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Tribuna
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Reformas para todos

El entorno económico mundial es exigente y cambiante, haciendo que países vistos anteriormente como modélicos ya no lo parezcan tanto. Un buen ejemplo es Finlandia, cuyo PIB se contrajo un 1% en 2012 para luego caer un 1,4% en 2013 y situarse a la cola de una eurozona que retrocedía un 0,4%.

Las rentas del pasado sirven de poco y la ausencia de una actitud pragmática y proactiva para adaptarse a los cambios pasa factura a la actividad. Esta situación explica que la Comisión Europea prevea un crecimiento del 0,2% para Finlandia en 2014 y que los riesgos sean a la baja como señala la composición de su PIB. En 2013, el incremento del gasto público y el descenso de las importaciones, ligado a una demanda interna deprimida, evitaban un deterioro mayor de la economía finesa pero sin ocultar la necesidad de acometer importantes reformas en el país.

En tres de los últimos cinco años, Finlandia ha estado en recesión al sufrir los cambios en el entorno mundial y sus propias debilidades. La principal, la pérdida de competitividad que se ha producido vía salarios y descenso de la productividad, siendo el resultado que entre 2005 y 2013 los costes laborales unitarios han aumentado a una tasa media del 3% en Finlandia frente al 1,6% de la eurozona.

La anterior situación ha reforzado los problemas del país al ser ahora más dependiente de actividades menos productivas y dañadas por la pérdida de competitividad, ante los problemas que viven dos sectores claves para el mismo. Por un lado, el papelero afectado por la caída de demanda y, por otro, el tecnológico en plena reorientación estratégica después de haber errado en su apuesta de futuro.

En esta coyuntura, la alta cualificación de la mano de obra y el entorno favorable para los negocios no son suficientes. La tasa de desempleo superará ligeramente el 8% en los próximos años, cifras alejadas del promedio de la zona euro pero que se benefician de la disminución de los efectivos laborales debido al envejecimiento y desanimación de la población, mientras que el paro estructural aumenta ante las limitaciones a la movilidad que supone el difícil acceso a la vivienda en las zonas urbanas en crecimiento.

Luego, se impone actuar para mejorar el mercado laboral y fortalecer la economía finesa, proponiendo el FMI algunas medidas familiares para España: agilizar al máximo el aumento en dos años de la edad efectiva de jubilación, aumentar la productividad en el sector público y privado, promover la competencia en la distribución, enfocar más correctamente el esfuerzo en I+D y vincular los salarios a la productividad dotándolos de flexibilidad sectorial en la esfera pública y privada.

La lista de tareas en Finlandia es larga e, incluso, se extiende a las finanzas públicas, su punto históricamente fuerte al haber cumplido siempre el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Sus cifras siguen siendo envidiables con un déficit público del 2,1%, unos ingresos del 56% y una deuda del 57% del PIB en 2013; pero el problema radica en el deterioro de sus perspectivas ante una economía que ha defraudado las expectativas en los últimos años y hace que los ingresos se desvíen a la baja, restando efectividad a las medidas de ajuste.

El goteo al alza del déficit y la deuda es constante y en 2014, probablemente, Finlandia incumpla, por primera vez, el Pacto de Estabilidad al superar su deuda el 60%, previendo el Banco de Finlandia que en 2019 la deuda roce el 70% y no se cumplan los objetivos de déficit estructural. De momento, acciones como la subida del IVA o los límites al gasto sólo ralentizan el aumento de la deuda pero no acaban con él.

El envejecimiento de la población aumenta las cargas y parte de los cambios en la economía finlandesa se estiman como permanentes, es decir, crecerá menos que en el pasado y parte de la pérdida de los ingresos fiscales también será permanente. Así, para ajustar las cuentas públicas habrá que reformar las pensiones, promover una administración más eficiente y actuar vía recortes estructurales del gasto, pues con unos ingresos del 56% del PIB es difícil avanzar por otra vía.

En definitiva, Finlandia parte de una situación muy favorable y tiene mucho margen antes de darse un escenario preocupante, pero la pérdida de competitividad, la falta de empuje de la actividad y el lento pero continuo deterioro de las cuentas públicas, recuerdan que en el mundo actual las reformas no son sólo una obligación para economías como las periféricas.

Francisco Vidal es economista de Intermoney.

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