González-Páramo: “Tendremos dos años más de tipos de interés reales negativos”
“Habremos culminado la Unión Bancaria cuando tengamos una gran fusión transfronteriza” "Creo que a todos nos conviene un Banco de España sólido, y que se convierta en un chivo expiatorio no es nada bueno"
José Manuel González-Páramo (Madrid, 1958), consejero ejecutivo de BBVA y exmiembro del comité ejecutivo del BCE, pronostica un relanzamiento vigoroso del proyecto europeo en otoño, tras las elecciones alemanas y el reforzamiento del eje París-Berlín, aunque admite que Europa caminará a dos velocidades. Considera que España tiene que estar también en tal operación, en la que se decidirán reformas para varias décadas, y que debe tener más presencia en las instituciones centrales de la UE. Apuesta por grandes fusiones bancarias transfronterizas para culminar la Unión Bancaria, y pronostica aún casi dos años más de tipos reales negativos.
- R. ¿Qué falta por hacer en la construcción europea y qué debe aportar España?
- R. En Europa, tras un 2016 muy singular con sorpresas como el brexit o el referéndum italiano, 2017 ha sido bueno, quizás como reacción a la imagen que nos devolvía el espejo. Holanda, Austria y Francia han dado buenas noticias, porque se ha producido una reflexión en la gente de la calle. Hay una adhesión instintiva al proyecto europeo, pero falta que los políticos desarrollen un discurso. Los líderes han lanzado el libro blanco sobre cómo tiene que ser el futuro de Europa, pero todavía no hay opciones claramente tomadas, porque falta aún un proceso electoral muy importante: el alemán. En septiembre este proceso producirá, seguro, un resultado bueno –el que sea–, porque existe un ideario común sobre Europa. Tenemos por delante un otoño bueno desde el punto de vista europeo. Ahí tiene que estar España como país nuclear: tiene que tener un papel protagonista y decisivo, porque se trata de reformas y decisiones que van a marcar las próximas décadas de la UE. Necesitamos una estabilidad que pueda conseguir algo más que procesos de integración técnicos que la gente no acaba de entender, como la unión del mercado de capitales o la Unión Bancaria. Estos son conceptos poco tangibles. En cambio, avanzar en cuestiones como la seguridad común, las políticas de inmigración o la defensa sí dice algo a la gente de la calle, especialmente tras los atentados en varias ciudades europeas. Probablemente habrá una Europa a varias velocidades en el futuro; está claro: hay una voluntad de integración mayor en el bloque euro que en el resto. Hemos visto en las últimas elecciones una reacción a los populismos en Europa.
- R. ¿Tiene España la presencia que merece en las instituciones europeas, como el BCE?
- R. Cuando tienes un puesto de primer nivel en Europa, eres europeo, no español; tienes DNI español y experiencia española, pero allí no vas con la camiseta de España a jugar con un equipo multicolor. Dicho esto, es verdad que España no está presente en Europa a la altura que su demografía, su historia y su capacidad económica harían esperar. Es una anomalía que debería irse remediando, aprovechando la ventana de oportunidad que supondrá el relanzamiento de la Unión Europea en otoño. Dónde: en las instituciones centrales de Europa. Debe ser la alta política quien defina cuáles son esas instituciones, pero es fundamental tener una estrategia: qué es lo que queremos y qué hay que hacer para conseguirlo. No se debería discutir de nombres, ya que es una discusión muy miope y no es ajena a esta presencia limitada. ¿Sabemos lo que queremos? Creo que España se merece una posición de primerísimo rango. Quiero pensar que estamos en ello.
- R. La vicepresidencia del BCE está a punto…
- R. Sí, y la presidencia, en noviembre de 2019. Cuando se hable del primer cambio, lo lógico es discutir sobre el segundo: es un paquete completo.
- R. ¿Qué implicaciones económicas esperan tras el triunfo de Sánchez en el PSOE?
- R. Tenemos el reto de restituir cierto nivel de estabilidad institucional y política en España. Es muy pronto para decantar qué significa esto en términos de sacar adelante las leyes y reformas que el país necesita. Hace falta estabilidad institucional y legislativa para afrontar retos como el desempleo, el papel de España en Europa, el problema territorial. Para todo esto hace falta un bloque de estabilidad.
“Tras las elecciones alemanas habrá un relanzamiento de la integración europea, pero Europa caminará a dos velocidades”
- R. ¿Mantendrá la autoridad monetaria las condiciones actuales para dejar margen al relanzamiento del proyecto europeo? ¿Hasta dónde vamos a tener liquidez ilimitada y tipos de interés en el cero, para sostener los niveles de deuda en los países del sur de Europa?
