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Contante y Sonante

El temor a que los depósitos corran también con las pérdidas de un banco

Las entidades financieras españolas, por lo menos las que cotizan, han presentado los resultados correspondientes al primer trimestre del año. La cuenta de resultados ha sido bastante más floja de lo que a finales del pasado ejercicio preveían sus propios responsables. Y es que banca y economía van de la mano.

Si la economía no tira, no mejora, la banca tampoco. Y si la banca no despega, no da créditos, la economía se paraliza. Hace algo más de un lustro, justo antes de que se iniciara esta crisis que parece que se ha enquistado, ningún experto podía pensar que Santander o BBVA pudieran obtener un beneficio en España de solo 64 o 73 millones de euros como ha ocurrido entre enero y marzo. Solo 14 millones de euros más que Bankinter, uno de los bancos más pequeños del mapa financiero actual del país. Y eso que estamos hablando de bancos sanos, que no han necesitado ayudas públicas y que se codean con los más prestigiosos del mundo.

Hace un lustro, o incluso mucho menos, tampoco ningún experto podía pensar que casi todas las cúpulas de los bancos españoles iban a sufrir un vuelco casi a la vez. Gran parte de las antiguas cajas de ahorros, ahora convertidas en bancos, han cambiado sus equipos directivos. Las ayudas que han recibido más del 50% de estas entidades financieras han ido acompañadas, salvo excepciones, de la salida de sus antiguos gestores y la entrada de otros.

Y las que no han recibido la inyección de capital público puede que ahora tengan que asumir el cambio de gran parte de sus gestores. Al final, parece que se ha impuesto la tesis de Bruselas, y los gestores de las cajas –que en breve deberán transformarse en fundaciones– propietarias de bancos deberán optar por quedarse en el banco o en la fundación. No podrán compartir los cargos como sucede en la actualidad. Esta medida supondrá también el cambio de una parte de las cúpulas de entidades como La Caixa, Unicaja, Ibercaja o Kutxabank.

Antes, en las últimas semanas, otros dos bancos han dado un giro también a su dirección. Este es el caso de Banco Popular y Santander, sin lugar a dudas el más sonado. Y eso ha sucedido pese a que ninguno de los dos han recibido ayudas y han sorteado la crisis a pleno pulmón.

Y antes, en plena turbulencia financiera le sucedió a Bankinter. Y en 2009 fue la cúpula de BBVA la que dio un giro. Ambos bancos también forman parte de lo que Bruselas llama entidades sa nas. Solo Banco Sabadell conserva casi intacta su dirección en el último lustro, salvo algún que otro pequeño ajuste como consecuencia de su expansión inorgánica.

Pero la crisis no solo ha provocado un cambio del mapa financiero español y de sus directivos. También ha supuesto una reflexión a nivel europeo de algo muy importante y que nos afecta a todos muy directamente: nuestros ahorros. La reflexión es clara y meridiana. ¿Quién debe asumir el coste de la caída y ayudas de los bancos? Hasta ahora parecía que estaba claro, los accionistas, preferentistas y, por qué negarlo, el sufrido contribuyente. Los ahorros o, mejor dicho, los depósitos eran hasta ahora absolutamente sagrados. Pero eso, hasta ahora.

No solo la crisis de Chipre abrió la caja de los truenos con la propuesta de realizar una quita a los depósitos inferiores a 100.000 euros. Finalmente no se llevó a cabo, pero la sola idea de que Europa hubiese pensado en esta posibilidad destapó la caja de Pandora. Y es que la reflexión que Bruselas es más amplia y preocupante. Europa considera que el contribuyente no debe correr con el coste de la caída de la banca, una idea que todos comparten, aunque la realidad es otra. No es ningún secreto que las ayudas concedidas a la banca española por más de 40.000 millones de euros son en gran parte irrecuperables y, por lo tanto, su devolución correrá a cargo del bolsillo de los españoles.

Para evitar esto, Europa ha pensado que sean los ahorradores con sus depósitos los que también contribuyan a costear las pérdidas de una entidad financiera. Es decir, no solo el accionista, sino también el que ha depositado su dinero en un banco en crisis. España en general, y los bancos en particular, están en contra de esta propuesta. La banca considera que antes que los depositantes están los suscriptores de deuda sénior, que por lo habitual son inversores institucionales como fondos de inversión o aseguradoras. Pero hay varios países muy influyentes que aseguran que antes que estos deben hacerse cargo de las pérdidas de una entidad en crisis los ahorradores con sus depósitos.

De momento, los servicios jurídicos de los grandes bancos están estudiando el asunto para hacer una propuesta conjunta a Europa. La Asociación Española de Banca (AEB), mientras tanto, ya contrató en 2011 a la consultora McKinsey para hacer lo propio. Y ahí estamos.

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