Madrid y Dublín se libran de la troika y Atenas saborea la revancha
La carrera para librarse de la troika ha comenzado. Y Madrid y Dublín competirán por ser la primera capital que se libra de la supervisión que la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional han ejercido como contrapartida a un rescate completo, en el caso de Irlanda, y de un rescate de la banca, en el caso de España.
En cabeza, de momento, el Gobierno de Mariano Rajoy, que hoy mismo recibirá en Luxemburgo los parabienes del Eurogrupo (consejo de ministros de Economía de la zona euro) por haber cumplido ya casi el 100% de a condicionalidad exigida a cambio de un préstamo de hasta 100.000 millones de euros. Y por haber llevado a cabo la rees tructuración del sector bancario español, tras consumir 41.000 millones de euros de ese préstamo.
Irlanda, sin embargo, no quiere quedarse atrás. Y su primer ministro, Enda Kenny, anunció ayer si intención de despedirse de la troika el próximo 15 de diciembre, cuando se cumplen tres años de la intervención del país. “Todavía habrá dificultades, pero la era del habrá terminado”, señaló Kenny. Su ministro de Economía, Michael Noonan, incluso apuntó la intención del país de no solicitar una línea de crédito preventiva, como se venía suponiendo, por lo que la retirada de la troika sería definitiva.
En el caso de España esa línea preventiva está prácticamente descartada, tanto por Madrid como por Bruselas. Y aunque el veredicto definitivo sobre la conclusión del rescate de la banca española no se espera hasta el próximo 15 de noviembre, desde hoy mismo el ministro de Economía, Luis de Guindos, puede empezar a despedirse de las visitas trimestrales de una troika cada vez más desprestigiada.
Grecia fue el primer país en sufrir unas recetas que hasta el FMI ha pedido que se suavicen. Atenas no podrá librarse de sus visitas, pero el gobierno de Antonis Samaras no oculta su ansiedad por alcanzar, por primera vez en 10 años, un superávit primario que le permitan cubrir con recursos propios toda su financiación salvo los intereses de la deuda. A partir de ese momento, las visitas de la troika tal vez dejen de ser una pesadilla para los anfitriones y lo empiecen a ser para unos invitados que no son bienvenidos.
“El clima político va a cambiar radicalmente en Grecia cuando el país logre el superávit fiscal primario”, anticipa una fuente comunitaria. “Atenas va a intentar entonces una renegociación de los términos que aceptaron cuando no tenían alternativa”.
Ese momento coincidirá, con toda probabilidad, con la presidencia griega de la UE, a partir de enero de 2014. Un semestre que obligará a centenares de funcionarios europeos a desplazarse al Grecia para asistir a un sinfín de reuniones del Consejo de la UE. Turismo diplomático que en otras circunstancias suele resultar atractivo, pero que en estos momentos de tensión entre Bruselas y Atenas parece inquietar a algunos funcionarios.
“Grecia va a tener que dedicar parte del presupuesto de la presidencia a protegernos”, ironizan algunos de ellos. Otros temen lo contrario. Que los recortes presupuestarios sirvan de excusa para dejarles a la intemperie y exponerles al malestar de una población que, según Samaras, ha perdido de media el 40% de su nivel de vida en cuatro años. En Berlín, algunos políticos han propuesto una solución tajante para el problema: que Grecia renuncie a la presidencia de la UE, opción que no se contempla.
Samaras ya se ha reunido en la capital europea con el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, para preparar el próximo semestre. La apuesta de Bruselas es que Samaras se mantenga en el Gobierno con apoyo de los socialistas al menos hasta el final de la presidencia (junio 2014). Y aunque ya no se demoniza a Alexis Tsipras, líder de la izquierda (Syriza), la zona euro no desea unas elecciones adelantadas que pudieran llevarle al poder.
La negociación del tercer rescate de Grecia, por tanto, está prevista para la próxima primavera y que sea con Samaras. La zona euro tiene dispuesto entonces ampliar unos préstamos que ya ascienden a 250.000 millones de euros. Pero Atenas espera estar en condiciones de negociar mejores requisitos e incluso de renegociar los anteriores.
“Una segunda reestructuración, en forma de quita, no parece deseable porque volvería a poner en cuestión la seguridad de la deuda soberana”, señala un alto cargo europeo. “Pero si por rees tructuración se entiende una prolongación de los plazos y una rebaja del coste, podría hablarse”.
Otras fuentes advierten de que las mejoras ofrecidas anteriormente (rebajas de los tipos de interés) son temporales y podrían cancelarse si Atenas endurece en exceso sus exigencias. Por eso recomiendan a Grecia que no saboree la revancha por adelantado.