El Banco de España y sus manías...
El supervisor obvia cuestiones importantes al centrarse solo en los salarios
El Banco de España, al hilo de la publicación de datos del INE del II trimestre de la EPA, ha decidido opinar sobre la evolución futura de la negociación colectiva tras la firma del AENC. Como es de costumbre, solo sobre el acuerdo de recomendaciones salariales. Porque la estabilidad del marco laboral, la solución autónoma de conflictos, las propuestas conjuntas de sindicatos y organizaciones empresariales para la modificación de algunas de las barbaridades contenidas en la reforma laboral y que han provocado precariedad laboral y competencia desleal por la vía de la desregulación, o la lucha contra la economía sumergida, no tienen importancia para el Banco de España.
En su obsesión absurda (e histórica) de advertir sobre la terrible amenaza de los incrementos salariales, sea cual sea el momento económico, el Banco de España advierte del peligro para la economía de que algunos trabajadores con salarios de miseria puedan llegar a convertirse en mileuristas en 2020. Cuando todos los organismos internacionales avisan del peligro que la enorme devaluación salarial y la incapacidad de recuperarse de los salarios está suponiendo para la economía española, el Banco de España advierte de la debacle económica que puede suponer aumentar los salarios en tres años hasta mil euros al mes como mínimo.
Señala el Banco de España que la recomendación de alcanzar un salario mínimo de convenio de 14.000 euros anuales hasta 2020 “podría tener efectos significativos sobre la distribución salarial”. Es de lo que se trata. De reducir la desigualdad generada durante los años de devaluación salarial y de reducir la pobreza laboral, que han aumentado en España de manera destacada entre los de nuestro entorno.
Los datos no engañan.Recientemente conocimos la evolución del Índice de Precios del Trabajo de 2016, que reflejó un nuevo desplome del 1,3% en un año en que el PIB creció al 3,2%. De este modo, el saldo acumulado en el periodo de 2009 a 2016 supone una pérdida media de poder adquisitivo de los salarios de 10,8 puntos, y ese descenso fue mayor para quienes cobran menores salarios.
El desequilibrio a favor de los empresarios introducido en la negociación colectiva y en el conjunto de las relaciones laborales por la reforma laboral ha dado lugar a una situación en que en periodos de elevado crecimiento económico los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo, situándose en niveles de miseria, aumentando el volumen de trabajadores en situación de pobreza y exclusión. Y, consecuentemente, reduciendo nuestra capacidad de crecimiento y creación de empleo.
El PIB ha superado el nivel anterior a la crisis, pero el consumo de las familias se sitúa todavía 4,6 puntos por debajo del de 2008. Y esto reduce nuestras posibilidades de crecimiento. Por eso, el ataque arbitrario del Banco de España al crecimiento de los salarios más bajos, que han sufrido la crisis de manera más intensa, y en particular del salario de los jóvenes, resulta no solo injusto, sino incluso de una inconsciencia preocupante.
Porque no se le escapa al Banco de España el peligro económico de mantener altos niveles de desigualdad económica y social, ni las recomendaciones de recuperar salarios de los organismos internacionales y nacionales. Afirma el organismo que la incidencia de elevar los salarios a mil euros será superior en “algunos colectivos, como ciertas ramas de servicios”, y como no son colectivos, para justificar que no suban los sueldos en esas ramas de servicios, se aferra a los menores de 25 años, porque la empleabilidad de las ramas de servicios difícilmente puede verse afectada. Y las ramas de servicios no tienen formación ni experiencia laboral.
Es decir, que amenaza con que los menores de 25 años, que ya sufren mayores tasas de desempleo, por falta de formación y de experiencia, van a ver cuestionada su empleabilidad si suben los salarios de quienes están cobrando menos de mil euros en jornada completa, con independencia de si son mayores o menores de 25 años.
Que los salarios caigan en una fase de plena expansión económica es una grave anomalía que no parece preocupar al Banco de España. Pero es una situación insostenible y supone un lastre para el crecimiento y, en consecuencia, para la creación de empleo. Hay que distribuir mejor los frutos del crecimiento económico, a través del aumento salarial y de la generación de empleo de calidad. No puede ser que las empresas hayan más que recuperado sus niveles de beneficios y los trabajadores continúen con el deterioro de sus salarios. Y no puede ser que en periodos de crecimiento no se ataque, como problema principal, el aumento de la pobreza y de la desigualdad.
Con menos de 1.000 euros al mes no se puede vivir.Las organizaciones empresariales llevan tiempo admitiendo que con salarios ínfimos no se puede vivir, pero han tardado mucho en querer actuar. Por ello, el AENC es un acuerdo muy positivo en su parte salarial para la economía del país. Porque fija aumentos salariales que deben permitir avanzar en la recuperación salarial para el conjunto de los trabajadores, teniendo en cuenta las circunstancias de cada empresa. Y porque permite un incremento mayor para los salarios más bajos, que han perdido más poder de compra, y que deben recuperar progresivamente ese poder adquisitivo. Marca una senda de tres años para la implementación del objetivo de 1.000 euros al mes como mínimo.
No solo no pone en peligro la evolución de la economía, sino que la traslación de estos criterios a los convenios colectivos cambiará la actual dinámica de caída salarial que tanto perjuicio está ocasionando a la calidad de vida de la mayoría de los hogares de nuestro país y al conjunto de la economía, y será un acicate muy importante para mejorar el empleo creado, reducir la pobreza y la desigualdad y mejorar la calidad de vida. El Banco de España tiene que respetar la autonomía de las partes en la negociación colectiva y dejar de hacer valoraciones parciales e ideológicas a futuro. Y vigilar el funcionamiento del mercado financiero y las buenas prácticas de la banca, que eso sí nos ha llevado a problemas económicos serios en más de una ocasión. De la última todavía no nos hemos recuperado.
Consideramos que, en su labor de estudios económicos, debería hacer hincapié no tanto en prever la evolución de los salarios en la negociación colectiva, sino más bien en el fortalecimiento de la estructura económica, recomendando un cambio en el modelo productivo, con un decidido impulso a los sectores industriales, con un incremento del esfuerzo en I+D, que nos permita pasar a un modelo basado en una industria de alto valor añadido en sectores sostenibles económica, social y medioambientalmente, que generen más empleos y de mayor calidad. De ese modo, se reducirán los problemas con la empleabilidad de “ciertas ramas de servicios”.
Gonzalo Pino es secretario de Política Sindical de UGT