El efecto histórico de los sueldos sobre el empleo
¿Ha sido beneficiosa la moderación salarial para la economía española? Parece que a estas alturas son pocos los que critican la práctica de una política retributiva contenida que, por otra parte, no se había utilizado hasta ahora de forma generalizada como herramienta para reactivar la economía.
Históricamente, hasta la entrada de España en el euro, la devaluación monetaria era la forma que utilizaban reiteradamente los distintos gobiernos y los agentes económicos para recuperar competitividad. Sin embargo, la Unión Monetaria cerró a cal y canto la puerta a estas devaluaciones. A partir de entonces, la alternativa sobre el papel ante futuras crisis económicas estaba clara: la devaluación debía llegar por el lado de los salarios y los precios para hacer a las empresas y a los sectores más competitivos.
Sin embargo, esta posibilidad manejada por algunos teóricos desde muy al principio de la actual crisis ha tardado en ponerse en práctica a pesar de sus pregonadas bondades en momentos como el que atraviesa desde finales de 2008 la economía española.
Independientemente de cómo se ha ido configurando el resto de la política económica, un rápido vistazo al gráfico que representa la evolución del empleo y de los salarios en las últimas tres décadas pone de manifiesto dos cosas. Por un lado, que los grandes picos de incrementos retributivos –como el ocurrido en 1990 y en 2007– van seguidos al año siguiente del inicio de una fase de intensa destrucción de empleo. Y, al contrario, los momentos de mayor moderación salarial, como el que se registró en 1998 y desde finales de 2012, son la antesala de recuperaciones de la ocupación.
Si bien es cierto que la explosión del empleo a finales de los noventa además de producirse en un contexto de moderación salarial, estuvo precedida de otro abaratamiento de costes del empleo. La reforma laboral firmada por el primer Ejecutivo del PP en 1997 abarató el despido, creando un nuevo contrato fijo daba un primer tajo a la histórica indemnización de 45 días por año trabajado y 42 mensualidades de tope.
En 2001, a instancias del entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, la patronal CEOE y los sindicatos CC OO y UGT retomaron los fructíferos pactos anuales de rentas de mediados de los ochenta, que extendieron, además, a toda la negociación colectiva para dotarla de mayor contenido. De esta forma, los agentes sociales empezaron a pactar año a año alzas retributivas bajo la siguiente fórmula recomendada:incrementos según la previsión de inflación, más una cláusula de revisión salarial y un porcentaje de mejoras de la productividad.
Bajo esa fórmula se garantizó el empleo y ganancias de poder adquisitivo durante la pasada década y, algo no menos importante: la paz laboral.
Sin embargo, ya fuera por la inercia de la propia negociación colectiva, que en la mayoría de los casos pacta los aumentos salariales para los dos o tres años siguientes, o por los pocos reflejos de los agentes sociales, la realidad es tras la llegada de la crisis a finales de 2008, España seguía aplicando en 2009 subidas salariales del 2,4% después de haber cerrado el ejercicio con un ritmo de destrucción de empleo del 6% (lo que supuso la desaparición de 1,2 millones de puestos de trabajo en ese año).
De hecho, las cúpulas sindicales estuvieron varios meses entre 2009 y 2010 recurriendo sistemáticamente a los tribunales los incumplimientos por parte de las empresas de los aumentos salariales pactados ya fuera en sus convenios o en los sectoriales. En este escenario, la patronal y los sindicatos terminaron firmando a finales de 2011 tres años de moderación salarial extrema en el entorno del 0,6% para 2012, 2013 y 2014;algo que se está cumpliendo puntualmente, con un avance de los salarios pactados en convenio del 0,57% el pasado año.
En 2012 la reforma laboral volvió a suponer un abaratamiento del coste del despido y dotó de mayor flexibilidad salarial a las empresas a las que permite unilateralmente descolgarse de los convenios y modificar las condiciones salariales. Esto se ha traducido tras dos años de aprobación de la reforma en una caída de los salarios medidos en la Contabilidad Nacional, de -0,2% hasta septiembre.