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Columna
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La austeridad se da a la fuga en Europa

La austeridad está, sin duda, pasando a un segundo lugar en la zona euro. La Comisión Europea (CE) habló ayer de un ritmo más lento de ajuste fiscal, lo que refuerza el margen de dos años que Bruselas dará a los mayores infractores fiscales de la región, España y Francia, para llevar el déficit hasta el objetivo del 3% del PIB.

Se trata de una rendición inevitable ante la realidad. Por un lado, el importante incremiento fiscal ya se ha hecho. JPMorgan estima que la periferia de la zona euro ha alcanzado aproximadamente la mitad de la consolidación necesaria para cumplir los objetivos a medio plazo de un presupuesto equilibrado. Además, se necesita un enfoque ligeramente más flexible para compensar el crecimiento de este año, más débil de lo esperado. Los gobiernos aún deberán recortar el déficit, pero no tendrán que proseguir con el ajuste fiscal para compensar unos ingresos menores de lo esperado.

Además, esas sacrificadas políticas solo pueden funcionar si hay presión en el mercado y tolerancia política. Ninguna está presente. Los inversores se han relajado desde que el presidente del BCE, Mario Draghi, prometió hacer todo lo necesario para salvar el euro. Y con el desempleo en niveles récord en toda la periferia y Francia, los votantes presionan en contra de una mayor disciplina fiscal.

Hace falta un enfoque ligeramente más flexible para compensar el débil crecimiento registrado este año

Sin embargo, aunque la austeridad ha perdido terreno, el crecimiento no ha aumentado. Deutsche Bank prevé que el PIB caiga este año en Francia, Italia, España, Portugal, Grecia y en la zona euro en su conjunto.

La tasa de empleo tiene que aumentar para que haya un cambio de tendencia importante, pero el panorama laboral es mixto. Grecia, Portugal y España han reducido sus costes laborales y aflojado su restrictiva regulación. Italia y Francia han hecho menos.

La batalla entre crecimiento y austeridad es una simplificación excesiva. El cambio de parecer de la CE conducirá a un debate más saludable sobre el equilibrio entre el ajuste fiscal y las reformas. El desafío es que, con unos mercados dóciles, las autoridades encuentren los medios para obligar a los países a llevar a cabo las reformas.

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