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Una guerra, un imperio y un zar: así empezaron las pioneras del Ibex 35

Seis compañías del selectivo español se fundaron a lo largo del siglo XIX Bancos y eléctricas son los sectores con más abolengo del mercado

Un grupo de trabajadores frente a una sucursal del Banco Santander, en 1923.
Un grupo de trabajadores frente a una sucursal del Banco Santander, en 1923.

Cuesta creer que una guerra a miles de kilómetros de las costas españolas diera el impulso decisivo para que se fundara a mediados del siglo XIX el Banco Santander, una de las empresas más antiguas que cotizan en la Bolsa española. Pero gran parte de entidades financieras y un puñado de grandes empresas consolidadas del Ibex 35 tienen su origen en aquellos años.

En 1853, el zar Nicolás I quería aprovechar la decadencia del Imperio otomano para expandir su influencia hacia el Cáucaso. Y los turcos, con apoyo de ingleses, franceses y sardos, lograron frenar a los rusos en la batalla del río Almá y asediar durante años la flota anclada en el puerto de Sebastopol.

La Guerra de Crimea paralizó el comercio en el mar Negro y disparó la demanda de cereales castellanos, que zarpaban hacia el resto de Europa desde el puerto de Santander. Los comerciantes cántabros venían de años prósperos por sus fluidas relaciones con los mercados coloniales y fue cada vez más evidente que los antiguos servicios de intermediación financiera no daban abasto para soportar el peso de la creciente actividad comercial.

“Nuestras plazas mercantiles se encuentran como en tiempos de Noé. En Santander no se oye otra cosa que el sonsonete de los comerciantes contando el dinero, trabajo inútil y de suma dificultad. Este entorpecimiento se evita con los bancos de emisión y descuento”, decía en 1855 José María Orense, diputado demócrata republicano frente a las Cortes Constituyentes.

Este mismo sentimiento recorría otras plazas comerciales españolas, desde A Coruña hasta Barcelona, desde Cádiz a San Sebastián. Durante las tres décadas siguientes, las burguesías provinciales fundaron más de 20 entidades financieras. De hecho, cuatro de las seis compañías del Ibex 35 que hunden sus cimientos en el siglo XIX son del sector bancario: CaixaBank, que tiene su origen en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona (1844); BBVA, que comenzó como el Banco de Bilbao (1857); Santander (1857), y Sabadell (1881).

El nacimiento y la historia de Santander sirven, en cierta medida, para echar luz sobre otros casos similares. El 3 de marzo de 1856, un grupo de notables mercaderes cantábricos, reunidos en la sede del Tribunal de Comercio, decidieron crear una institución que por fin los sacara del atraso. Con un real decreto de la reina Isabel II, el nuevo banco, como solía ocurrir en aquellos tiempos, llevaría el nombre de la ciudad.

Debió pasar más de un siglo hasta que Santander comenzara a cotizar en la Bolsa de Madrid. El 29 de marzo de 1967, los periódicos apenas se hacían eco de la noticia; tan solo una mención al pasar en alguna crónica perdida en las páginas económicas, y poco más. Ni la más mínima sospecha, ni siquiera un tímido indicio de que aquella operación corporativa podía ser el germen de una empresa valorada en casi 70.000 millones de euros, cuyas acciones suelen mover en el mercado más de 400 millones al día.

Batallas empresariales

Rastrear las compañías más antiguas del Ibex –Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Iberdrola y Naturgy– exige desandar caminos que conducen hasta rincones remotos de la historia europea. Muchas empresas fueron compradas o vendidas; cambiaron de nombre, de actividad o de ubicación; se integraron en otras más grandes o absorbieron a sus competidores más pequeños.

Iberdrola, por ejemplo, se constituyó como tal en 1992, cuando se integraron Hidroeléctrica Española e Iberduero, que a su vez se fundó en 1944 con la fusión de Saltos del Duero e Hidroeléctrica Ibérica, dos compañías con años de recorrido. Esta última, la más antigua, comenzó en 1901 como una concesionaria dedicada a la explotación de energía en los ríos de las regiones industriales del norte del país.

¿Cuál es, entonces, el origen de Iberdrola? Los más puristas dirán que la compañía es incluso más antigua, que comenzó sus andadas hace más de 170 años, en la otra orilla del océano Atlántico, en Hartford, Connecticut, con la constitución de la empresa Hartford City ­Light, germen de Avangrid, la filial norteamericana del grupo.

Naturgy, otra de las veteranas, encierra una suerte de paradoja. Es la empresa más antigua del Ibex y también la última que ha cambiado de nombre. La cotizada, que solía llamarse Gas Natural Fenosa, tiene su origen en la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas, creada en 1843 para llevar la luz eléctrica a las calles y avenidas de Barcelona. El alumbrado público era entonces toda una novedad en España, aunque ya había comenzado a instalarse desde 1812 en Londres, Bruselas, Berlín y París.

En 1866 empezó a expandirse por la Península con la compra de fábricas de gas en Sant Andreu del Palomar, Sevilla y Ferrol. A finales de siglo entró en el negocio de la electricidad térmica y en 1911 desembarcó en la construcción de saltos de agua y centrales eléctricas en los ríos que nacen en las borrascosas cumbres de los Pirineos.

Bien entrado el siglo XX, la sociedad realizó una agresiva política de adquisiciones. Primero, cambió de nombre a Catalana de Gas y Electricidad. Más tarde, a Catalana de Gas, a secas. Y en 1991 se fusionó con Gas Madrid y absorbió activos de Repsol Butano para integrar definitivamente el sector del gas en España. Así surgió en 1992 la compañía que hoy se conoce como Naturgy Energy Group.

