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El Foco
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Por qué está en crisis el sector de los cítricos

Hay que ir reduciendo la estrategia comercial atomizada para hacer frente a la globalización

Naranjos en Alzira, Valencia.
Naranjos en Alzira, Valencia.GETTY IMAGES
CINCO DÍAS

Si la incertidumbre es el signo de nuestro tiempo el sector citrícola, de la Comunidad Valenciana, no es ajeno a ella, sobre todo para las naranjas y mandarinas, pues la actual campaña está siendo dramática para muchos agricultores. Sus precios en origen se han hundido.

En este sentido, la actividad productiva y exportadora de las naranjas es una de las de mayor tradición e importancia de la agricultura y la economía española. Así, la superficie cultivada de cítricos en España es de 300.000 hectáreas, con más de 125.000 agricultores. La Comunitat Valenciana ocupa el primer puesto en el ranking y aglutina el 60% del total de hectáreas, así como, el 65% de los productores. Su producción, en esta campaña, es de más de 7 millones de toneladas (55% para exportación), lo que representa el 54% del total producido en España, y concentra el 80% de la exportación a terceros países. La población ocupada se sitúa en unas 270.000 personas en tareas de cultivo, recolección, comercialización, transportes y trabajos auxiliares.

Pero, generalmente, la estructura de sus propiedades agrícolas son de tamaño reducido (minifundio) lo cual dificulta su explotación y gestión, a la que se puede dar solución a través de cooperativas, mientras que en el resto de Comunidades Autónomas predominan las grandes explotaciones (latifundio).

Las causas de la crisis actual que vive el sector citrícola (sobre todo naranjas y mandarinas) son diversas y complejas, al igual que los retos que tiene planteados. Es difícil que una crisis sea debida al comportamiento de un solo factor.

Así, para algunos la culpa de la crisis es imputable al acuerdo comercial entre la Unión Europea y Sudáfrica (en vigor desde 2016). Para otros: no es el problema principal, no todo el mal está fuera de nuestras fronteras.

Además, se argumenta que tenemos una legislación agroambiental, de la que nos hemos dotado a través de la UE, con un alto nivel de exigencia. Tenemos mayores garantías en materia de seguridad alimentaria y sostenibilidad medioambiental y económica que la producción de terceros países. Hay que lograr posicionarse en los mercados sobre la base de aquello que nos diferencia, que es la calidad. En ocasiones, sin embargo, somos más proclives a la crítica que a sacar provecho de esta situación frente a los propios consumidores.

Si atribuimos toda la culpa a Sudáfrica y, por extensión a la UE, posiblemente no estemos acertados y no podremos resolver los problemas de fondo. Existen otros factores que combinados todos ellos han producido una mezcla letal.

En este contexto, la ley de oferta y demanda es inapelable. En esta campaña ha habido una oferta excesiva de producto lo que conlleva a una reducción importante del precio en destino. Este comportamiento es una de las características singulares en la comercialización de muchos productos agrícolas ya que el precio es muy elástico ante variaciones de la oferta.

Por otra parte, la fruta en la mayoría de comarcas productoras ha llegado con retraso, en los índices de madurez, y junto con los dos temporales que azotaron el Mediterráneo en otoño, han producido un exceso de calibres pequeños de precio inferior a los grandes calibres, que son inadecuados a las exigencias del consumidor europeo, principal destino de nuestros cítricos. Hoy el consumidor sabe más, exige más, conoce más opciones y puede comparar precios.

Con todo, no debemos olvidar que existen una serie de problemas estructurales del propio sector que proceden de años atrás:

Falta de evolución tecnológica. Aunque se ha avanzado bastante resulta insuficiente. Es necesaria una transformación en el sistema productivo ya que han quedado obsoletos algunos sistemas de producción. Continúan predominando las estructuras agrarias donde se sigue cultivando como décadas atrás. A ello, hay que añadir la ausencia de una formación adecuada entre los nuevos agricultores a diferencia de lo que ocurre en otros sectores.

Si cada vez producimos más y queremos evitar excesos de oferta es imprescindible la adecuación de la oferta a la demanda del mercado con el fin de no presionar los precios a la baja. Y aquí la obtención de una calidad adecuada y permanente es fundamental. Hay países de la UE donde el consumidor paga por unidad y no por kilo. En este sentido, parece razonable y aconsejable dedicar mayores esfuerzos en la denominación de origen protegida (D.O.P) para certificar una mayor parte de la producción citrícola con objeto de defender las características de la fruta valenciana en origen y calidad.

Hay que ir reduciendo paulatinamente el predominio de una estrategia comercial atomizada para poder hacer frente a la globalización. Por ello, es necesario trabajar en concentrar la oferta, ya sea a través de cooperativas, organizaciones de productores o entidades asociativas prioritarias... para tener capacidad para negociar precios. Además tenemos que trabajar en la reducción de los costes de producción, en temas como el energético, el transporte, para lo que es básica la investigación y que está llegue hasta las explotaciones.

Se hace necesario mejorar el funcionamiento de Intercitrus (interprofesional citrícola española) organización formada por representantes de organizaciones agrarias, cooperativas, industria y empresas privadas. Es una figura clave en el actual marco europeo para gestionar la crisis del mercado. Tomar acuerdos comerciales y fechas de recolección de cada una de las variedades para que los precios se mantengan a niveles razonables, como así mismo, que los excedentes de producción puedan canalizarse de forma planificada a la industria transformadora. Además, podría actuar como un lobby, en sentido positivo, haciendo presión organizada para sugerir al propio sector aquello que sea más adecuado. Y, de este modo, proyectar hacia los responsables políticos cual debe de ser la hoja de ruta. Es cierto que no es la solución a los problemas pero es una herramienta clave para solucionarlos. Por ello, es necesario su reactivación ya que es determinante para enfrentarse a las tempestades y llegar a buen puerto.

En definitiva, si queremos fidelizar y ampliar mercados el mantenimiento de una calidad permanente resulta fundamental. Así, es necesario articular medidas de organización, acciones promocionales para activar el consumo y logística conjuntamente, con objeto de seguir siendo el primer exportador mundial. Ello, constituye el gran desafío. De lo contrario, el sector padecerá graves problemas en el futuro.

Vicente Castelló Roselló es Profesor Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local

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