Los actuales desafíos de la UE sexagenaria
El que el 63% de su comercio sea entre los Estados miembros, protege a la UE de una deriva proteccionista de Trump y el ‘brexit'
El próximo 25 de marzo se cumple el sexagésimo aniversario del Tratado de Roma. En 1957, los seis países fundadores de la Comunidad Económica Europea acordaron crear un mercado común, desmantelando sus barreras arancelarias y paulatinamente avanzando hacia la libertad total de movimiento de bienes, capital, trabajadores y servicios, hito que se logró en 1993. Con la posterior adopción de una unión económica y monetaria (UEM) y una moneda única que comparten 340 millones de europeos, 19 de los 28 Estados miembros que integran la actual UE han alcanzado el mayor grado de integración económica regional de la historia.
Los países fundadores de la CEE se enfrentaban a retos de gran envergadura: una Europa aún en fase de reconstrucción, la hostilidad de la URSS y sus satélites de Europa del este, procesos de descolonización en África y Asia y una Guerra Fría caracterizada por una carrera de armamentos convencional y nuclear. Muchas excolonias europeas se convirtieron tras su independencia en dictaduras marxistas de partido único. La democracia liberal y el sistema institucional multilateral surgido de la Segunda Guerra Mundial eran relativamente débiles en 1957. Sesenta años después, tanto las élites como la población europea han perdido confianza en el futuro. No se pueden subestimar los desafíos que debemos superar. Habrá que negociar el brexit en un momento de auge del populismo de extrema derecha e izquierda y contiendas electorales en Francia, Alemania e Italia. El envejecimiento de la población y la consiguiente dificultad de financiar el Estado del bienestar exigen una gestión muy delicada de flujos de inmigración compuestos por individuos de culturas y religiones distintas. Crece la brecha entre las élites cosmopolitas favorables a la globalización y la población rural o con menor nivel de estudios atemorizada por la destrucción de empleos causada por el progreso tecnológico y la automatización. Dichos fenómenos están transformando el tradicional sistema partidista izquierda/derecha y fomentando la proliferación de partidos que defienden identidades nacionales supuestamente amenazadas.
"Habrá que negociar el 'brexit' en un momento de auge del populismo de extrema derecha e izquierda y contiendas electorales en Francia, Alemania e Italia"
Pero la UE tiene muchos activos y debe recuperar el optimismo que nos permitió completar el mercado único y la UEM. Con el 6% de la población mundial, los Estados miembros de la UE generan el 25% del PIB global (superados solo por EE UU) y el 20% del total de importaciones e importaciones. Aunque la UE es la segunda potencia exportadora mundial, el hecho de que el 63% de su comercio se lleve a cabo entre sus Estados miembros la protege de la posible deriva proteccionista de la administración Trump y el brexit. Doce de sus Estados miembros (entre ellos España) producen como mínimo un 25% de su electricidad a partir de fuentes renovables de energía. La UE y sus países conjuntamente aportan más de la mitad de la financiación para el desarrollo. A pesar de destinar un 1% de su PIB al presupuesto de la Unión, en la perspectiva financiera 2014-2020 se financiarán proyectos de I+D+i por valor de 80.000 millones de euros. La consecución de un mercado digital único podría contribuir 415.000 millones de euros a la economía europea.
A pesar de la obcecación de los medios de comunicación ingleses, el populismo no va a acabar con la integración europea. Los holandeses han infligido una severa derrota al xenófobo Geert Wilders, como es previsible que suceda en Francia con el Frente Nacional. Con las excepciones parciales de Polonia y Hungría, todos los Estados miembros están gobernados por partidos o coaliciones moderadas. No se debe permitir a Londres negociar un acuerdo de libre comercio con la UE antes de que haya pagado la factura de su divorcio –compromisos financieros legalmente contraídos que pueden ascender a 80.000 millones de euros.
El envejecimiento de la población requiere una política de inmigración cualificada que no discrimine en función de la religión.
En la negociación de las próximas perspectivas financieras en 2019, hay que aumentar el presupuesto de la UE para que aporte mayor financiación a las redes transeuropeas de transporte y energía, al fomento de nuevas empresas, a la consecución de un mercado digital y a los fondos regionales que reducen desigualdades de renta entre países y regiones. Y las instituciones europeas y estados comprometidos con la integración europea deben endurecer su postura ante los países y partidos que pretenden minarla.
Alexandre Muns Rubiol es profesor, OBS Business School.