La colaboración, un beneficio para el medio ambiente
El vecino recicla sus envases, el gobierno gestiona su reciclado y la empresa los transforma. La cooperación se plantea como esencial para preservar el entorno natural
El planeta afronta un año crucial para su futuro medioambiental. La Cumbre del Clima de París, que se celebrará en el mes de diciembre, servirá para medir el compromiso de las principales potencias del mundo con la preservación de los recursos naturales, a través de la delimitación y de un mayor control de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un acuerdo que sería histórico y que supliría al actual protocolo de Kioto, cuya eficacia se vio mermada desde su nacimiento en 2008 por la falta de apoyo de países como EEUU o China.
De esta forma, mirando al futuro más cercano, hoy se celebra una edición más del Día Mundial del Medio Ambiente, una iniciativa que Naciones Unidas impulsa desde 1972 con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública sobre la necesidad de preservar y mejorar el entorno. La gestión responsable y eficiente de los recursos es la temática protagonista en la cita de este año, debido a su agotamiento progresivo y al continuo crecimiento de la población mundial, uno de los principales retos a los que se enfrenta el planeta en las próximas décadas, según el organismo internacional. Naciones Unidas calcula que en el año 2050 convivirán 9.000 millones de habitantes, 2.000 más que en la actualidad.
La protección del medio ambiente comienza en los pequeños detalles, como también en las políticas que se desarrollen en cada país y en cada región. Sobre ello versó el desayuno organizado por CincoDías con representantes de la esfera pública y privada que pusieron sobre la mesa los principales puntos a mejorar en la gestión de los residuos en las ciudades del país.
Uno de los invitados fue el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, quien insistió en la necesidad de que las políticas relacionadas con este ámbito deben ser a largo plazo, “que permanezcan en el tiempo”. En este sentido, afirmó que una política medioambiental ambiciosa no tiene por qué ir en contra de la coyuntura económica, ni tampoco entender del distinto color de los gobiernos que en cada momento deben legislar sobre ella.
153 millones para las ‘smart cities’
Cuando se habla de mejorar los entornos urbanos, siempre sale a relucir el concepto de smart city o ciudad inteligente, urbes que aprovechan la tecnología para que toda la actividad que se desarrolla por sus calles ganen en eficiencia y en respeto al medio ambiente, ya sea en sus transportes o en sus industrias. Para el especialista en smart cities y profesor del IE Business School, Gildo Seisdedos, éste es uno de los grandes retos que tienen ante sí las ciudades:“es llevar el concepto de sostenibilidad a nivel urbano. España tiene una excelencia tanto en colaboración público-privada como en medio ambiente urbano y calidad de vida”. Además añade el concepto de smart destinations, destinos turísticos que atraen por su respeto al medio ambiente:“es un factor que cada vez se tiene más en cuenta cuando se decide a dónde ir en vacaciones”.
En relación con estos nuevos modelos de ciudad, el Gobierno aprobaba en marzo el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes, que busca impulsar la utilización de las tecnologías de la información en los municipios, con el fin de mejorar la eficiencia de los servicios públicos prestados. Una iniciativa que se suma a la Red Española de Ciudades Inteligentes, formada por 60 localidades de todo el país y que sirve como punto de encuentro y de intercambio de experiencias en el uso de las TIC. Los fondos europeos también supondrán unos recursos importantes para políticas de medio ambiente.
Como explica el secretario de Estado, Federico Ramos, “ahora comienza un nuevo periodo de los fondos europeos clásicos, que se han reorientado para esta próxima etapa. Los que afectan a medio ambiente están dirigidos a una economía baja en emisiones de CO2, y en agua se destinarán a depuración”. Pero también, a partir de este año, estará disponible la financiación del llamado Plan Juncker de inversiones, que movilizará unos 300.000 millones de euros en la Unión Europea: “es un complemento a los fondos, son líneas de financiación a grandes proyectos: de agua, de smart cities, o a interconexiones energéticas, que tienen mucho camino por recorrer”.
“El medio ambiente es patrimonio de todos, un valor común y de convivencia, y ajeno a ser patrimonio de una u otra ideología”, consideraba Ramos. El secretario de Estado también opinó que existen paradigmas relacionados con éste ámbito que pueden seguir desarrollándose:“aquello de que quien contamina paga, a veces se ha entendido al revés, “quien paga contamina”, y no es verdad. Desde ese concepto se puede avanzar a otro que puede ser más acertado de cara al futuro: quien conserva gana”. La política hidráulica, la evaluación medioambiental, la reforma de la ley de Parques Nacionales o la de la ley de costas han sido algunos de los temas que el actual Gobierno ha enfrentado en los últimos cuatro años, pero Federico Ramos destaca la implicación en llegar a acuerdos para evitar el cambio climático:“hemos querido jugar un papel importante en la negociación internacional, tanto en el pacto de la Unión Europea sobre los objetivos de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, como para formar una voluntad y viajar a la Cumbre de París para llegar a un acuerdo internacional, que sería el gran hito de la década, y uno de los acuerdos del siglo si se consigue que se sumen la mayor parte de países”.
