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El Foco
Tribuna
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Emprender por necesidad o por vocación

No se pretende en estas líneas demostrar la conveniencia de emprender en una situación económica y social en la que vivimos. Afortunadamente, cada vez adquirimos más conciencia de la realidad y la asumimos, probablemente con más reticencias de las que deberíamos y probablemente responde más a una actitud reactiva que proactiva, por lo que vamos con cierto retraso en nuestra respuesta a la realidad, que se pone de manifiesto, sobre todo, en la altísima tasa de desempleo que padecemos en España.

Aunque queda mucho camino por recorrer, parece ser que la realidad se impone.

En el informe del año 2012 del GEM, se constata que la tasa de emprendedores potenciales, es decir población adulta que manifiesta su intención de emprender una iniciativa empresarial o un autoempleo en los próximos tres años, ha crecido de manera ininterrumpida desde el año 2009, alcanzando un 12,05% en el 2012, lo que supuso un incremento interanual del 24,7%.

Ésta es una cifra a la que damos mucho valor. En la medida que más personas pretendan ser emprendedoras, más deberían ser las que definitivamente triunfen como tales.

La tasa de emprendedores potenciales ha crecido de manera ininterrumpida desde el año 2009

En un estudio realizado entre los meses de abril y mayo del 2013 a 970 alumnos de todos los campus de ESIC en España, el 64,2% manifestó que su trabajo ideal sería tener un negocio propio. El resto se distribuyó de la siguiente forma: un 3,3% trabajar por cuenta ajena en una pyme, el 31,2% trabajar por cuenta ajena en una gran empresa y el 1,3% desea ser funcionario.

A los alumnos se les ha preguntado por los motivos por los cuales desearían tener un negocio propio. Cada motivo fue valorado en una escala de Likert de 1 a 7 en la que 1 es poco/ en desacuerdo y 7 es mucho/ muy de acuerdo. A continuación se presentan los resultados ordenados por sus respectivas medias. Los motivos por los que desearía tener un negocio propio son, en primer lugar, “para desarrollar mis propias ideas” con una media de 6,16; en segundo lugar, “por un mejor desarrollo personal” con un 5,64; en tercer lugar, “por un deseo de independencia” con un 5,29; y en cuarto lugar, “aplicar conocimientos a la práctica” con un 5,16.

Es alentador comprobar que los principales motivos para desear tener un negocio propio son razones intrínsecas, es decir responden más a las necesidades de los propios alumnos que a condiciones impuestas por el entorno.

Las razones principales corresponden a la necesidad de desarrollar ideas propias, al desarrollo personal y al deseo de independencia.

En el otro extremo, destacan como el motivo para crear una empresa que no se asocia de manera significativa a la tradición familiar y que además no responde a una necesidad perentoria de tener un empleo.

Es significativo como a pesar del esfuerzo social por prestigiar la actividad emprendedora, a través de la prensa, la ley de emprendedores que sin duda pone en actualidad y relevancia la actividad, más allá del propio alcance de la ley, entre otras muchas iniciativas de la sociedad en su conjunto, sigue sin ser valorada de manera significativa como un resorte claro para el aumento de la motivación emprendedora.

Se requiere el esfuerzo de todos los agentes involucrados: instituciones públicas y académicas

Estos datos se corresponden, de alguna manera, con los resultados del GEM 2012 en el que se ha detectado que la iniciativa emprendedora corresponde en un 72,3% a una oportunidad de negocio detectado, y un 26,6% a la necesidad de buscar una alternativa de empleo.

De aquí la responsabilidad de todas las instituciones de ayudar a las personas, para que a través de su preparación personal, su actitud y la existencia de un entorno favorable, descubran nuevas y factibles oportunidades para crear nuevos negocios.

No se puede ver algo si no se ha desarrollado sensibilidad para ello. Generalmente es aceptado que los emprendedores no tienen más datos que el resto de las personas de su entorno. Su cualidad radica en ver tendencias cuando los demás vemos datos sueltos, en estar atentos cuando los demás estamos a otra cosa.

En este sentido, los centros de formación juegan un papel decisivo. Desde los estudios primarios, hasta la formación de postgrado y adultos deberían poner el desarrollo de la capacidad emprendedora como como una competencia transversal de todas las asignaturas y actividades formativas que se programen.

En la encuesta aplicada a los alumnos de ESIC mencionada con anterioridad, se dan las siguientes valoraciones,con respecto a las asignaturas que más han influido en sus motivaciones emprendedoras. Las variables del proceso educativo que más han influidos en la motivación emprendedora son: en primer lugar, el profesor, con una media del 5,74; en segundo lugar, el contenido de la asignatura, con un 5,54; en tercer lugar, los trabajos y prácticas realizadas, con un 5,51; y en cuarto lugar, la metodología de enseñanza con un 5,08.

Según la opinión de los encuestados, todas las acciones desarrolladas en el marco de las asignaturas influyen de manera positiva en el desarrollo de la motivación emprendedora. La acción del profesor en el aula sigue siendo el factor diferenciador dentro de todos los recursos que intervienen en el proceso formativo.

El contenido de las asignaturas así como los trabajos y prácticas realizadas son aspectos de relevancia.

Sin embargo, en todos estos elementos hay margen de mejora, pero para ello se requiere el esfuerzo de todos los agentes involucrados, desde las instituciones públicas y los centros formativos hasta los estamentos más básicos como los profesores y los alumnos.

El camino es largo, pero sin duda prometedor.

Carlos A. Pérez Rivero es profesor de ESIC

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