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El agotamiento en los bonos soberanos abre otras opciones

Deuda corporativa: llega la onda expansiva del BCE

ACN (ACN)
Nuria Salobral

El más de billón de euros que prevé inyectar el BCE en el mercado europeo de deuda va a provocar un terremoto en el conjunto de la inversión cuya onda expansiva se dejará sentir en toda clase de activos. La inundación de liquidez se concentrará en la deuda soberana, donde los bancos centrales nacionales van a dirigir sus compras, pero el efecto que estas adquisiciones tendrá en unos bonos públicos donde el margen de ganancia ya es reducido –después de un imparable rally que dura ya dos años y medio, desde que Draghi dijera aquello de que haría todo lo posible por preservar el euro– impulsará a los inversores a buscar rentabilidad en otros activos. Al menos esa es la jugada que ha diseñado el BCE, calcando los pasos dados por la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón, con claros efectos sobre sus respectivos mercados financieros aunque no tanto sobre la fortaleza de sus economías.

La deuda corporativa será sin duda uno de los terrenos donde se notarán los efectos del plan del BCE, que finalmente dejó fuera de sus compras la deuda empresarial con la excepción de las cédulas hipotecarias y los bonos de titulización emitidos por la banca. “La expansión cuantitativa del BCE creará una onda expansiva sobre la deuda corporativa, va a tener impacto en todos los activos, habrá liquidez disponible para todos”, explica Fernando García, responsable de deuda corporativa y de banca de Société Générale. Un primer ejemplo es la emisión que el mismo viernes, un día después de conocerse el plan del BCE, realizó Enagás, al colocar bonos a diez años por 600 millones de euros y después de recibir una demanda por 6.000 millones de euros. La emisión se inició con un rango de precios de entre 80 y 85 puntos básicos sobre midswap, el índice de referencia habitual, y quedó finalmente en los 65 ante la fuerte demanda, con un cupón anual del 1,25%. Enagás bate así el récord que había logrado hace unos días Gas Natural, al colocar deuda a diez años al 1,38%. “Se ha visto el gran apetito que hay en el mercado”, añade García.

Para Royal Bank of Scotland, “incluso aunque los bonos corporativos no están incluidos en el QE, el final abierto del programa y su elevado tamaño compensan por ello y benefician a todo tipo de activos de grado de inversión”. La demanda es tal que las grandes empresas españolas, a las que no llegarán las compras directas de deuda del BCE, están emitiendo a un coste de financiación inferior al del Tesoro, en contra de lo que indicaría la lógica por la que el bono soberano marca la referencia para el resto de emisores. Los bonos de Enagás al 1,25% están por debajo del 1,36% del nuevo mínimo histórico del bono español a diez años, como también sucedió el día en que Gas Natural cerró su emisión. “En España no hay tantas empresas que emitan deuda y ante el posicionamiento de los inversores internacionales en el país, algunas pagan incluso menos que el Tesoro por la abundancia de emisiones de deuda pública y la escasez de las corporativas”, explica Javier Domínguez, Socio Director de Auriga Global Investors, para quien las compras de deuda del BCE sin duda van a impulsar el apetito por la deuda corporativa. La firma destaca las oportunidades que ahora representan emisiones en circulación como los bonos a 18 años de Telecom Italia al 4,161%; los de Peugeot a 3 años al 2,05% o los de Telefónica a 18 años al 2,13%.

Domínguez apunta incluso la oportunidad que el QE representa para la deuda griega. “Hay más riesgo pero la deuda griega también tendrá al BCE detrás. Lo previsible es que haya un acuerdo sobre la deuda helena, aunque no una nueva quita”, apunta. La deuda soberana helena ya ha respirado y el bono a diez años ha rebajado su rentabilidad del 9,36% al 8,48% en dos días gracias al anuncio del BCE y a pesar de la inminencia de unas elecciones generales que en otro momento tanto han sacudido el mercado. Al Banco del Pireo y a Alpha Bank el mercado exigía el viernes un rendimiento para sus emisiones a dos años del 13,84% y 11,75%, respectivamente.

El paulatino desplazamiento que busca el BCE de la inversión desde la deuda soberana europea hacia la deuda corporativa, como elemento con el que favorecer y abaratar la financiación empresarial, justifica la inclusión dentro de su programa de compras de la deuda pública con rentabilidad negativa. Esto supone asumir pérdidas si la inversión se mantiene al vencimiento y el riesgo de sufrirlas igualmente si el precio del activo no continúa subiendo. Pero con un 20% de los bonos soberanos de la zona euro cotizando ya en rentabilidad negativa, según cálculos de RBS, las mayores rentabilidades de la deuda corporativa estarán esperando a los inversores, aunque la avalancha de liquidez también presione a la baja la rentabilidad de las emisiones de las empresas, como ya se aprecia claramente en las colocaciones que se han realizado en el inicio del año.

Otro de los efectos que la expansión cuantitativa del BCE tendrá en la deuda corporativa será el de aproximar aún más los diferenciales entre la periferia y los países del corazón europeo. El mercado exige ahora a Telefónica una prima cercana a los 25 puntos básicos frente a Deutsche Telekom para equivalentes emisiones de deuda a un plazo de cinco años. Fernando García explica que esa diferencia tenderá a rebajarse a niveles de alrededor de 10 puntos básicos. De hecho, los expertos minimizan la incertidumbre que podría tener en el mercado el hecho de que el riesgo de las compras del BCE solo sea compartido en un 20%, lo que podría hacer temer por una mayor fragmentación de la zona euro. Pero la reacción general está siendo la de apostar por las compras, basta con ver el efecto sobre la deuda griega.

Los analistas coinciden en que hay recorrido en la deuda soberana y, por supuesto, en la corporativa. “Si hay riesgo de burbuja será global y sistémica. Pero eso ahora no lo vemos”, señalan en Banco Madrid. Y Mario Draghi tampoco.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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