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Tribuna
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Un atraso de siglos en la igualdad de sexos de los consejos

Solo Noruega y Francia cumplen los objetivos europeos para lograrla en 2020

La nueva subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado
La nueva subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado

Una mujer, Margarita Delgado, será subgobernadora del Banco de España, persona de gran preparación y conocimientos técnicos, jurídicos y económicos para desempeñar el cargo. Parece que estamos muy reivindicativas con alcanzar la igualdad, pero es que hay un atraso de siglos. Estamos en el siglo XXI y aún no se ha alcanzado la verdadera igualdad, Como decían los del mayo francés: es triste tener que luchar por lo evidente.

Una empresaria de gran nivel manifestó no hace mucho tiempo que una empresa se equivoca al contratar a mujeres de entre 25 y 45 años, época de fertilidad y posibilidad de baja maternal. Luego se retractó cuando recibió críticas severas por esta declaración tan malthusiana. La opinión de esta señora no puede aceptarse, lo mismo que si dijera que no debía contratarse a los hombres mayores de 50 años a causa de las cardiopatías o enfermedades prostáticas, tan frecuentes en esa etapa de su vida.

Las mujeres han demostrado su preparación en todos los ámbitos y en todos los países del mundo. No hay que olvidar a las madres africanas cargando provisiones en los cestos de más de 30 kilos con los niños a la espalda a los que dan toda su ternura a pesar de las dificultades, y es admirable cómo funcionan los microcréditos que reciben de organismos europeos, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) trabajando con rigor y devolviendo lo prestado con la máxima puntualidad.

En diferentes sectores laborales han demostrado su competencia. Son muy estimadas las mujeres que recogen aceitunas, envasadoras, profesoras, farmacéuticas, médicas que realizan su actividad con excelentes resultados, empleadas del hogar, enfermeras, estos sectores no tienen el menor problema. Nadie ha podido demostrar que funcionen con poco rigor.

El profesor Lorente Acosta ha mantenido que para alcanzar la igualdad es necesario que las mujeres lleguen a desempeñar cargos de alta responsabilidad para los que están absolutamente capacitadas. Es evidente que toda mujer que trabaja en casa dirige una empresa de mediana o grandes dimensiones, una pyme.

La Comisión Europea aprobó una directiva en el año 2012 con un objetivo concreto: que en el 2020 los consejos de administración estén formados al menos por el 40% de mujeres. Es una tendencia, no una cuota en sí misma. Hay países que cumplen la expectativa: Noruega, un 42%, Francia un 40%, Finlandia y Suecia, que superan, el 28% pero otros van muy rezagados. Sin ir más lejos España está muy atrás en la Europa de los 28.

Después de seis años de la aprobación de la nueva directiva, según expresó una parlamentaria europea, se ha incrementado el número de consejeras al 30% y han mejorado los procesos de selección. Ahora nadie se atreve a decir que las mujeres no están preparadas para incorporarse a los consejos de administración de las empresas u órganos de Gobierno, pero todavía hay que superar la cultura negativa y la psicología: las mujeres con frecuencia no solicitan las plazas, subestiman sus habilidades y desempeño, mientras que los hombres sobrestiman sus capacidades, aunque no sean diferentes en calidad.

Una mujer de más de 45 años tuvo el acierto de solicitar un empleo presentando un currículum muy completo: amplios conocimientos de economía, de enfermería, de magisterio. Había gestionado durante varios años una pequeña empresa, su hogar, con cinco hijos. Una verdadera empresaria con capacidad y eficacia.

Pasan los años y cambian poco las cosas, sigue siendo noticiable que una mujer dirija un banco, una macroempresa, llegue a directora de un hospital o magistrada del Tribunal Supremo. Continúan en vigor lo viejos conceptos del patriarcado que ya existían en el código ancestral de las Euménides, donde los dioses declararon inocente al matricida alegando que un hombre no delinque. De ahí han debido tomar el mal ejemplo los asesinos de mujeres a manos de su pareja, que tanto están proliferando con pasividad del colectivo social. Parece que la mujer no importa en la sociedad. Su trabajo dentro y fuera del hogar, soporte de la familia, es invisible. En el pasado, en una familia de escasos recursos solo estudiaban los varones, el reparto era inicuo, si los padres solo podían pagar los estudios a uno de ellos, el elegido era el varón.

El trabajo doméstico, aunque los hombres van participando, recae casi exclusivamente sobre las mujeres, así como el cuidado de los hijos y de los que sufren discapacidad en las familias. Es una pena: los hombres se están perdiendo la satisfacción que produce cuidar y orientar a los niños y participar en las tareas del hogar con intensidad. No hace falta ir a un gimnasio. Limpiar la casa, el suelo, los cristales, los alicatados, son un ejercicio completo y además, se rentabiliza el esfuerzo.

Guadalupe Muñoz Álvarez es académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación

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