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Financiación

La deuda de EE UU a 10 años toca mínimos de octubre por los temores de recesión

La rentabilidad baja al 4,16%, a gran distancia del 4,8% que llegó a rozar con la llegada de Trump a la Casa Blanca

Trump
Gema Escribano

Los gestores tienen marcado a fuego el 2 de abril, jornada en la que Donald Trump comunicará la batería de aranceles. La decisión se conocerá previsiblemente con los mercados ya cerrados, pero las constantes idas y venidas del republicano y las represalias que ya han dejado caer algunas de las regiones afectadas están pasando factura al ánimo de los inversores. Ante la falta de claridad, los gestores aconsejan prudencia.

A medida que crecen los temores de recesión, los inversores han ido reduciendo las tenencias de acciones y se han lanzado a la compra de bonos, contribuyendo a la caída de las rentabilidades. El recorte de los rendimientos se ha visto acelerado por la salida de dinero de la renta variable a activos más seguros como el oro y la renta fija. En el mercado estadounidense es donde mejor se aprecia esta tendencia. Después de un inicio de año en el que los inversores asistieron con nerviosismo a la posibilidad de que el bono a diez años tocara el 5%, la rentabilidad de la deuda con vencimiento en 2035 profundiza las caídas y en los primeros minutos de negociación ha llegado a caer al 4,13%, mínimos desde octubre. Finalmente, cerró en el 4,163%, rondando mínimos de este 2025. Los descensos se han visto acelerados en las últimas horas después de que el diario The Washington Post publicara que las intenciones de la Casa Blanca pasan por imponer un gravamen lineal del 20% para los principales socios comerciales. La caída se extiende al resto de referencias: los títulos a 30 años retroceden 27 puntos básicos en apenas dos meses hasta el 4,52% actual mientras la referencia a dos años ronda el 3,8%, 51 puntos básicos menos que a principios de año.

David Ardura, director de inversiones de Finaccess Value, afirma que la caída de los rendimientos, especialmente la de los plazos más largos, es una consecuencia directa de las expectativas de menor crecimiento. Después de que la Reserva Federal recortara las previsiones de PIB para 2025 (pasa del 2,1% al 1,7%), el goteo de firmas de análisis reduciendo sus pronósticos está siendo una constante. El viernes Goldman Sachs redujo del 0,6% al 0,4% sus estimaciones para el primer trimestre, mientas Julius Baer rebaja al 2% la expansión de EE UU en 2025. Más escépticos aún son los cálculos de la Fed de Atlanta que apunta a una contracción del 2,8% este ejercicio. “Los aranceles que finalmente se apliquen siguen sin estar claros, pero lo que si se sabe es que las tarifas serán perjudiciales para el crecimiento”, destacan desde Janus Henderson.

Ardura considera que el comportamiento de la deuda es coherente con un escenario de estanflación, entendido esto como un menor crecimiento y precios altos. El gestor considera precipitado hablar de recesión, aunque “con los aranceles el consumo se retrae”, añade. Esto es especialmente significativo para una economía como la estadounidense, en la que el 70% del PIB depende de la demanda nacional. El menor consumo de las familias se ve agravado además por el hecho de que en EE UU el ahorro de las familias se concentra en las Bolsas. “El temor al enfriamiento de la economía ha acelerado la caída de las acciones. Esto reduce las reservas de las familias y la capacidad de consumo”, reafirmar Ardura.

“El mercado no está poniendo en precio la inflación“, afirma Cristina Gavín, jefa de renta fija de Ibercaja Gestión. Los aranceles son, de hecho, una herramienta inflacionista que complicarán aún más la actuación de la Fed. A diferencia del BCE, el banco central de EE UU tiene un doble mandato: controlar los precios y evitar el deterioro del empleo. Aunque el mercado laboral se mantiene fuerte, los últimos datos empiezan a evidenciar un enfriamiento. Las perspectivas de un menor crecimiento han llevado a los operadores a poner en precio hasta tres rebajas de los tipos en 2025, superior a las dos previstas por el comité en sus últimas proyecciones. “Adelantarse a lo que haga la Fed es complicado, porque más allá de las presiones inflacionistas, están en juego las tensiones políticas”, destaca Gavín, para quien lo razonable sería ver un bono a 10 años en la horquilla del 4,25%-4,5%.

La caída de los rendimientos tiene su réplica en la eurozona. Después de que a principios de marzo la deuda alemana a 10 años amagara con tocar al 3%, en las últimas jornadas el ajuste de carteras y las expectativas de mayores rebajas de tipos han aliviado la presión. Los títulos con vencimiento en 2035 rondan el 2,68% mientras la referencia española al mismo plazo cae del 3,5% al 3,3% actual. En las primeras semanas de marzo, las expectativas de reaceleración económicas y mayores emisiones de deuda asociadas el plan de estímulos de Alemania impulsó a los rendimientos de la zona euro a niveles de junio, antes de que el BCE iniciara el proceso de flexibilización monetaria.

“La bazuka alemana que contempla un fondo para invertir en infraestructuras y aumentar el gasto en defensa son un catalizador para el crecimiento, pero va a tardar un tiempo en reflejarse en la economía”, sostiene Ardura. El gestor considera excesivo el incremento de las rentabilidades de principios de marzo y cree que esas subidas solo estarían justificadas en un escenario de fuerte crecimiento. En la misma línea se mueve Gavín quien cree que la moderación de las últimas jornadas se explica por la sobrerreacción que experimentó el mercado hace un mes. La gestora ve el bono alemán en el entorno del 2,5%-3%.

La caída de los rendimientos en las últimas horas se ha visto auspiciada por la moderación de los precios. En marzo la inflación de la zona euro se siguió moderando hasta situarse en el 2,2%. “El BCE no tiene ese freno para reducir los tipos. La moderación de los precios hace posible dos rebajas de las tasas, seguida de una pausa prolongada”, matiza Ardura.


Sobre la firma

Gema Escribano
Periodista económica, con 13 años de experiencia como redactora. Formó parte de la web de Cinco Días desde 2010 hasta 2017 cuando pasó a integrar la sección de Mercados. Especializada en información bursátil y mercado de deuda. Estudió periodismo en Universidad Carlos III.
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