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Fondos de alto riesto liquidados... ¿dónde he oído yo eso?

No es que el Ibex haya acumulado un registro histórico de 10 sesiones bajando sin parar. Ni que el petróleo esté a niveles del crac de Lehman, o que las mineras que se comían el mundo hace 12 meses busquen capital debajo de las piedras (y perdonen el chiste malo). O que China no traiga crecimiento, sino sustos, o que una del Ibex esté en preconcurso. Es todo junto. El mundo, financiero y no, está cambiando. Tiene poco que ver con el de hace 12 o 15 meses.

Third Avenue es una gestora de fondos estadounidenses que la semana pasada anunció algo que llevábamos tiempo sin ver: cancelar reembolos de su fondo Focused Credit e iniciar su liquidación. No es para tirarse de los pelos, pero sí una señal: el fondo estaba especializado en deuda de empresas en mala situación y no le fue mal durante un tiempo; llegó a alcanzar 3.500 millones de patrimonio, que antes del susto de la semana pasada cayeron a menos de 800.

En un mundo de tipos al 0% los financieros se devanan los sesos buscando fórmulas para retribuir al inversor. Los fondos de deuda de alto rendimiento son una vía, y el fondo en cuestión apuraba sus posibilidades: solía tomar más del 10% de las emisiones de deuda en cuestión, llegando a un tercio del total. Una forma para presentar rendimientos, tampoco espectaculares en este caso; -6% en 2014, 17% en 2013 y 2012, -4,6% en 2011, en línea con su segmento de high yield. Ahora, esta fórmula de inversión implica comprar papeletas para tener problemas si algún día toca vender. No es sencillo colocar grandes cantidades de deuda de una empresa al borde de la quiebra.

En productos de liquidez estrecha no es necesario que las empresas quiebren para tener problemas; simplemente que los inversores quieran su dinero. Si el fondo no tiene efectivo para atender las peticiones tiene que vender unos activos poco líquidos: si encuentra comprador, es a precios de derribo. Y en cuanto el mercado se da cuenta de la debilidad, pide precios aún más de derribo. Las medidas tomadas para frenar la sangría equivalen a decir “fuego en la sala”: los inversores huyen aún más deprisa. El fondo del que hablamos recibió reembolsos por 1.000 millones en un año.

Que el crac subprime tuviese uno de sus detonantes en la paralización por BNP de los reembolsos en dos fondos invita a la comparación. Y el contexto general invita, también, a ejercer el papel de agorero, siempre agradecido en el mundillo financiero y particularmente lucido en la última década. Pero ni idea: de momento solo sabemos que la caída de la deuda de alto rendimiento es generalizada (cotiza al 80% del nominal, según el mayor ETF de high yield en EE UU) y que existen otros elementos desestabilizadores en el horizonte: China, las materias primas y los mercados emergentes han sido focos de crecimiento, y de fuerte endeudamiento, en los últimos años. 2016 pinta, también, entretenido.

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