China: retos y futuro más allá de la crisis bursátil
Las Bolsas chinas están siendo noticia en toda la prensa internacional durante las últimas semanas debido a varias caídas repentinas después de meses de subidas espectaculares. Numerosos economistas han anunciando sus predicciones a largo plazo. Unos acertarán, otros fracasarán estrepitosamente en sus augurios. Como siempre. Dejando a un lado esta tormenta de las Bolsas chinas, es preciso tener una visión más amplia de su realidad para tratar de entender lo que está pasando en esa súper potencia. Y es que su realidad es bien compleja.
China’s back. El titular de The Economist de hace algunos meses (haciendo un claro paralelismo con el lema de Ronald Reagan - “America’s back”) es seguramente la mejor forma de transmitir en dos palabras la idea principal que debemos tener sobre China. En octubre de 2014 la economía china superó a la estadounidense, convirtiéndose en la primera del mundo. En efecto, China vuelve a estar en la primera línea del orden económico mundial. Pero lo cierto es que prácticamente siempre lo estuvo. En 1820, la china era la primera economía del mundo, pero desde entonces ha vivido diversos declives por muchas razones, entre otras, la pujanza de las economías occidentales a raíz de la revolución industrial.
Existen tres grandes conceptos que es preciso conocer para tratar de entender la situación de China. Los indicadores económicos son cambiantes, pero los tres conceptos a los que ahora nos referiremos tienen que ver con las raíces del sistema, con su sustancia y su futuro.
l ¿Rule of law? Transición hacia un modelo regido por la seguridad jurídica. Se trata seguramente del mayor reto. Una China regida por el imperio de la ley, sin excepciones, será más atractiva para inversores foráneos y locales. Siempre hay excepciones, claro está, pero la seguridad jurídica, la estabilidad, la previsibilidad y, por supuesto, la justicia (o fairness, término muy apropiado) y la ausencia de arbitrariedad de un ordenamiento jurídico son elementos básicos e indispensables para consolidar la pujanza económica del país y dotarlo de un grado mayor de estabilidad en todos los aspectos. Las particularidades e idiosincrasia del sistema chino, junto con el hecho de que el país más que un estado podría ser un continente, tanto por su extensión como por su número de habitantes y su diversidad, hacen que sea una tarea nada fácil pasar al Rule of law.
l New normal - La consolidación de una nueva era. Tras el comienzo de su apertura al exterior en los años ochenta y la consolidación de dicha apertura en la década de los noventa, la economía y la sociedad china experimentaron un salto cualitativo de gran envergadura durante la primera década del siglo XXI, que está profundizándose durante la década en curso. La economía se está diversificando, se está apostando por el sector tecnológico y la sociedad china ha pasado a ser una sociedad de consumo, un mercado interno de enorme relevancia. Se ha pasado de un modelo netamente manufacturero, con un gran protagonismo de la inversión pública, a una sociedad de consumo en la que la iniciativa privada está tomando cada vez más fuerza. Su consolidación, tras una época de gran cambio, es lo que se está denominando como la nueva normalidad china o New normal. Se trata de un término evocador, que de algún modo nos recuerda al histórico New deal del presidente Franklin D. Roosevelt. Son términos distintos para realidades distintas, pero ambos tienen en común el énfasis en el inicio de algo nuevo, de que existe cierto grado de ruptura con el pasado y la determinación de que algo mejor está llegando.
l One belt one road (OBOR) - Geopolítica al estilo chino: desarrollo económico. Es sin duda uno de los proyectos más ambiciosos de China, y uno de los de resultado más incierto, por su envergadura y el gran número de variables que le afectan. En síntesis, se trata de un amplio plan de inversión china en el exterior, de colaboración empresarial, de estímulo, de construcción de infraestructuras y de creación de sinergias, todo ello con el objetivo de apoyar la expansión china en el extranjero, pero con el beneplácito y la colaboración de los países afectados. El plan podría llegar a afectar, según algunas fuentes, a dos terceras partes de la población mundial y a una tercera parte del PIB mundial. Las empresas estatales chinas (aunque las privadas también) llevarían a cabo inversiones en numerosos países y las instituciones financieras chinas las financiarían. También se construirían infraestructuras clave tales como carreteras, con el fin de apoyar dichas inversiones y potenciar su competitividad. La creación del Banco Asiático de Inversión en infraestructura, impulsado por China a modo de contrapesa al poder estadounidense en el Fondo Monetario Internacional, será sin duda una baza en su favor. Las políticas OBOR, si se implementan de forma exitosa, están destinadas a aumentar exponencialmente la influencia de China en multitud de países, además de dar una solución constructiva al problema de sobrecapacidad que afecta a algunos sectores de la industria china. Se trata de un ambicioso plan económico con un importante cariz geopolítico en el que la diplomacia china tendrá un papel esencial. Siguiendo los paralelismos estadounidenses, se trataría de una especie de plan Marshall chino.
Como ha ocurrido con todas las súper potencias a lo largo de los siglos, la realidad china no estará exenta de dificultades y altibajos. No obstante, ninguna de ellas resulta necesariamente insuperable, al menos por el momento. China’s back, y sin duda las grandes empresas chinas continuarán ganando protagonismo en la escena internacional con inversiones de relevancia, y no solo en sus áreas naturales de influencia, sino también en mercados maduros como los países de la Unión Europea.
Francisco Martínez Boluda y Bojan Radovanovic son Abogados de la oficina de Pekín de Uría Menéndez.