España recupera la credibilidad perdida durante la crisis
El reparto de cargos margina a los candidatos españoles desde hace seis años La silla del BCE compensa en parte la pérdida de influencia española en la UE
La candidatura de Luis de Guindos a la vicepresidencia del Banco Central Europeo culmina una laboriosa tarea de recuperación del prestigio de España en la Unión Europea tras el batacazo sufrido durante la crisis financiera desencadenada en 2007.
El probable regreso a la cúpula del BCE llega después de que las principales capitales europeas, incluidas Berlín y París, hayan reconocido, en público y en privado, que la cuarta economía de la zona euro estaba infrarrepresentada en los principales organismos comunitarios.
La candidatura de Guindos, que se enfrenta a la del irlandés Philip Lane, sumó ayer mismo los primeros apoyos con el respaldo público de Croacia y Portugal, que se suman a los esperados de Alemania y Francia.
Todo apunta a que el español resultará elegido en la reunión del Eurogrupo del próximo 19 de febrero, aunque deberá enfrentarse a las críticas en el Parlamento Europeo tanto por su pasado político como por su paso por el sector privado. Aun así, todas las fuentes coinciden en las grandes posibilidades de que se imponga una candidatura que devuelve a España parte del peso europeo perdido.
España pasó en poco tiempo de ocupar varios de los principales puestos del entramado comunitario (presidencia del Parlamento Europeo, vicepresidencia de la CE, máximo representante de la política exterior...) a quedarse relegada en numerosos nombramientos.
La puntilla llegó en 2012, cuando expiró el mandato de José Manuel González Páramo en el comité ejecutivo del BCE y fue reemplazado por el luxemburgués Yves Mersch.
El desalojamiento de España del BCE se interpretó como el castigo impulsado por Berlín por la debacle de la banca española, que fue rescatada en junio de 2012.
A partir de entonces se cerraron casi todas las puertas y el propio Guindos vio frustrada su candidatura a la presidencia del Eurogrupo, que fue a parar al holandés Jeroen Dijsselbloem, un ministro entonces recién nombrado y sin experiencia.
La caída de España también se vio agravada por la espantada de altos cargos españoles (Rodrigo Rato en el FMI, Josep Borrell en el Instituto de Estudios europeos...) o por as querellas internas nacionales (que forzaron la salida de Magdalena Álvarez del Banco Europeo de Inversiones).