia de Cataluña en octubre de 2017 sin poner el foco en España. Los mercados y los medios internacionales son muy procíclicos, Europa está estancada y el empleo sigue creciendo un 3% aquí. España no era una preocupación. Pero la pasada semana tanto Financial Times como The Economist dedicaron mucha atención a la economía española advirtiendo del grave riesgo de inestabilidad de un Gobierno de PP y Ciudadanos con Vox.
PP y Ciudadanos han estado gobernando desde 2017 y no han sido causa de preocupación. El temor de dos de los medios económicos más influyentes del mundo era Vox. La principal preocupación es que en su programa la formación afirmaba estar de acuerdo con los países del grupo de Visegrado que no reconocen la autoridad de la Comisión y el Consejo Europeo.
España es el país con mayor déficit público estructural de la Unión Europea y el compromiso en el mecanismo preventivo es erradicarlo antes de la próxima recesión. De no hacerlo, esta provocará una bajada de recaudación y un aumento del gasto por desempleo, y con un déficit aún tan elevado, España no tendría margen fiscal para hacer políticas anticíclicas y suavizar los efectos de la crisis sobre el desempleo.
Ir a la confrontación con Bruselas en 2012 con Rajoy en el Gobierno provocó la mayor fuga de capitales de la historia de España, el rescate, las masivas subidas de impuestos y los recortes. Lo mismo le sucedió a Italia con Berlusconi en el verano de 2011 y a Grecia en 2010 con Papandreu y luego en 2015 con Alexis Tsipras. El evento más reciente fue de nuevo en Italia el pasado año con Mateo Salvini. La confrontación con Bruselas provocó una fuga masiva de capitales, una subida de la prima de riesgo y la tercera recesión en diez años. Ese era el riesgo de Vox, y al quedar en el 10% de los votos se ha diluido.
Pero la incertidumbre continúa y los riesgos también, aunque no sean tan extremos y tan inmediatos. En economía se dice “dime a quién exportas y te diré cómo creces”; España concentra dos tercios de sus exportaciones en Europa, una economía estancada. Nuestro crecimiento es resilente, pero como confirmó la EPA del primer trimestre, el empleo en construcción crece 11% anual y supone uno de cada cuatro empleos creados en el último año, mientras las exportaciones están estancadas. De nuevo la misma historia de la burbuja que nos llevó a la peor crisis en ochenta años.
En el Atlántico también amenaza tormenta. EEUU lleva diez años creando empleo, el segundo ciclo más largo de su historia desde la década de los años noventa. Igual que en los noventa, según los indicadores de sobrevaloración del Nobel de Economía Robert Shiller, hay una burbuja bursátil similar a la de 2001 y superior a la de 2007.
El PIB del primer trimestre en el país ha registrado una caída del consumo de bienes duraderos y de la inversión en equipo, lo cual refleja un deterioro de las expectativas futuras de las familias y empresas estadounidenses. Y las ventas de las empresas han crecido sólo el 2% anualizado también en el primer trimestre, prácticamente la inflación. O sea: la recesión está próxima y provocará el pinchazo de la burbuja bursátil y otro episodio de inestabilidad financiera mundial.
España sigue siendo un país que vive a crédito, aunque los políticos de todos los partidos no se lo hayan explicado a sus votantes durante la campaña ni en sus programas electorales. Cada mes, el Tesoro público emite unos 20.000 millones para pagar pensiones, seguro de desempleo y el sueldo de nuestros funcionarios El PSOE es la única opción para gobernar, pero tiene 123 escaños, 14 menos que el PP en la anterior legislatura, que duró menos de dos años. Las matemáticas permitirían un Gobierno estable del PSOE con Ciudadanos con 180 escaños; PP y Ciudadanos en la anterior legislatura sumaban 169. Pero la distancia entre ambos partidos y especialmente entre sus líderes es tan amplia que la probabilidad de que se produzca es muy reducida.
La alternativa vuelve a ser un Gobierno con cuatro partidos o más, sin Puigdemont, pero con la necesidad de negociar con Esquerra Republicana, que ha aumentado un 60% sus votos desde las elecciones generales de 2016. Y Podemos exige entrar en el Gobierno. Por lo tanto, la fragmentación y los problemas de gobernabilidad continúan.
En ese escenario, es poco probable ver reformas muy profundas y habría que buscar las que, viendo los programas económicos, son asumidas por todos los partidos. La principal sería la transición energética. Hoy la tecnología fotovoltaica es la más barata para producir electricidad, y lo es más en España que en el resto de Europa, al tener nuestro países el doble de horas de sol que Alemania o Francia. La inversión sería privada, familias en comunidades de vecinos donde el ahorro es mayor, y también empresas, lo cual aumenta su competitividad al reducir los costes de producción.
Otra prioridad donde ni hay plan ni los españoles somos conscientes del problema pasa por adaptarnos a la inteligencia artificial y difundir esa tecnología en nuestras empresas para que compitan en igualdad de condiciones con sus competidores mundiales.
Los resultados pueden verse en 2023 pero hay que empezar hoy mismo. Ya hemos perdido demasiado tiempo.
José Carlos Díez es Profesor de Economía de la Universidad de Alcalá