¿Burbuja en la deuda? Casi 9 billones de bonos corporativos rozan el bono basura por el parón económico
Los fondos de renta fija podrían sufrir pérdidas
Las emisiones de bonos por parte de empresas han crecido sin parar al calor de las políticas de bajos tipos de interés. La deuda que más ha aumentado ha sido la de bonos BBB, colocados por empresas que tienen la consideración de emisores de calidad pero que están en el límite de lo considerado como un bono especulativo o bono basura. Las emisiones en esta categoría han superado los 10 billones de dólares en los últimos cinco años (8,7 billones de euros). La desaceleración económica y el endurecimiento de las políticas monetarias amenazan con rebajar la calificación de miles de compañías cuyos bonos perderían compradores potenciales, lo que podría hacer colapsar este mercado.
“Es una de las cuestiones que más nos preocupa para este 2019”, explica Emilio Ortiz, director de inversiones de Mutuactivos. “La cantidad de emisiones BBB ha sido enorme. Ahora, con la subida de tipos por parte de la Fed, van a ver cómo se encarecen sus costes financieros. Además, se van a producir revisiones a la baja de las perspectivas de ingresos, lo que puede provocar que las agencias de calificación degraden a muchos de estos emisores a la categoría de bono basura”, comenta.
Entre 2014 y 2018 las empresas estadounidenses emitieron 1,42 billones de dólares en bonos BBB, según datos facilitados por Dealogic. En el mismo periodo las empresas chinas colocaron 2,87 billones; las alemanas, 0,77 billones, y las japonesas, cerca de 0,96 billones. En total, las emisiones en esta categoría en los últimos cinco años superan los 10 billones de dólares, lo que pone de manifiesto cómo la cantidad de bonos con calificación BBB ha aumentado de manera exponencial. Según el índice de Bloomberg Barclays, solo en EE UU estos activos representaban en 2018 el 49% del total de bonos corporativos, lejos del 34% que suponían 10 años antes.
Las amenazas para este tipo de compañías vienen por dos lados: el financiero y las ventas. En el primero, es ya una realidad que la edad de los tipos cero ha llegado a su fin. Un cambio que ha empezado Estados Unidos, pero poco a poco se irán sumando otras economías. Durante años, esta política monetaria ha permitido a esta tipología de empresas financiarse a tasas históricamente bajas, pero esto se acabó. Además, la desaceleración de la economía mundial va a obligar a muchas compañías a revisar sus previsiones de ingresos para los próximos años, un proceso que en EE UU ya ha comenzado. Muchas empresas han comenzado a recortar sus previsiones ante el fin de la expansión fiscal de la Administración Trump y los efectos de las políticas proteccionistas.
Estos dos factores van a reducir los márgenes de las empresas que tienen calificación crediticia BBB y algunas de ellas verán cómo les degradan a la categoría de bono basura.
“La mayoría de los fondos de inversión y planes de pensiones tienen un mandato que les permite invertir en bonos de compañías investment grade [la calificación crediticia que comienza en BBB]. Para esta categoría hay un mercado de compradores amplio, pero si muchas de estas firmas bajan su calificación se verá que no hay suficientes compradores, lo que hará que se desplome el valor de estos bonos”, explica Miguel Ángel García, director de inversiones de Diaphanum. “Nosotros en este activo preferimos a los emisores de calidad máxima, porque los que están un escalón por debajo ofrecen una rentabilidad que no compensa el riesgo asumido”, afirma.
Los expertos avisan de que si bien hasta el momento las tasas de impago han estado en niveles muy bajos –según Moody’s alcanza el 2%, frente a su media histórica del 5%–, los bonos de alto rendimiento son un arma de doble filo pues los precios actuales no reflejan el riesgo de default. Si bien hasta el momento han sido un activo que ha permitido obtener un extra de rentabilidad, en un clima de desaceleración es de prever que las tasas de impago aumenten.
Las amenazas a las que se enfrenta el mercado son elevadas. Andrew Soutch, de S&P, prevé un crecimiento más bajo en Reino Unido y apunta a los posibles resultados del Brexit como un obstáculo para las economías británica y la zona euro. A esto se suma un potencial fracaso de las negociaciones entre EE UU y China, lo que terminaría acelerando el frenazo de la economía mundial. Los primeros efectos de la política arancelaria ya han empezado a sentirse con Pekín creciendo a su nivel más bajo desde 1990.
S&P pone el foco en Europa
La agencia S&P ha comenzado a realizar las primeras advertencias sobre el empeoramiento de las calificaciones de las empresas europeas, una tendencia que comenzó a mostrar los primeros síntomas en el cuarto trimestre de 2018.
De acuerdo a los datos que se desprenden del informe elaborada por la firma de rating, a lo largo del pasado ejercicio el 13% de las calificaciones asignadas fueron con perspectiva negativa. De los 74 emisores que se sitúan solo un escalón por encima del bono basura (BBB-), el 5% tiene perspectiva negativa, un porcentaje que en el caso del rating BBB alcanza al 20% de los emisores.
En la recta final de 2018, 40 compañías europeas experimentaron recortes del rating, frente a 27 que registraron ascensos de su nota. Los sectores más afectados por estas rebajas fueron el aeroespacial, el de distribución y restauración –que están sufriendo la competencia online– y de gas y petróleo, afectados por los bajos precios del crudo.