Hacia el mercado único de capitales
La unión de los mercados de capitales ya no es palabrería. La Comisión Europea dijo el miércoles que se desharía de los desincentivos sin sentido a las infraestructuras y la titulización. Es un comienzo, pero si crear con éxito un mercado único de capitales es el Everest de la normativa de la Unión Europea, está todavía en las estribaciones.
Se ha calificado de difusa a la unión de los mercados de capitales, pero su objetivo es claro: una Europa con vibrantes mercados de capitales al estilo estadounidense sería más resistente a las crisis económicas y dependería menos de los bancos. Eso implica romper las barreras nacionales a los flujos de capital, y facilitar a aseguradoras y gestores de activos la compra de riesgos que normalmente están en poder de los bancos.
Una Europa con vibrantes mercados de capitales al estilo de EE UU sería más resistente a las crisis económicas
El principal nuevo paso adelante está en la financiación de infraestructuras. Las aseguradoras son un hogar natural para flujos de caja de infraestructuras anticuadas, pero las reglas prudenciales requieren un colchón de capital mayor que otros activos, posiblemente de mayor riesgo. La mayor parte de la discrepancia se ha eliminado. Por ejemplo, una compañía de seguros tendrá ahora 30 euros de capital por cada 100 que invierta en un proyecto, en lugar del 49%.
Los movimientos en el terreno de la titulización son también un gran paso, aunque con una ventaja menos clara. Tras la crisis de 2008, los reguladores bancarios y de seguros imponen normas más estrictas para impedir la agrupación y venta de los activos de crédito. La comisión ha creado un nuevo tipo de titulizaciones más simples, lo que justifica el tratamiento de capital más generoso.
A partir de aquí, el camino se complicará. Los banqueros se quejan de que las nuevas normas de titulización siguen siendo complicadas y dejan los riesgos de cumplimiento en los hombros de emisores e inversores. Los pasos para reducir el capital asegurador por tramos subordinados de titulizaciones se han retrasado y la auténtica gran reforma –la armonización de las leyes de insolvencia– se ha aparcado hasta el año que viene.
La lista de problemas tampoco incluye el efecto acumulativo de la regulación en los últimos años. El progreso futuro tendrá que ser mucho mayor para que los inversores descuenten la montaña de negativos.