La rentabilidad, esa es la cuestión en la banca
Los bancos europeos han perdido en Bolsa, en las dos primeras sesiones tras la presentación de los test de estrés elaborados por la Autoridad Bancaria Europea, unos 50.000 millones de euros de capitalización. Y lo han hecho cuando el resultado del examen de los niveles de solvencia había otorgado una nota elevada a la banca en general, con una única entidad suspensa, la italiana Monte dei Paschi di Siena. Los españoles son los que más valor han perdido, unos 9.000 millones, nada menos que un 20% del total, cuando su peso en el sistema bancario europeo es notablemente inferior. Lógicamente, los test parecen haber recordado, más allá de los niveles de capitalización de las firmas, algo que aparentemente era conocido: la vulnerabilidad de la rentabilidad en un negocio que navega por procelosos y desconocidos mares, los que el BCE ha puesto ante ellos con los tipos en el cero por una temporada demasiado larga, en la que no hay aún fecha límite.
En el pasado, invertir en banca, hacer banca, era más cómodo y más rentable; con un capital del 5% se obtenía una rentabilidad del 25%, y ahora se precisa un capital del 25% para obtener un retorno del 5%, si todo va bien. Tras la crisis, en un afán por cerrar todas las vías de agua para evitar réplicas, la regulación ha multiplicado las exigencias de capital y la supervisión se ha vuelto cuasi sofocante, hasta el punto de que lograr rendimientos es harto complicado.
Además, los bancos tienen que hacer frente también a una transformación digital de la economía que obliga a reajustar las estructuras de costes hasta límites insospechados, especialmente en un país como España, en el que la apuesta bancaria tradicional ha sido por el metro cuadrado en primera línea de calle. Los cálculos de recorte de la capacidad instalada auguran el cierre de al menos una de cada dos oficinas en los próximos años, dado que la población joven hoy y madura mañana no necesita bancos para utilizar servicios bancarios, que muchas veces, al menos en materia de financiación, sondea otras fórmulas parabancarias que se abren hueco en el mercado.
La agencia Moody’s alertaba ayer precisamente en un informe sobre la banca española de los riesgos para la rentabilidad, que siguen estando en buena medida en las dificultades del pasado solo superadas nominalmente. Pese a tener España un crecimiento muy aceptable, persisten elevados volúmenes de activos inmobiliarios de complicada recuperación, elevadas cuotas de crédito en mora, y una cartera de crédito que aún está en contracción por el desapalancamiento de la economía, y que necesita ser renovada, aunque sea a unos márgenes de intermediación muy modestos. Todas estas circunstancias obligan a los gestores a seguir ajustando los costes para que los retornos del capital sean medianamente aceptables.