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Columna
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Externalizar riesgos

Blackstone ha ideado una nueva definición de poner una inversión en juego: hacerlo con el dinero de otros. La firma de adquisiciones y gestión de deuda se está aprovechando de la reciente relajación sobre el riesgo que tiene que mantener en las titulizaciones para mejorar la rentabilidad. Su estructura parece aceptable –pero reguladores e inversores deberían estar atentos a los abusos de la práctica por parte de imitadores futuros–.

Las normas europeas en este ámbito se introdujeron para evitar una repetición de la crisis hipotecaria de 2008, durante la cual las entidades otorgaron préstamos basura y los lanzaron a los mercados de bonos. Los creadores de activos titulizados ahora tienen que mantener un riesgo del 5%. Eso dificultaba la emisión en Europa de CLO, un tipo de obligaciones de deuda colaterales.

La Autoridad Bancaria Europea cambió la normativa el pasado diciembre para que los gestores de activos puedan evitar mantener los riesgos en el CLO –siempre y cuando otra entidad lo haga, y sea esa la que origine la mitad de los préstamos del CLO–. Blackstone ha sido uno de los primeros en darse cuenta. Ha establecido un originador para hacer préstamos y reempaquetarlos como CLO– que el propio Blackstone gestiona.

Parece un modelo sólido: la empresa es una entidad crediticia a largo plazo; los inversores se benefician de una dirección independiente y experimentada y los propios accionistas no parecen exaltados hambrientos de rentabilidad: uno de ellos es la Iglesia de Inglaterra.

La pregunta más importante es si los vehículos de originación que parece que van a surgir cumplirán con el espíritu así como con las reglas de retención. El peligro es que se produzca un regreso a las estructuras anteriores a 2008, cuando los inversores no comprendían adecuadamente los riesgos, o los fondos ya no están calificados para retener riesgos. Si los reguladores tienen un indicio de que esto está sucediendo, pueden endurecer las normas de nuevo.

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