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Entrevista

Sassen: “Las ciudades han ganado peso según lo perdían los Estados”

Las ciudades, opina, suponen una alternativa a la pérdida de competencias de los Estados

Pablo Monge
Manuel G. Pascual

La socióloga y economista Saskia Sassen (La Haya, Países Bajos, 1949) ha dedicado su vida a analizar la forma en que la población se relaciona con el territorio que habita, que en la mayoría del planeta son ciudades. Su libro The Global City: New York, London, Tokio (Princeton University Press, 1991), en el que describe el creciente poder que están ganando ciertas urbes, le granjeó fama mundial. Su fructífera carrera académica le ha llevado a ganar varios premios, incluyendo el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2013. Sassen fue la invitada estrella a las jornadas Una nueva justicia para la nueva agenda urbana, organizadas por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat).

A diferencia de muchas políticas estatales, la gente sí puede ver y palpar lo que hace su Ayuntamiento. ¿Cómo afecta esto a la relación entre gobernantes y gobernados?

A veces no se tiene en cuenta que muchos residentes tienen un conocimiento superior a cualquier autoridad sobre un barrio o problemática en concreto. Votar no es lo único que puede hacer el ciudadano: los vecindarios deben interesarse por sus barrios, y luego por lo que dicen el resto de barrios. Desde esa posición se puede hablar a los legisladores con autoridad. La influencia de nuevos movimientos como Podemos es, en este sentido, importantísima. Entre otras cosas, evoca que el sistema de democracia formal de la economía liberal está en decadencia severa.

¿Hasta qué punto son conscientes los ciudadanos de que pueden moldear sus ciudades?

Una ciudad no puede ser inteligente si no sirve a toda la ciudadanía, incluyendo a los más pobres" 

Creo que los políticos no hacen sus deberes, no educan. El ciudadano tiene inteligencia, y tiene que ser parte de la conversación. Me preocupa mucho que a los políticos no les interese comunicarse con la ciudadanía. Estos tienen el derecho a pedir explicaciones.

¿Qué margen tienen los ayuntamientos para mejorar la vida de los ciudadanos?

Eso varía muchísimo entre países. Hay gobiernos urbanos con más poder que otros. Lo importante es que logren remarcar la voz de los ciudadanos. Resulta irónico que, mientras que el poder económico ha dominado la sociedad durante los últimos 30 años, con la reciente crisis también ha quedado muy desprestigiado, como la política. En ese vacío, la ciudad puede emerger como una plataforma alternativa.

¿Cómo?

El Estado nación ha ido perdiendo poder gracias a la privatización. El poder ejecutivo gana peso, pero el legislativo lo pierde debido a la desregularización de los últimos años. Por eso la ciudad se vuelve estratégica; en ella se puede generar un tipo de plataforma que conecte a la población con los recursos, saltándose otras instancias. Creo que las nuevas alcaldesas de Barcelona y Madrid son una señal de ello.

“Que Colau y Carmena sean alcaldesas es algo histórico”

¿Qué opina de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y de la de Madrid, Manuela Carmena?

En primer lugar, el hecho de que hayan llegado a dirigir las dos ciudades más importantes de un país como España es un evento extraordinario, histórico. En segundo lugar, creo que es muy positivo que sean tan distintas. Si las dos fueran activistas de base, como Colau, o juezas, como Carmena, entraríamos en simplificaciones y etiquetas, cuando la realidad es mucho más rica que eso. Su triunfo demuestra que hay un estrato social muy amplio que comparte unas ideas de cambio. También evidencia la decadencia de las democracias liberales.

¿A qué se refiere exactamente?

Ningún sistema formal de poder duró para siempre; ¿por qué este último iba a hacerlo? La ascendencia de la ciudad, impulsada gracias a las políticas de la democracia neoliberal, es un vector que va a generar nuevas relaciones políticas. Hoy ya hay redes entre ciudades que importan más que ciertas políticas nacionales. Algo se está moviendo.

Solucionar un problema en un barrio puede originar otro en un segundo lugar. ¿Cómo se gestiona eso?

No me creo eso del todo. Habría que estudiar cada caso. Lo que sí sucede es que se privilegia a ciertos vecindarios en vez de otros, y eso suele depender de los propios políticos. El problema es que no se reconoce a todos los barrios como parte de la ciudad. Llegará un momento en el que habrá ciudades con todo privatizado y en los que se borren los barrios.

¿A qué se refiere?

Hay complejos muy densos, que son o bien urbanizaciones privadas o colecciones de edificios de oficinas. La gran mayoría son privados. Desde un avión puede parecer una ciudad, pero no lo es. El espacio genuino ciudad se pierde. Tampoco ayuda que haya empresas, como Nestlé y Coca-Cola, que compren tierras en todo el mundo, también en EE UU, para extraer de ellas toda el agua que pueden y luego dejarlas. Eso produce una migración a las ciudades que no viene ni por la guerra, ni por la pobreza. No existe una ley que reconozca a estos refugiados económicos y ambientales. Es crítico reconocer la necesidad del espacio urbano abierto, en el que pueda encajar, por ejemplo, esta gente.

¿Qué opina de las ciudades inteligentes?

No se puede ser una smart city si no se moviliza las inteligencias de la diversidad de residentes. Por otra parte, demasiadas de las tecnologías empleadas suelen estar dirigidas a las clases aventajadas, que son solo una parte de la ciudadanía. Lo que falta es reconocer qué es lo que necesitan los barrios pobres. Si se hace bien, se puede facilitar su vida y las posibilidades de cooperación prácticas de la gente.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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