Los caminos de Turquía y Brasil
Turquía y Brasil tienen muchos problemas similares. Ambos están actualmente luchando con déficits por cuenta corriente que dificultan su financiación, tasas de inflación incómodamente altas y una desaceleración en un PIB que antes crecía rápido. Ninguno tiene soluciones, pero Brasil se mueve en una dirección más acertada.
Brasil es mucho más grande, con 203 millones de habitantes en comparación con los 77 millones de Turquía. Pero al cambio actual, los dos países tienen ahora casi los mismos 11.000 millones de dólares (unos 10.200 millones de euros) de PIB per cápita, calcula el Fondo Monetario Internacional. Y en los últimos 10 años, este ha aumentado casi a prácticamente el mismo ritmo anual del 4%.
Hay también una historia compartida de desastre monetario. La tasa de inflación anual de Brasil estuvo entre los tres o cuatro dígitos entre 1980 y 1995 y la de Turquía estuvo por encima del 30% cada año desde 1983 hasta 2002. Hasta hace poco, los militares desempeñaron un papel importante en los gobiernos de ambos países. Además, los dos han sufrido durante mucho tiempo elevados niveles de desigualdad y corrupción.
Ambos países han sufrido durante mucho tiempo elevados niveles de desigualdad y corrupción
Los economistas desarrollados dirían que Brasil y Turquía tienen instituciones débiles o que están teniendo dificultades para salir de la trampa de los ingresos medios. Tales países generalmente se hacen más ricos, pero de forma más lenta de lo que su potencial sugiere. Cualquier impulso se ve interrumpido por alguna combinación de gobiernos inestables o ineficaces, una devastadora corrupción, la insuficiencia de fondos para la inversión, industriales sin ambición y una escasez de trabajadores cualificados.
Brasil, por ejemplo, fue descrito por el iluso escritor austríaco Stefan Zweig como una “tierra de futuro” en 1941. Los escépticos lugareños añadieron rápidamente “y siempre lo será”. En 2001, Jim O’Neill, entonces economista jefe de Goldman Sachs, convirió el optimismo de Zweig en una sigla, uniendo a Brasil con Rusia, India y China en el grupo BRIC de países de renta media-alta con un futuro prometedor.
En 2011, Fidelity Investments siguió el camino siglas, añadiendo Turquía a México, Indonesia y Nigeria para crear el grupo MINT de los países de renta media-baja con un gran futuro. Era tarde. Para entonces, tanto Brasil como Turquía estaban entrando en otra fase decepcionante.
Los dos países han respondido de diferentes maneras. En su primer mandato, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se entrometió y gastó. El banco central recortó los tipos de interés a mínimos históricos en 2012.
Pero el Banco Central dio marcha atrás en 2013. La tasa de referencia Selic se encuentra ahora un 12,75%, la más alta en seis años. Y la reelecta Rousseff parece haber vuelto a la corriente convencional de la gestión fiscal. Su nuevo ministro de Finanzas, el economista formado en la Universidad de Chicago, Joaquim Levy, tiene el objetivo de lograr un superávit fiscal primario del 1,2% del PIB este año.
Rousseff dice que la austeridad durará todo el tiempo que sea necesario, aunque es políticamente impopular, prevé que el PIB se reduzca hasta en un 1% este año. Además, no ha intentado reprimir una investigación por corrupción masiva en Petrobras, el productor de petróleo y gas controlado por el Estado.
La respuesta de Turquía es menos alentadora. Aunque el banco central ha intentado mantener la inflación bajo control, el presidente Tayyip Erdogan ha calificado de “traidores” a los defensores de los tipos de interés elevados. Convenció a los encargados de estas políticas de reducir las tasas. También ha parado una gran investigación sobre corrupción, construido un palacio presidencial de 1.000 habitaciones y culpado de muchos de los problemas del país a una conspiración extranjera.
Erdogan, al igual que muchos líderes económicamente inútiles de los países de ingresos medios, es popular entre los votantes, que no parecen demasiado preocupados por el crecimiento del 2,9% del PIB de 2014. Citigroup espera una expansión del 2,5% este año. El presidente parece centrarse en la gloria del pasado y el futuro de la nación, no en hacer frente a las instituciones defectuosas del presente.
Las ideas BRIC y MINT pueden ser simplificaciones útiles, pero puede haber más diferencias dentro y entre los grupos que semejanzas. El desarrollo es un trabajo duro y ahora Brasil se está esforzando más que Turquía.