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La tribuna de los fondos
Tribuna
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El mercado de contratos cambiará con el ‘blockchain’

Ethereum permite que no puedan ser manipulados por ninguna de las partes

BKEYCHAIN
CINCO DÍAS

El dinero, sobre todo el que aspira a quedarse en nuestras vidas un largo periodo de tiempo, ha de cumplir una serie de propiedades: debe ser fungible, divisible, perdurable en el tiempo, limitado y portable. El bitcóin cumple todas y cada una de estas propiedades, alguna de ellas de forma más eficiente que las divisas con las que convivimos actualmente.

Pero, ¿cuál es el valor de un bitcóin? Su valor depende directamente del efecto red generado por su uso. Aunque actualmente la criptomoneda se enfrenta a varios problemas de escalabilidad, hasta ahora ha sido el caso de blockchain más utilizado por cientos de miles de comerciantes y millones de usuarios en todo el mundo.

El bitcóin nació como primer ejemplo de uso de la tecnología blockchain. Esta se puede resumir como el internet del valor, en el que por primera vez una tecnología permite el intercambio de valor entre dos partes sin necesidad de un intermediario. Este hecho, aunque pueda parecer trivial ya que lo hacemos a diario con la ayuda de muchas empresas, es fundamental para entender blockchain y todas las redes descentralizadas que utilizan esta tecnología, como por ejemplo el bitcóin y Ethereum.

Y es que el intercambio de valor va más allá del puro intercambio monetario: es el caso de Ethereum y los llamados contratos inteligentes. Hasta ahora, en el mundo en que vivimos, de momento se conocen como contratos: están en todas partes, desde la firma de tu hipoteca hasta el último alquiler de vehículo cuando fuiste de vacaciones a Italia. Pensarán ustedes: ¿qué valor añadido aporta esta nueva tecnología blockchain al mundo de los contratos tal y como los conocemos? Ethereum es la primera red distribuida que atribuye a los contratos una de las propiedades más importantes de blockchain: la inmutabilidad. Que un contrato se pueda codificar en una blockchain hace que sea totalmente inmutable, y por tanto no esté sujeto a posibles cambios que lo puedan corromper.

Cuando alquilas el coche en Italia y terminas de firmar los numerosos papeles en la ventanilla, todos confiamos en que esa documentación no cambie por ninguna de las dos partes. ¿Puedo confiar en que este contrato no sea manipulado y realmente se cumpla durante todo mi alquiler? No, ya que he de confiar en las numerosas partes involucradas: compañía de alquiler, aseguradora, etc. De ahí que los contratos inteligentes sobre una blockchain proporcionen un alto valor añadido sobre los que conocemos actualmente: por una comisión (pagada en forma de ether), te aseguras de que el contrato queda definido por código y que no hay ninguna posibilidad de que sea manipulado o malinterpretado por alguna de las partes.

Tendemos siempre a comparar con el pasado, buscando qué tecnologías rompedoras como blockchain han existido, y así ayudarnos a entender qué podrá pasar con blockchain en los próximos años.

Una de las comparaciones más sencillas de blockchain es el internet de los años 90 y la aparición del protocolo TCP-IP. Este protocolo fue el punto de partida para las distintas capas que continúan evolucionando hoy en día para transmitir datos a través de la red.

Me gusta imaginar blockchain como el nuevo internet, donde el bitcóin podría ser equiparable por ejemplo al correo electrónico. Es decir, una de tantas aplicaciones que encontramos hoy en día en internet. Ethereum por tanto es otra aplicación más, con mucho potencial, ya que ataca a un nicho de mercado que mueve millones de dólares anualmente en todo el mundo: el mercado de los contratos.

Por un lado, el bitcóin ofrece una aplicación en particular: el almacenamiento y transmisión de dinero electrónico. Para ello, su blockchain se utiliza para llevar un registro o libro contable con todas y cada una de las transacciones que suceden en cada momento.

Ethereum, por el contrario, utiliza su blockchain como forma de almacenamiento y ejecución de los distintos códigos (o contratos) que se han programado en la misma. Para la transmisión y ejecución de estos contratos se utiliza su moneda (ether), que sería como la gasolina necesaria para mantener la existencia de esos contratos, que nos interesa que sean inmutables y se ejecuten de forma descentralizada.

Estos “contratos inteligentes” permiten la creación de un código que facilita el intercambio de dinero, contenido, bienes inmuebles, acciones de empresas o cualquier activo tangible o intangible al que se le pueda asignar un valor. Como estos contratos una vez creados están en la blockchain de Ethereum, se ejecutarán exactamente como han sido programados, sin posibilidad alguna de censura, cambio o fraude por alguna tercera parte. Serían como pequeños programas funcionando en la “nube”, esperando a que las condiciones pactadas se cumplan para ejecutar algún tipo de acción que nadie, absolutamente nadie, puede parar.

Actualmente vemos una euforia desmesurada en muchas de las criptomonedas. La industria de gestión de activos no las ha integrado aún. Gestores y reguladores necesitarán algún tiempo para adaptarse, asegurarse de que el inversor conoce los riesgos y en la medida de lo posible, atenuarlos.

Son activos que vienen para quedarse pero como siempre ocurre en la industria tecnológica, de las miles de criptomonedas lanzadas en los últimos años, habrá unas pocas ganadoras y muchas que posiblemente no valgan nada.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.

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