Hombres, mujeres y paro
Los servicios públicos de empleo registraron, en el mes de febrero, un descenso de 13.538 personas (0,3%), hasta alcanzar la cifra de más de 4,5 millones desempleados. Como cada año, en torno al 8 de marzo (día de la mujer trabajadora), se denuncia la desigualdad persistente entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo. Sin embargo, no parece que avancemos mucho y las desigualdades se perpetúan con el paso del tiempo dando lugar a una abundante literatura sobre economía del trabajo.
En este sentido, ¿ha castigado por igual la crisis económica, en el periodo de la presente legislatura, a los hombres y a las mujeres sobre el mercado laboral? La evolución ha sido muy distinta según sexos. Si analizamos la evolución del desempleo registrado, desde finales de 2011 hasta febrero 2015 se observa que la crisis económica ha tenido un comportamiento muy asimétrico. Así, el desempleo registrado ha aumentado en las mujeres en 182.000 (8,2%), frente a una disminución de los hombres en 90.000 (-4,1%). De este modo, el desempleo femenino representa el 53% del paro total, frente al 47% de los varones.
Pero la situación más grave es la de las mujeres desempleadas de larga duración (más de un año en desempleo), que aumentaron un 34% en lo que va de legislatura y que son mayoría al aglutinar el 57% del total.
En este contexto, es la desigualdad la característica que aún hoy persiste en el empleo de las mujeres y está agravada, todavía más, por la actual crisis económica, que si por algo se caracteriza es precisamente por los elevados niveles de desigualdad que generan tanto en términos de oportunidades de incorporación como en permanencia en el mercado laboral y en las condiciones de trabajo.
El mercado laboral en España aún sigue castigando a las mujeres tanto a nivel de empleos atípicos como en el tiempo parcial. Además, numerosos estudios empíricos reflejan que la brecha salarial entre hombres y mujeres a igual trabajo persiste y sigue aumentado. En concreto, el salario medio anual femenino representa el 76,1% del masculino, según recoge el Instituto Nacional de Estadística en la última encuesta anual de estructura salarial publicada en junio de 2014. El análisis de los salarios femeninos muestra que las diferencias de salarios entre hombres y mujeres ya no son debidas a diferencias en los niveles de formación y cualificación. De hecho, la mujer española representa el 60% del total de universitarios. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) refleja en su último estudio que hay más mujeres con estudios superiores entre la población de jóvenes de 25 a 34 años de edad, pero hay más hombres que obtienen un trabajo con ese nivel de titulación mientras ellas acaban engrosando más a menudo las listas del paro.
Hoy se conocen bien los principales mecanismos que conducen a las diferencias salariales entre hombres y mujeres. Más que una pura discriminación salarial, es decir, un salario inferior al de los hombres por un trabajo idéntico, es esencialmente la segregación profesional y las dificultades de acceso a los empleos con mejor remuneración las causas de este fenómeno en el interior del mercado de trabajo.
Así, las mujeres están más representadas en sectores de actividad con bajos salarios, como actividades del hogar (89%), servicios sanitarios y sociales (79%) y hostelería y comercio (60%), mientras tienen menor presencia en construcción (10%) e industria (25%). A pesar de que más de ocho millones de trabajadoras (45%) forman parte del mercado laboral español, la entrada al empleo de las mujeres presenta otros obstáculos que se sitúan en el entorno exterior del mercado laboral. En concreto, el desigual reparto de las tareas domésticas, el cuidado de los hijos a nivel doméstico y la escasez de servicios para atender a los hijos (guarderías y escuelas infantiles). De hecho, según la OCDE, la tasa de empleo de las mujeres aumenta con el menor número de hijos. Por ejemplo, con un hijo la tasa de empleo se eleva al más del 60%, mientras que con más de tres hijos desciende hasta el 42%.
Solo con las leyes no llegaremos a eliminar la discriminación. Es necesario influir sobre las normas sociales y las prácticas diarias tanto a nivel de empleo como en la vida privada. El desafío se sitúa no solamente en el trabajo, sino que concierne al conjunto de relaciones entre hombres y mujeres y a las alternativas globales de la sociedad. Todo ello reclama la elaboración de políticas públicas y el impulso de cambios culturales que tiendan a garantizar la efectiva igualdad. No obstante, esta será una legislatura perdida para el avance en igualdad entre mujeres y hombres, especialmente en el empleo.
Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local