- R. La política monetaria no tiene como misión sostener los niveles de deuda de ningún país. Han dado tiempo para ajustar los niveles de déficit y deuda, pero el objetivo sigue siendo garantizar la estabilidad de los precios y contribuir a la estabilidad financiera. Si uno se fija en este mandato del BCE, no estamos muy lejos del comienzo de la normalización de la política monetaria. Ahora el gran reto es, primero, comunicar la estrategia de salida a los mercados. A mi modo de ver, esa comunicación implícita ha empezado ya, porque la reducción del volumen mensual de compras es una primera señal. Debe ser una salida suave y si todo discurre como se espera, probablemente empiece esta comunicación más proactiva del BCE en torno al verano. No sería descartable que las reducciones de las compras de activos prosiguieran hasta entrado 2018. Y podríamos empezar a ver ya movimientos de tipos a finales del año que viene (2018). Es año y medio; debe ser algo esperado y no dramático.
- R. ¿No hay riesgo de que esa subida encarezca las facturas financieras en los países más endeudados, pueda frenar el crecimiento y reactive los populismos?
- R. Ahora estamos con tipos de interés reales negativos y que seguirán dos años más. No veo ese impacto. Al contrario: veo que se recupera el crecimiento en Europa, que tiene un potencial un poco por encima del 1% y estamos creciendo al 1,7%. Son buenas noticias.
- R. BBVA ha sido uno de los bancos más críticos con esta política tan prolongada de tipos cero. Dos años más así, ¿qué efecto puede tener en las cuentas bancarias?
- R. Los tipos de interés planos no son el mejor escenario para los bancos, porque si se toma a corto y se presta a largo, y la diferencia es cero, pues ¿dónde está el negocio? Pero si mejora la calidad crediticia de la cartera, por la vía de provisiones se compensa el efecto anterior. Mantener los tipos en el cero durante mucho tiempo puede generar inestabilidad, no solo en los bancos, sino en los límites del sistema financiero, donde se innova. El problema no está tanto en los tipos bajos, como en la curva de tipos plana.
- R. ¿Se ha renunciado en Europa a algún mecanismo de financiación diferenciado para determinados niveles de deuda según qué países en función de sus volúmenes, o bien con la emisión de eurobonos, o bien con la creación de algún tipo de instrumento financiero (como títulos europeos) para financiar una parte de la deuda?
- R. En absoluto. Eso lo verán nuestros descendientes, seguro. Pero a su ritmo: hablar de eurobonos primero y de lo demás después no funciona. Los eurobonos son riesgo tributario de unos ciudadanos para cubrir las necesidades de otros, y eso no tiene legitimidad democrática. Del proyecto que surja después del otoño, una vez restaurado de forma vigorosa el eje franco-alemán, pueden salir cosas muy interesantes. En el futuro es lógico pensar que haya eurobonos como consecuencia de una política fiscal común con finalidades específicas comunes. Pueden ser eurobonos, euroletras o algún tipo de mutualización, una vez que se libere el camino del fondo de garantía de depósitos europeo, puesto que se tratará de un respaldo soberano a los riesgos de depósitos en el ámbito de la supervisión bancaria. Pero no se pueden poner los eurobonos en el frontispicio de toda discusión, porque no tenemos legitimidad para hacerlo. Yo estoy convencido de que Alemania juega a ese juego, pero siempre que haya legitimidad democrática y pase por una nueva consulta a la ciudadanía. Si se trata de una política fiscal acordada, supone una cesión de legitimidad en política fiscal. Ahora solo hay reglas en el pacto de estabilidad y crecimiento, pero no tenemos un ministro de finanzas de la zona euro, ni un presupuesto euro, ni una formación parlamentaria de la eurozona.
España tiene que implicarse más en el relanzamiento de la Unión Europea y tiene que tener mucha más presencia en sus instituciones centrales por historia, población y capacidad económica
- R. ¿Cuándo se va a cerrar la arquitectura bancaria europea y cuándo se van a acelerar las fusiones europeas?
- R. Cuando se empiecen a producir fusiones transfronterizas de los bancos podremos decir que estamos cerca del final. Entonces se habrán gestado operaciones corporativas que tienen todo el sentido desde el punto de vista de la regulación bancaria, y de todas las regulaciones que afectan al negocio bancario: mecanismos de insolvencia, fiscalidad, supervisión. Si hoy no hay más dinamismo tiene que ver con que la rentabilidad de la banca europea no es muy elevada. Podrían tener sentido procesos de consolidación transeuropeos, pero se abren otras incertidumbres: podemos tener el mismo supervisor y el mismo esquema de resolución, pero podríamos encontrarnos con una trasposición de directivas de resolución que no sea idéntica; con actuaciones no del todo claras de los supervisores locales, o con un impacto fiscal o un sistema de resolución de insolvencia distinto. Ante esa incertidumbre, seguramente hay operaciones que no cuajan. ¿Hemos recorrido camino? Por supuesto, muchísimo. Nunca me imaginé que pudiéramos ir tan deprisa con la Unión Bancaria. La normativa de regulación financiera es común; tenemos un supervisor único en Fráncfort, coordinado con los locales; tenemos una norma de resolución aprobada, y una autoridad de resolución en Bruselas. Nos faltan dos cosas, pero muy complicadas: una es el fondo de resolución, que necesita un respaldo financiero que no tiene; podría prestarlo el ESM (Mecanismo Europeo de Estabilidad), pero carece de acuerdo aún. Y, la segunda, es el Fondo Común de Garantía de Depósitos, donde tocamos hueso. Cuando esté aprobado, habremos concluido la Unión Bancaria; pero diría que la habremos casi concluido cuando se produzca la primera operación transfronteriza entre bancos.
