El BCE retoca a la baja sus previsiones pero no altera sus planes sobre tipos y compras de deuda
Cita los riesgos emergentes y el proteccionismo como riesgos, pero no cambia el sesgo de su discurso Recorta una décima la previsión de crecimiento de 2018 y 2019, dejando sin cambios la de inflación
El BCE ha mantenido sin cambios su política monetaria en la reunión celebrada hoy y ha reiterado la hoja de ruta avanzada antes del verano. La institución que preside Mario Draghi comenzará a recortar las compras de deuda desde los 30.000 millones de euros al mes a 15.000 millones a partir del próximo octubre y finalizarán del todo al término del año. Además, el BCE insiste en que los tipos permanecerán en los niveles actuales hasta al menos pasado el verano de 2019, sin dar detalles más concretos de cuándo llegaría una primera subida.
El BCE mantiene por tanto los tipos de referencia en el cero, nivel al que están desde marzo de 2016, y la facilidad de depósito -el interés con que penaliza a los bancos que aparcan su liquidez en la institución- en el -0,4%.
Draghi ha defendido que los estímulos monetarios siguen siendo necesarios, en un contexto en que la amenaza proteccionista y las turbulencias en los países emergentes han tomado más intensidad, aunque no cree que lo que sucede en Turquía o Argentina sea un riesgo sistémico. "Afecta a entidades individuales, con exposición local, pero no en general", ha apuntado Draghi, que ha recordado que la situación actual ha puesto de relieve las vulnerabilidades de algunos países emergentes, pero no del conjunto.
Respecto a la amenaza proteccionista, el BCE elabora sus previsiones económicas según los aranceles implementados hasta el momento, sin contar con las amenazas. Draghi ha afirmado que el análisis de su impacto en la economía dependerá de la escalada que alcance la tensión comercial, de su efecto sobre la confianza y de las implicaciones que pueda tener en la cadena de valor internacional.
El presidente del BCE reconoce que el crecimiento se ha ralentizado respecto a la pujanza de 2017, aunque todavía se mantiene sólido en la zona euro, si bien el BCE ha revisado ligeramente a la baja las previsiones de crecimiento para 2018 y 2019 por una menor contribución de la demanda externa, según lo detectado en verano. Así, espera que el PIB crezca este año el 2%, frente al 2,1% anunciado en junio, y que en 2019 avance el 1,8%, frente al 1,9% de la anterior estimación. Prevé también que la inflación subyacente descienda para remontar a final de año, aunque la institución mantiene sin cambios su previsión de IPC para este año, 2019 y 2020 en el 1,7%.
El consenso de los analistas cree ahora que el alza de tipos llegará a finales de 2019, precedida de una subida de la facilidad de depósito –en la actualidad en el -0,4%– en septiembre de 2019. "El riesgo es que se suban los tipos en un momento más débil para la economía", según ha reconocido Draghi, que ha añadido que el BCE ha debatido esta cuestión hoy brevemente.
El BCE tiene previsto también mantener la reinversión de los vencimientos de su deuda en balance, con lo que seguirá realizando adquisiciones por un largo período de tiempo una vez que haya finalizado el año próximo su programa de compras netas. De hecho, tales reinversiones garantizan compras por una cuantía de 183.000 millones de euros durante los próximos doce meses. Draghi ha señalado que no se ha debatido en la reunión sobre las reinversiones de deuda y que, en cualquier caso, respetarán el principio que han seguido las compras, en proporción al peso de cada país del euro en el capital del BCE.
El presidente de la institución ha defendido que la prioridad del BCE no está en proteger los márgenes de la banca o las aseguradoras, presionados por los tipos cero, sino la estabilidad de precios.
Draghi también ha hecho balance de lo sucedido en los diez años que se cumplen ya de la quiebra de Lehman y ha advertido que hay un único aspecto del sistema financiero sobre el que no se ha regulado, la banca en la sombra. "Los bancos hoy son más seguros pero no podemos ser complacientes", ha apuntado el presidente del BCE, que ha explicado que tras Lehman, la actividad financiera ha migrado de la banca tradicional a la no regulada, sobre la que es necesario más control.
La reunión que hoy ha celebrado el BCE llega con la resaca de la crisis de los países emergentes, con Turquía y Argentina como grandes exponentes, y en un momento de relativo enfriamiento del crecimiento de la zona euro, sobre el que Draghi ya ha advertido en reuniones anteriores. La crisis de los emergentes, fruto del proceso de subida de tipos en Estados Unidos, se suma a la amenaza de guerra comercial y su impacto potencial en el crecimiento global y al desafío que pueda plantear Italia en la zona euro con su política fiscal –a finales de mes se conocerá si su Presupuesto para 2019 respeta finalmente el objetivo de Bruselas de control del déficit–.
Mario Draghi ha valorado que las autoridades italianas han declarado su compromiso con las reglas de la UE pero ha recordado que los políticos del país han modificado su discurso en varias ocasiones y ha advertido de la necesidad de pasar de las palabras más recientes a los hechos, lo que deberá reflejarse en el Presupuesto y en su debate parlamentario. "No hemos visto ningún contagio todavía", ha precisado sobre las turbulencias en el mercado italiano.
El presidente del BCE cree que el conjunto de países del euro ha hecho un buen uso del programa de compras de deuda y ha destacado que la dispersión en el ritmo de crecimiento entre los distintos países del euro está en mínimos. Pero ha insistido también en la oportunidad que tienen los Gobiernos de aprovechar los tipos bajos para reducir sus déficit.
Los expertos creen que el BCE evitará dar una imagen pesimista de la economía de la zona euro, pero sí esperaban un ajuste ligeramente a la baja las previsiones anunciadas en junio. Nomura había previsto una rebaja modesta en el pronóstico de PIB de 2018 y 2019 y Goldman Sachs una leve rebaja de una décima en la estimación para 2018, sin cambios en la previsión de inflación. Jefferies también esperaba un recorte de una o dos décimas en la estimación del PIB en 2019, prevista en junio en el 1,9%. Para 2018 el pronóstico del BCE es hasta ahora un alza del 2,1% y del 1,7% en 2020, con una inflación del 1,7% en los tres años.