El siglo de oro

Once compañías del Ibex tienen sus antecedentes en la primera mitad del siglo pasado. Son FCC (1900), OHL (1911), Sacyr (1921), Telefónica (1924), IAG (1927), Repsol (1928), Map­fre (1933), Grifols (1940), Abengoa (1941), ACS (1942) y Endesa (1944). La más grande, Telefónica, tiene una capitalización bursátil que ronda los 35.000 millones de euros. La empresa se fundó en 1924 con el nombre de Compañía Telefónica Nacional de España para unificar los concesionarios que explotaban el servicio telefónico en todo el territorio nacional. En octubre de ese mismo año, la firma realizó una emisión de deuda y en marzo de 1925 empezó a cotizar.

Durante sus primeros años, Telefónica modernizó su infraestructura para conectar el servicio entre pueblos y ciudades, y unir con sus cables todas las esquinas del país. El 13 de octubre de 1928, el rey Alfonso XIII visitó la sede inacabada de la empresa en la Gran Vía de Madrid y se comunicó con el presidente norteamericano Calvin Coolidge desde un “soberbio aparato telefónico de oro”, según la crónica del periódico ABC.

“Cuando dos hombres pueden hablar perso­nalmente, el peligro de cualquier diferencia se halla inconmensurablemente reducido, y lo que puede decirse de las personas es aplicable a las naciones”, dijo el monarca. Se trató de la primera llamada telefónica entre España y Estados Unidos.

En 1945, el Estado se convirtió en el principal propietario de la compañía, con un 79,6% de las acciones. Y se firmó un contrato que convirtió a Telefónica en el proveedor exclusivo del servicio de telecomunicaciones en España durante las cuatro décadas siguientes. La posición monopolística de la compañía se diluyó en 1987 con la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones, que se adaptó en 1992 a normas más liberales, en favor de la competencia dentro de la Unión Europea.

A mediados de los noventa, el Estado comenzó el proceso de privatización. La entrada del capital privado modernizó la estructura de la empresa y financió su expansión internacional. En aquellos años, Telefónica llegó a América Latina y creció en otros países de Europa. Hoy, el grupo cuenta con más de 344 millones de clientes entre telefonía móvil, fija y televisión; tiene un volumen de negocio que supera los 50.000 millones anuales, y es la segunda teleco del continente, solo por detrás de Deutsche Telekom.

Otra de las empresas emblemáticas de comienzos de siglo es Iberia, hoy incluida en el holding IAG tras la fusión con British Airways en 2011. La primera aerolínea española echó a andar la mañana del 14 de diciembre de 1927. El Rey, algunos de sus ministros y toda la plana mayor de la flamante compañía ocuparon un palco en el aeródromo de Carabanchel; bajo el cielo, cubierto de nubes, una fina cortina de lluvia caía sobre gran parte de la ciudad.

En la pista, un trimotor Rohrbach Roland capaz de transportar 2.568 kilos de carga por el cielo a unos 160 kilómetros por hora, remontó a mediodía el vuelo y dejó atrás la ciudad unos minutos. En realidad, el primer vuelo de Iberia ya había despegado unas horas antes, desde Barcelona. El plan de los directivos era que el Rey contemplara el primer aterrizaje de Iberia justo antes de aquel despegue. Pero, por culpa de la tormenta, el avión debió desviarse al aeródromo de Almazán (Soria) y llegó a Madrid sobre las dos de la tarde, con tres cuartos de hora de retraso. Una demora razonable, que no impidió un aterrizaje feliz.

El largo camino del mercado español

Los primeros años. La Bolsa de Madrid se fundó en 1831 y sus primeros 40 años estuvieron ligados al devenir de la deuda pública española. Con un país atrasado en lo industrial y convulso en lo político, asediado por la Primera Guerra Carlista, la presencia de compañías privadas en el mercado fue muy escasa. Apenas seis empresas cotizaban en la Bolsa de Madrid antes de 1850: el Banco de San Fernando, una minera, una aseguradora y tres de servicios generales (transporte y gas), según BME.

Las pioneras. Seis empresas que hoy cotizan en el Ibex 35 tienen sus orígenes en el siglo XIX. Se trata de Iberdrola, Naturgy, CaixaBank, Santander, BBVA y Sabadell.

El siglo XX. En las dos primeras décadas del siglo pasado, el número de empresas cotizadas pasó de 69 a 121. Durante esos años también cambió la estructura de la Bolsa, con la incorporación de nuevos valores industriales y las eléctricas. La venta de acciones en pesetas nominales alcanzó un 40% del volumen negociado y el sesgo casi exclusivo por la renta fija quedó finalmente atrás. La Bolsa integró empresas como Duro Felguera, Azucarera o Altos Hornos. En la década de los años 20 se sumaron Telefónica y Campsa, antecedente de la actual Repsol.

Un paso adelante. En los años treinta el parqué llegó a tener 180 cotizadas, y en la década siguiente hubo un aluvión de nuevas inmobiliarias, unas 40 en total. En los cincuenta se incorporaron Seat, Petróleos, Cros y Explosivos. Telefónica y las eléctricas representaban el 40% del valor total y los bancos apenas el 13%, según BME.

Nace un gigante. Inditex, la empresa con mayor capitalización de la Bolsa española, se fundó en 1985, pero Amancio Ortega y Rosalía Mera ya habían abierto la primera tienda de Zara en 1975. Desde su estreno bursátil, en 2001, la firma ha sextuplicado su valor hasta el entorno de los 88.000 millones de euros.

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