- R. ¿Existe el riesgo de que las fusiones generen bancos mucho más grandes, más sistémicos, más arriesgados si quiebran...?
- R. Tenemos mecanismos para que si caen, cada palo aguante su vela. Tenemos una jerarquía de acreedores que van a soportar pérdidas: accionistas, bonistas subordinados, etcétera. Esta aumenta en función del tamaño de las entidades de forma más que proporcional, sobre todo en las sistémicas. No hay problema en que sean grandes.
- R. ¿Qué pasará con Basilea tras las reservas expresadas por EE UU?
- R. Esperamos que se cierre cuanto antes. Creo que no estamos lejos. EE UU sigue comprometido en el proceso de reforma y coordinación. Ha habido mucho ruido nada más llegar Trump al Gobierno, pero espero que lleguemos a un acuerdo a finales de este año, y no en 2018. Queremos tener certidumbre sobre los umbrales de capital y el uso de modelos internos, suelos y techos.
- R. ¿Está en entredicho el prestigio del Banco de España tras algunas decisiones judiciales que le afectan?
- R. El prestigio técnico de sus cuadros no está en discusión. Hay asuntos pendientes en sede judicial sobre los que no me pronunciaré. Pero debemos recordar que a todos conviene un Banco de España sólido: que se convierta en un chivo expiatorio no es nada bueno. El Banco de España sigue siendo muy relevante, en España y como miembro de un sistema europeo de bancos centrales.
“Podemos bajar la deuda al nivel precrisis en una década”
“España ha hecho reformas importantes, sobre todo en los ámbitos financiero y laboral. Pero tiene muchos temas pendientes para asentar el crecimiento en cifras que nos permitan reabsorber el paro”, asegura González-Páramo. “Esas reformas, combinadas con los vientos favorables del exterior (crudo barato, política monetaria expansiva, liquidez abundante, tipo de cambio favorable, la geopolítica), han puesto el crecimiento en un 3% por cuarto año. Pero el paro sigue siendo muy alto. El objetivo número uno es el empleo y la productividad, que permitan sostener nuestro nivel de vida y el Estado de bienestar”. “Para que eso sea factible es necesario repensar hasta qué punto podemos reformar el sector público y controlar el déficit fiscal, sin perder prestaciones. Reduciendo el paro estructural a la mitad, podríamos rebajar a medio plazo, como en una década, la deuda pública hasta niveles previos a la crisis, del 80% del PIB, mantener el gasto per cápita, reducir la presión fiscal en cuatro puntos y eliminar el déficit público. Por tanto, el núcleo es el desempleo estructural. Y para solventarlo, debemos mirar el conjunto de factores que inciden en el empleo: desde el más primario, la educación, hasta las políticas activas. La reforma vino bien para introducir más grados de flexibilidad, pero no ha eliminado los incentivos a contratar de manera temporal”.
“Pagar pensiones con deuda debe ser transitorio, porque al final no cuadran las cuentas: si se financian con deuda, antes o después son insostenibles. Hay una reforma ya acometida que tiene en cuenta el factor demográfico. No entra en vigor en unos años, pero ya está ahí. Con la emisión de deuda se aplaza el problema. Hay que afrontarlo de lleno. Desde luego que la demografía ayudará al desempleo. Pero, independientemente, el país puede hacer las cosas mejor, con más productividad. Antes de la crisis parecía imposible captar las cuotas de mercado que hemos logrado en el exterior, y lo hemos hecho de forma asombrosa; no soy pesimista”.
“La reputación bancaria se recompone poniendo al cliente en el centro”
“La fórmula para recuperar la reputación bancaria es la que nunca se debió abandonar: poner al cliente en el centro y guiar toda la actuación y los esquemas de premio al esfuerzo en función de la satisfacción del cliente. Es una labor de día tras día, cumpliendo con integridad. Si alguien piensa que se arregla con campañas publicitarias, está muy engañado. O las entidades dan servicio a la gente o no tienen una función social. Nosotros estamos involucrados en el Grupo de los Treinta en fortalecer una cultura bancaria mejor a nivel internacional. En este banco seguimos muy de cerca los índices de recomendación neta y la mejora ha sido espectacular, especialmente en los canales digitales, que son la apuesta de BBVA. Ese es el camino para reconstruir una reputación”.