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Tribuna
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Aulas para enseñar a pensar

El último informe Pisa arrojaba datos demoledores que vuelven a situar a los alumnos españoles a la cola de la educación de los países de la OCDE y sus resultados dejan una reflexión de un profundo calado que pone en entredicho todo el sistema de aprendizaje: hace falta un cambio radical en la metodología de enseñanza. El autor del informe Pisa, Andreas Scheleicher, nos da una pista importante: “en el Siglo XXI debe haber un enfoque diferente en la enseñanza más centrado en el espíritu crítico, la creatividad y el trabajo en equipo que en aprender la lección de memoria”.

En los últimos años, el ámbito educativo ha sufrido numerosos cambios, tanto sociales, como legislativos y demográficos, sin embargo, la estructura de las aulas se ha mantenido igual desde principios del siglo pasado: la pizarra en la pared, todos los alumnos mirando al frente y el profesor de pie o sentado impartiendo la lección.

Hoy en día, este concepto de aula sigue en uso pero presenta un problema: la educación y el aprendizaje han incorporado nuevos métodos de enseñanza y las aulas necesitan adaptarse a un modelo más activo y a las nuevas prácticas de enseñanza que nos sitúen en la liga de los países más avanzados. Si nuestras aulas siguen siendo iguales que las del Siglo XIX, ¿por qué nos sorprendemos de los resultados obtenidos en el informe Pisa?

Mejorar los resultados académicos es prácticamente un objetivo universal, pero cómo lograrlo sigue siendo fuente de numerosas investigaciones y debates. Nuestra experiencia concibiendo espacios educativos es que hay que replantear la enseñanza partiendo de lo fundamental: analizar el entorno en el que se produce el aprendizaje y conseguir que este entorno ayude a fomentar el pensamiento crítico, la capacidad analítica y la creatividad. Es lo que podríamos definir como aprendizaje activo, un concepto muy alejado de la memorización y de la escucha pasiva.

El diseño de espacios de educación implica mucho más que el cumplimiento de normas y regulaciones. Al abordar el diseño de espacios avanzados de aprendizaje tenemos la oportunidad de resolver algunos problemas esenciales. Es necesario entender cómo los estudiantes aprenderán en el nuevo milenio, qué herramientas y espacios promoverán la creatividad tanto de maestros como de alumnos y transformarán sus comportamiento, cómo el diseño de espacios y el mobiliario impactarán en estos comportamientos. Es imprescindible hacer este ejercicio porque los entornos educativos, formales e informales, son los lugares donde nuestros hijos pasan la mayor parte de sus dos primeras décadas, más que en cualquier otro lugar. Aquí se desarrollan intelectualmente, descubren cómo comunicarse y trabajar con otros, y desarrollan la habilidad tan importante de aprender.

Dado el carácter fundamental de su papel, arquitectos, diseñadores y profesores están comenzando a reconsiderar un nuevo enfoque para los espacios formales e informales de aprendizaje, donde la tecnología y el espacio físico estén plenamente integrados para facilitar la pedagogía y crear una experiencia más activa y cautivadora, tanto para los profesores como para los estudiantes.

Se debe concebir el espacio como un catalizador allí donde interaccionan personas con tecnología y procesos de aprendizaje. En un futuro cercano, los dispositivos electrónicos formarán parte inevitable del entorno educativo, pudiendo incluso llegar a sustituir a los tradicionales libros, cuadernos y pizarras. En este contexto, la planificación inteligente del espacio y el equipamiento de esas aulas adquiere una perspectiva esencial para superar con éxito los desafíos que demanda la enseñanza del futuro.

Cuando la pedagogía, la tecnología y el espacio se tienen en cuenta y se integran, se define el nuevo ecosistema de aprendizaje activo. Si el espacio, el mobiliario y las tecnologías pueden adaptarse fácilmente a las pedagogías y a las preferencias de aprendizajes implementadas por los profesores, los diseñadores y planificadores de aulas habrán logrado realizar una importante contribución al proceso educativo.

Cualquier aula que no pueda adaptarse rápida y fácilmente a estas exigencias y nuevos modos de aprendizaje y enseñanza, no podrán adaptarse al siglo XXI, con lo que seguiremos desaprovechando la oportunidad de mejorar nuestro desarrollo y competencias para impulsar el crecimiento económico y social de nuestro país.

Alejandro Pociña es presidente de AF Steelcase para España y Portugal.

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