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Sacar partido al ahorro es cada vez más complejo pero aún posible

Objetivo: rentabilidad del 1% al 2%

El lunes pasado en estas páginas les planteábamos una situación de tipos de interés, inflación y mercados financieros donde un objetivo de rentabilidad del 0% para 2015, al menos para determinado tipo de ahorrador, podía no ser tan descabellado. La medida sorpresa, días después, del Banco Central de Suiza donde –además de dejar cotizar libremente al franco suizo en su intercambio con el euro– elevó la tasa negativa de los depósitos del -0,25% al _-0,75% (sí, leen bien, pagar más todavía por depositar su dinero) pone si cabe más de manifiesto cómo determinados paradigmas pasados de lo que es una rentabilidad razonable por el riesgo asumido pueden estar dislocados en el momento actual. No obstante, la búsqueda de alguna rentabilidad con la toma de riesgos limitados, aunque sólo sea para pagar o compensar por las subidas de impuestos o por el gusto de que sus ahorros ganen poder de compra, es desde luego posible.

Tradicionalmente un objetivo de rentabilidad del 1% al 2% era sencillo y probable de obtener y se hacía a través de la seguridad que ofrecen los mercados monetarios. En el caso de los fondos de inversión la vía directa eran los fondos de tesorería o monetarios con bajas comisiones de gestión. Sin embargo, en la actualidad es del todo imposible alcanzar ese tipo de rentabilidades a través de fondos monetarios puros. Este tipo de fondos, como puede observarse en el gráfico central, por término medio han conseguido ese 2% pero en el acumulado de los tres últimos años. Para el presente año su rentabilidad esperada y sólo si nos vamos a los plazos más largos pueden rondar el 0,20%-0,40% en términos netos.

La alternativa tradicional para incrementar la rentabilidad ha sido alargar los plazos de las emisiones para así entrar en el terreno de la renta fija o los bonos a corto plazo así como bajar la calidad crediticia. Mediante dicha estrategia los cupones e intereses aumentan sensiblemente pero las consecuencias en términos de riesgo son también evidentes en el gráfico central. La variabilidad o volatilidad de las rentabilidades aumenta y no es en absoluto imposible que durante periodos determinados (eso sí cortos) se puedan sufrir ligeras minusvalías. El gráfico para el índice Lipper que agrupa a todos los fondos de renta fija de corto plazo en euros revela como en periodos de estrés de mercado como los de las primaveras del año 2012 y 2013 y en particular también ante la amenaza de subidas de tipos o rendimientos (primavera 2013) se producen caídas de valor.

La inminente y probable política de expansión monetaria del Banco Central Europeo (BCE) que se espera suponga la compra masiva de deuda pública y deuda corporativa por parte del BCE debería ser favorecedor para el desempeño de los bonos a corto plazo en euros, al menos durante un cierto periodo, lo que podría elevar las rentabilidades de este tipo de fondos. Así, en un supuesto optimista de ausencia de shocks significativos, no sería difícil conseguir el objetivo de rentabilidad propuesto del 2% con este tipo de fondos. Una buena selección de fondos de calidad y con unos costes muy ajustados es clave para conseguir el objetivo. No obstante, entramos ya en un terreno donde la seguridad casi absoluta de los monetarios desaparece y es posible imaginar escenarios de mercado donde los resultados pueden ser decepcionantes y muy inferiores al objetivo.

Ello nos lleva al tercer componente del gráfico y es el índice Lipper que agrupa a los fondos que se definen como de rentabilidad absoluta de bajo riesgo en euros. Recordemos que el concepto de retorno o rentabilidad absoluta es el que se aplica a una gestión del dinero cuyo objetivo es obtener rentabilidades (absolutas) siempre positivas en periodos relativamente cortos de tiempo. Estos periodos varían y aunque el más común es un año o 12 meses existen gestores que los alargan hasta tres años o ciclos de mercados completos que pueden coincidir con esos tres años o ser incluso más largos. Se puede observar de nuevo como el resultado medio del acumulado de los tres últimos años supera ligeramente el 5% luego en términos anualizados se situaría de lleno dentro del objetivo de rentabilidad planteado. Sin embargo, la variabilidad de estos fondos en su conjunto es claramente la más elevada de todas, con lo que la certeza de que se obtendrá la rentabilidad objetivo desciende.

Se podrían considerar otras alternativas pero todas ellas aumentarían la variabilidad de los rendimientos. Así mismo, también pueden ir acompañadas de otros peajes no deseables como el aumento de los plazos de inversión necesarios, la falta de liquidez inmediata o los riesgos de pérdida. La conclusión es que la solución ideal existe y el objetivo es posible, consistiendo en una combinación de los tres tipos de activos apuntados, eso sí implementada con calidad en la gestión y eficiencia en términos de costes.

Riesgos muy reales

Rentabilidad

Sin ánimo de ser alarmistas, sino realistas, la búsqueda del objetivo de rentabilidad del 2% mediante productos bancarios o emisiones individuales de deuda de estos (pagarés, papel comercial, bonos…) a corto plazo no está exenta de riesgos.

100.000 euros

Los depósitos -u otro tipo de imposiciones o “papel” propio - ligados lógicamente a la solvencia de un banco, tienen un riesgo de crédito por encima de los 100.000 euros. Escenarios de quitas puntuales que recaigan sobre los acreedores no son descabellados si se da una combinación de circunstancias negativas.

Diversificación

Una amplia diversificación es, como siempre, esencial si se quieren evitar grandes lamentaciones.

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