La Unión Europea es quien se encarga de establecer los objetivos a nivel continental. Así lo hizo de cara al año 2020 y lo está haciendo para el inicio de la década siguiente. Como afirmaba Begoña de Benito, directora de Relaciones Institucionales y empresas adheridas de Ecoembes, “Europa también se va a encargar de poner sanciones a quien no cumpla los objetivos. No nos vamos a poder permitir no cumplir con lo que nos dicen, y vamos a tener que ser mucho mas eficientes en el uso de los recursos”. Según los datos de Ecoembes, la tasa de reciclado de envases domésticos alcanza el 73,7% en España, lo que coloca al país entre los diez europeos con mejores datos. Y es que en el debate entre la conveniencia de una gestión pública, privada o mixta de los residuos, el principal valor es el del ciudadano que tiene que hacer ese gesto:“si no, el sistema no funciona”, opinaba de Benito.
Cambio político
Esa colaboración público privada para la gestión de los residuos se convirtió en uno de los temas principales del desayuno. Los previsibles cambios políticos en Madrid, Barcelona, Valencia y otras grandes ciudades del país han abierto el debate sobre la conveniencia de revisar el sistema que predomina en la mayoría de ellas, el de la licitación a empresas privadas de los procesos de recogida y tratamiento.
Volvía a la mesa la ideología en torno al medio ambiente, aunque la conversación se centraba en si una gestión mixta es más eficiente que una puramente pública. “Es uno de los grandes desafíos que se van a poner encima de la mesa. ¿Es más o menos eficiente la prestación pública directa? En Madrid y Barcelona es un debate que se va a abrir ya, aunque lo importante es justificar siempre por qué una u otra opción son más eficientes”, argumentaba Gildo Seisdedos, profesor del IE Business School y urbanista.
“Es una cuestión de consenso. Estudiar cada caso y poner los números a cada modelo. Hablamos mucho de ideología y poco de números”, opinó Pedro Michelena, presidente de Foro PPP, que representa empresas privadas que participan en concesiones de infraestructuras y servicios públicos. Michelena apuesta por la creación de una unidad pública que, ante procesos de concesión, “estandarice procesos, criterios… Ayudaría a que se dieran a conocer las cosas que funcionan y los modelos a seguir”. Para el secretario de Estado de Medio Ambiente se trata de una cuestión de mentalidad: “no hemos tenido demasiada tradición en juzgar a los gobiernos por la eficiencia en el uso de los recursos. Hasta ahora no ha habido esa mentalidad de controlar al gobierno a través de los presupuestos. Es un proceso de maduración, la crisis ha ayudado a entender que los recursos no son ilimitados. Eso lleva a decidir dónde dedicamos nuestros recursos. La clave es pactar entre todos lo que va a resultar mejor para los ciudadanos”.
Pedro Michelena apuesta por extender la colaboración público privada al propio proceso de diseño de un nuevo servicio que se vaya a licitar, dado que éstos son cada vez más complejos y se necesita un asesoramiento especializado: “cuanto más complejos son los procesos, más se requiere que el conocimiento fluya mucho más rápido entre las partes”. Además, puso como ejemplo a Ecoembes, una sociedad sin ánimo de lucro que trabaja con las administraciones y las empresas para el correcto tratamiento y reciclado de los envases. Para Begoña Benito, su responsable institucional, “deberíamos trabajar en ver qué cosas se han hecho bien para comprobar si nuestro modelo es extrapolable a otros flujos de residuos”. “Creo que uno de los grandes retos de nuestro país es saber cuánto cuesta la gestión de la basura, qué pagamos cuando pagamos la tasa de basura, y solo en ese momento podremos saber quién lo hace bien”, añadió.
Federico Ramos insistió en la importancia de la claridad en la colaboración entre lo público y lo privado:“estos procedimientos, que son necesarios, requieren una transparencia en su gestión para evitar recelos y desconfianzas, ser muy claros, y ahí todavía tenemos que dar algunos pasos. La propia empresa tiene que asumir que si asesora a la administración lo tiene que hacer de forma desprendida: cobrará por su trabajo pero no puede utilizar eso de cara a la licitación”.
El reparto de competencias entre las administraciones siempre es objeto de debate, también en lo que afecta al medio ambiente. “Nuestro sistema de distribución competencial es esencialmente colaborativo. Lo más importante es que se extienda una cultura colaborativa, porque si no el sistema, que está diseñado sobre las bases de la colaboración, no va a funcionar”, describía Ramos, quien también destacó la relevancia de haber simplificado conceptos:“a veces se ha hecho demasiado hincapié en “mi singularidad” como región. Puede tener sentido en algunos casos pero quizá en otros no tanto. Propusimos volver a los mismos conceptos: si tenemos delante un procedimiento ordinario, llamémoslo como tal.
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