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El Foco
Tribuna
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Diferencias regionales en I+D

Los países de la UE destinan el 2,03% de su PIB a investigación y desarrollo. España, solo el 1,22%

Thinkstock
Joaquin Maudos

Uno de los problemas endémicos de la economía española es su baja productividad, lo que lastra las posibilidades de alcanzar mayores niveles de bienestar (PIB per cápita). Entre los muchos motivos que explican este problema, uno de ellos es el reducido esfuerzo inversor en investigación y desarrollo (I+D). Los datos hablan por sí solos: mientras que los países de la UE destinan el 2,03% del PIB a I+D, en España solo 1,22%, lo que supone que nuestro esfuerzo investigador es un 81% más reducido. Desgraciadamente, la crisis ha dejado un profunda huella en el gasto en I+D, ya que su peso en el PIB lleva cayendo ininterrumpidamente desde 2009.

Las secuelas de la crisis en el esfuerzo investigador se han extendido a lo largo y ancho de la geografía española, ya que salvo en Murcia, en el resto de comunidades autónomas ha caído la ratio I+D/PIB en los últimos años. Esto es una pésima noticia, sobre todo en aquellas regiones que aspiran a cambiar su modelo productivo hacia una economía más basada en el conocimiento.

Puestos a encontrar una buena noticia dentro de este sombrío contexto, como destaca el último número de Esenciales de la Fundación BBVA, desde 2009 se han reducido las diferencias regionales en el esfuerzo investigador, si bien siguen siendo casi un 40% superiores a las del año 2000. Esta reciente convergencia en el esfuerzo investigador se debe a que es en las comunidades autónomas en las que más aumentó el esfuerzo inversor durante el periodo de expansión donde más ha caído en el periodo posterior de crisis. Y viceversa, en las que menos creció en los años de bonanza económica, menos ha caído en los años de crisis. Son Cantabria, Asturias, Extremadura y Navarra las que más han recortado su ratio I+D/PIB desde 2009, mientras que Murcia y Galicia son las que o lo han aumentado o apenas lo han reducido.

Dada la enorme importancia que la inversión en I+D tiene sobre la competitividad de las economías, en el caso del gasto público sería conveniente articular mecanismos que la protegieran del ciclo económico, al igual que existe un fondo de reserva para proteger las pensiones de las fluctuaciones económicas. Si es indiscutible que el I+D es uno de los principales determinantes de la productividad y la productividad una de las principales fuentes del crecimiento económico, es cuestión de Estado aislar la I+D del ciclo, no solo económico, sino también político. Desgraciadamente, la tijera de la austeridad ha sido indiscriminada, y el profundo corte en la I+D ha dejado una herida difícil de cicatrizar.

"En el caso del gasto público habría que articular mecanis-mos que protegiesen la inversión en I+D del ciclo económico”

La reducción de las diferencias regionales desde 2009 en el esfuerzo investigador es un hecho que se reproduce tanto a nivel del gasto en I+D total, como en el gasto de las AA PP, la enseñanza superior y las empresas. Este último es el más importante en cuantía (53% del total en 2015) y ha caído un 8,3% desde 2009 hasta situarse en el 0,646% del PIB en 2015. El 47% restante del gasto en I+D lo realizan las AA PP (en sentido amplio, incluyendo la enseñanza superior) y ha caído con más intensidad que en las empresas (un 10,6%), situándose en 2015 en el 0,579% del PIB.

Si bien las desigualdades regionales en esfuerzo investigador han caído desde 2009, siguen siendo muy elevadas. Así, con datos de 2015, la ratio I+D/PIB de la comunidad autónoma que más esfuerzo hace en I+D (el País Vasco, con un 1,92% de su PIB) multiplica por seis la ratio de la que menos invierte (Baleares, 0,32%). Las mayores diferencias tienen lugar en el esfuerzo inversor de las empresas, donde la región que más invierte (País Vasco, 1,42%) multiplica por nada menos que 29 la ratio de la que menos invierte (Baleares, 0,05%).

La misma visión de las enormes diferencias regionales se mantiene si además de la inversión en I+D se añade el gasto en innovación (en productos y procesos, en diseño, promoción, etc.). En este caso, la ratio I+D+i de la región que más se esfuerza (Madrid, con una ratio del 3,28%) multiplica casi por nueve la ratio de Baleares.

"Si bien las desigualdades regionales en esfuerzo investigador han caído desde 2009, siguen siendo muy elevadas"

Dado que el bajo esfuerzo inversor en I+D de algunas regiones es un hecho estructural que persiste en el tiempo, eso implica que su stock de capital tecnológico sea más reducido, ya que este es fruto de acumular las inversiones del pasado. Obviamente, con un menor stock de capital tecnológico por trabajador, se alcanzan menores niveles de productividad y, por tanto, de bienestar. También en este caso las diferencias entre regiones son enormes: mientras que en Madrid un trabajador utiliza de media un stock de capital tecnológico valorado en 6.500 euros (constantes de 2010), en Baleares el valor es de poco más de 1.000 euros.

De cara al futuro, todos aspiramos a vivir en una sociedad en la que las desigualdades económicas y sociales sean menores. Esta aspiración también debe hacerse en el ámbito regional, y para ello es necesario dedicar más recursos a la I+D, y con más intensidad en las regiones más rezagadas en esfuerzo inversor. Una parte de las diferencias de productividad entre regiones se debe a variables como la especialización productiva, el tamaño medio de las empresas, etc., pero otra parte se debe a los factores determinantes de la productividad, entre los que se encuentra la inversión en I+D que alimenta el stock de capital tecnológico.

Joaquín Maudos es catedrático de economía de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del Cunef.

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