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La guerra comercial continua, pero seguimos hablando de "normalidad".

Ayer la Unión Europea impuso aranceles, con efecto desde este mismo viernes 22 de junio, del 25% a una serie de productos de EE.UU. La lista de productos afectada se conocerá con detalle el mismo viernes. Aunque de momento, se ha filtrado se verán afectados por esta primera oleada de aranceles del 25% casi 200 productos por valor de 2.800 millones de euros sobre productos simbólicos e icónicos estadounidenses como la mantequilla de cacahuete, los vaqueros Levi’s, el whisky Bourbon o el zumo de naranja.

Celia Malmstöm, Comisaria de Comercio de la UE, aseguró que la medida era una respuesta a los aranceles sobre el acero y aluminio europeas impuestas por la Administración de Donald Trump y cuyos efectos se calcula que rondarán los 6.400 millones de euros. «No queríamos estar en esta posición [pero] la decisión unilateral e injustificada de EE.UU. de imponer aranceles al acero y aluminio de la UE no nos deja otra opción [...] Las reglas del comercio internacional, que han sido desarrolladas en los últimos años mano a mano con nuestros socios americanos, no pueden ser violadas sin una reacción de nuestra parte [...] Nuestra respuesta es medida, proporcionada y está plenamente en línea con las reglas de la OMC», finalizó la Comisaria Malmström.

Ayer fue el tercer y último día de la quinta edición del foro anual del BCE en Sintra (Portugal). Draghi y Powell fueron los ponentes más destacados ayer y mantuvieron la perspectiva de que la política monetaria seguirá avanzando hacia un escenario "normalización". Draghi insistió en que confía en que la inflación en la zona euro siga una tendencia hacia el objetivo en torno al 2%. El BCE ya anunció que mantendrá los tipos actuales al menos hasta el verano de 2019 y que será "paciente" antes de subirlos, pero Draghi confió ayer miércoles en que el escenario económico en Europa avance hacia una normalización de la política monetaria.

Por su parte, Jerome Powell insistió en que el escenario económico de EE.UU., con bajo desempleo e inflación cercana a las expectativas, justifica que se sigan subiendo los tipos de interés gradualmente.

La pendiente de la curva.

La reducción de la pendiente de la curva genera una importante controversia dado que muchas veces este indicio adelanta una recesión. La explicación es que cuando los tipos de corto suben más que los de largo plazo el coste del dinero actual es más alto que el promedio estimativo en el futuro. En ese contexto las empresas pueden dejar de invertir e incluso comenzar a repagar deuda. Ahora bien algunos analistas sugieren que la parte del tramo largo de la curva esta artificialmente baja como consecuencia de las compras de bonos de la Fed y de otros bancos centrales.

No obstante, ya tuvimos un caso parecido en otro entorno (que el propio Greenspan calificó de ‘conundrum’ o acertijo sin respuesta) en el que los tipos a largo se mantenían inusualmente bajos. Alan Greenspan explicó este enigma como resultado de dos fenómenos. Por un lado estaba la reducción de las expectativas de inflación en el mundo (como consecuencia de la incorporación a la economía de mercado de los antiguos países de economía centralizada, incluida China) y por el otro, había un exceso mundial de ahorro derivado de los grandes superávits de la balanza de pagos y del crecimiento de los países emergentes (que parece ser, tiene una propensión al ahorro mayor que los países industrializados).

En el largo plazo, Greenspan esperaba que ambos factores excepcionales desaparecerán. Ya que por un lado, los salarios y la inflación en China empezarán a crecer, lo que elevará las presiones inflacionistas en todo el mundo. Por lo que corresponde al segundo factor, el crecimiento del nivel de vida en los países emergentes reducirá también su propensión al ahorro lo que (no alterándose la propensión en los países industrializados) reducirá el exceso global actual.

Otros sin embargo atribuían los extremadamente bajos niveles de tipos a largo plazo a un "retorno desde China de la expansión crediticia de Estados Unidos" de aquella época. Cuando los chinos exportaban a Estados Unidos sus productos, recibían como compensación dólares. Los exportadores chinos acudían al Banco Central Chino para cambiar estos dólares por yuanes (compraban yuanes y vendían dólares) y éste los invertían en activos a largo plazo (en dólares obviamente) presionando a la baja su rentabilidad.

Lo que queda claro es que los mercados no están trabajando con normalidad. La hiperactividad de los bancos centrales le han restado capacidad predictora y es difícil sacar conclusiones de ella. Debemos acudir a otros parámetros. La inestabilidad política y social, el auge de los populismos y el creciente aumento del endeudamiento público (a pesar del optimismo y la "recuperación económica") por señalar algunos que veo con preocupación, nos dan señales de que "algo no va tan bien".

El tan cacareado retorno de la inflación se resiste a concretarse. Y cuando empieza a asomarse, la población no responde con la ilusión con que tanto anhelan algunos. Ese es el verdadero "conundrum". Como explicarles a todos que con unos ingresos estancados y una creciente precariedad laboral, la inflación puede ser buena: la "solución" (¿?). El viejo modelo económico, que vive de un endeudamiento creciente, teme la deflación. La población (nada o poco endeudada) no debería.

Lo «viejo» en su eterna lucha con lo «nuevo».

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