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Columna
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Una reacción pasada de moda

Para ser un mercado emergente, la economía de Brasil está actuando de una forma bastante anticuada. A la agresiva política monetaria llevada a cabo con el precio del dinero en una fuerte caída, le ha seguido una oleada de inflación que ha inspirado al banco central a multiplicar los tipos por tres. Es un ciclo similar al que vivió el mundo desarrollado en la década de los setenta con un gasto excesivo del sector público y una falta de inversión privada.

Desde 2009, son muchos los que han predicho que una laxa política monetaria daría lugar a un repunte en los precios que obligaría a los bancos centrales a nivel mundial a elevar los tipos de interés. Aunque esa situación aún no se ha producido.

El patrón no se ha puesto en marcha en las economías desarrolladas, pero sí que lo ha hecho en Brasil. El gasto público se incrementó considerablemente, tanto directamente como a través de garantías estatales antes de la elección de Dilma Rousseff en 2010. Se elevó aún más en enero de 2011, cuando se sustituyó a Henrique Meirelles, conservador con la política monetaria, por Alexandre Tombini en el puesto de gobernador del banco central.

Tombini recortó el tipo de referencia, Selic, del 12,5% al 7,25%. Desde entonces, se ha visto obligado a elevarlo en tres ocasiones, la más reciente en unos 0,5 puntos porcentuales hasta el 8,5% el 10 de julio ya que la inflación superó en alrededor de un 2% el objetivo del banco central (del 4,5%). Mientras tanto, el crecimiento de la productividad ha disminuido, el índice IBC-Br sobre la actividad económica se quedó en abril solo un 2,28% por encima del nivel del año anterior, y el déficit por cuenta corriente aumentó hasta el 3,2% del PIB hasta mayo, la cifra más alta en más de una década.

En este sentido, Brasil se asemeja macroeconómicamente a la Gran Bretaña de los setenta, con unos gastos excesivos del sector público que povocan que la producción sea débil, que la balanza por cuenta corriente se deteriore y que la moneda cotice a la baja (el real se ha depreciado un 15% frente al dólar desde marzo). Los problemas de Gran Bretaña se resolvieron a raíz de la elección de Margaret Thatcher. Por muy resistente que pueda ser Rousseff, no es la dama de hierro.

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