Un máster para atacar la exclusión social
El programa extracurricular FPlaB potencia las habilidades de jóvenes de 16 a 19 años con riesgo de fracaso o abandono En España, la tasa de abandono escolar temprana se acerca al 20%
Por desgracia, no todos los jóvenes terminan sus estudios. Ni pisan la universidad. Tampoco se preparan para dedicarse a un oficio determinado: informático, peluquero, mecánico… La falta de motivación, confianza, autoestima o de modelos a seguir hace que se perciban a sí mismos como buenos para nada. Pero en la mayoría de los casos no es por falta de ganas.
En España, la tasa de abandono escolar temprana se acerca al 20%, una de las más altas de los países ricos que forman la OCDE. Son chavales de entre 18 y 24 años que no han obtenido el título de enseñanza secundaria obligatoria (ESO) o han dejado el colegio tras haberlo adquirido, según los últimos datos del informe PISA. Un porcentaje que sube al 40% en entornos desfavorecidos, aquellos que están en el quintil de renta más pobre, contabiliza la ONG Save the Children.
La tasa de fracaso escolar llega al 40% en entornos desfavorecidos, aquellos que están en el quintil de renta más pobre
Con estas demoledoras estadísticas en la mano y después de participar en el programa Empieza por educar, de la fundación de nombre homónimo, seis profesores de formación profesional (FP) que trabajan en entornos de riesgo de exclusión social se embarcaron en 2016 en un proyecto contra el fracaso escolar. “Hay muchas competencias que se les supone a los chicos de FP, pero que el colegio no da abasto para trabajarlas. Tampoco tienen las mismas oportunidades que un bachiller o universitario”, aprecia Lara Crespo, investigadora en biomedicina y portavoz de la iniciativa.
Así surge el Máster FPlaB. Un programa de formación extracurricular, experiencial y de acompañamiento que potencia las habilidades comunicativas, organizativas, digitales y de emprendimiento de este colectivo para elevar su motivación y autoconfianza. “El objetivo es que identifiquen lo que les gusta y sientan pasión por ello; es la manera de trabajar su futuro”, expone.
Hay participantes del programa que deciden dar el salto a la universidad o lanzar una empresa. Rompen el techo de cristal
Cómo funciona
Para llevarlo a cabo, crearon en 2017 la asociación En la Última Fila, con la que obtuvieron 13.500 euros a través de una campaña de crowdfunding (micromecenazgo), y contaron con el apoyo de la Fundación Ship2B y del despacho Vento Abogados y Asesores.
El curso se imparte cada lunes, de 17.30 a 20.15, durante siete meses (octubre-mayo), en el espacio de coworking y emprendimiento social Impact Hub Madrid. En el pasado 2017-2018 participaron 16 jóvenes de 16-19 años. Todos cursaban segundo de formación profesional básica (FPB) en cuatro centros educativos madrileños. La mitad había repetido una vez, y la otra, dos.
El curso se imparte cada lunes de octubre a mayo en Impact HuB Madrid
“En general, son chicos que vienen de familias con recursos limitados y una tasa de empleo baja. Chicos que han repetido curso, que están muy desmotivados y vienen de ser los últimos de la fila, a los que todo el mundo dice: ‘No vales para nada’. Tienen un techo de cristal enorme”, retrata Crespo.
Metodología
La formación se sustenta en tres pilares: los laboratorios, el programa de mentores y los viajes. El primero se centra en el desarrollo de proyectos en equipos de cuatro alumnos, para lo cual recurren a las metodologías empresariales learning by doing (aprender haciendo) y design thinking (idea y analizar), utilizadas ya con frecuencia en educación.
Los alumnos reflexionan así sobre distintas problemáticas sociales, exponen varias ideas (brainstorming) y deciden, mediante votación, la dificultad a solucionar. “El proyecto es una excusa para enseñarles que son capaces de hacer algo e incrementar mucho su motivación y confianza”, admite Crespo.
La formación se sustenta en tres pilares: los laboratorios, el programa de mentores y los viajes
Los cuatro proyectos desarrollados el curso pasado (dos de ocio, uno contra la violencia de género y otro de ayuda a personas sin hogar) terminaron en prototipo. Incluso uno de ellos, Espacio juventud, de ocio sano ambulante para el extrarradio de Madrid, fue presentado al Ayuntamiento.
“Aprendes a trabajar en equipo, a confiar en las personas que están contigo y a sacar adelante las cosas, pase lo que pase”, relata Javier Molina, de 19 años, integrante del grupo que impulsó dicho taller y que ahora emprende un proyecto personal “aún secreto” —sonríe— con un amigo.
Con el segundo, el de mentores, que se celebra una vez al mes y está a cargo de profesionales de áreas muy diversas (doctoras en Farmacia, comunicadores, historiadores del arte o ingenieros informáticos), pretenden crear referentes positivos, que intervienen también en su desarrollo personal, explica.
El largo camino a la universidad
La formación profesional básica (FPB) apareció con la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) de 2013, que sustituyó al Programa de Cualificación Profesional Inicial.
Este programa de dos años se ofrece al alumno de 15-17 años que ha cursado tercero de enseñanza secundaria obligatoria (ESO) (o segundo en casos excepcionales) y ha repetido. El claustro de profesores es responsable de la decisión.
“En vez de hacer tercero de la ESO, hace primero y segundo de básica. Cuando termina, obtiene un título que le habilita para los ciclos formativos de grado medio, luego pasa a los de grado superior y, finalmente, a la universidad. El camino es más largo”, explica Lara Crespo, portavoz del Máster FPlaB. “Lo que intenta la FPB es rescatar a los chicos que han abandonado sus estudios. Y no está mal, porque la FP está muy mal valorada en España; hay que dignificarla”, defiende.
Y con los viajes, la idea es que salgan de su zona de confort y rompan fronteras. “Estos no, pero muchos chicos de Tetuán a los que he dado clases no habían ido a Sol o iban cada tres meses. Salir del barrio es importante”, opina.
De las tres excursiones realizadas, la más destacada fue la de Bilbao, a la Universidad de Mondragón. “Descubrí algo que nunca me había venido a la mente, ¡que quiero ir a la universidad! Fue brutal. Este centro se basa en que tú te buscas la vida; si quieres crear una empresa de esto, estudias eso. Me encantó”, recuerda emocionada María José Dalmau, de 19 años. La joven dominicana se refiere al grado de cuatro años en Liderazgo Emprendedor e Innovación (LEINN) que ofrece este centro.
Máster FPlaB fue reconocido por los Premios Generacción de la Fundación Cotec, Deloitte y la Real Academia de Ingeniería por su innovación educativa. En la Última Fila, la asociación gestora, busca ahora apoyo financiero para el curso de 2018-2019. De momento, cuenta con el aval del Programa de Voluntarios de Fundación Telefónica, que se hará cargo de una parte de los gastos. Sus fundadores también barajan llevar esta metodología a los colegios, como medio de sostenibilidad económica.
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