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La fuga de capitales en España: el último que cierre

No sé si esta tregua veraniega es la calma previa a la tormenta, o es al revés. O todo a la vez. Ni idea. Lo sabremos dentro de poco. Es agosto y no me quiero enrollar demasiado. Solo un gráfico, sacado de la página web del Banco de España, que muestra los flujos de capitales en España en lo que va de año.

En las barras más a la izquierda del gráfico de la izquierda vemos los flujos totales de capital, es decir, el dinero que entra en España menos el que sale. Tanto la barra de 2011 como la de 2012 están en positivo porque en España entra más dinero del que sale. Esto es consecuencia del déficit comercial español: como compramos más artículos fuera de los que vendemos, tiene que entrar dinero para financiar estas compras. No llegan a los 15.000 millones de euros, menos que el año pasado porque el déficit comercial es cada vez menor.

Ahora viene el escalofrío. Las siquientes barras representan los flujos de capital excluyendo el Banco de España, es decir, el dinero que los extranjeros traen (o se llevan) y el dinero que los españoles se llevan fuera (o a la inversa). Son 163.000 millones de euros en apenas cinco meses, hasta mayo, entre dinero invertido en España que los extranjeros han repatriado y dinero español que se va fuera. Es decir, el 16% en PIB en cinco meses. En 2011 este balance resultaba positivo: los extranjeros invertían en España.

La mayor parte de la fuga de capitales se ha producido en el mercado de depósitos, préstamos e interbancario: 108.000 millones, repartidos al 50% entre extranjeros que se van de España y españoles que sacan el dinero fuera, 54.000 millones en ambos casos. A través de las inversiones de cartera, las que suponen compra y venta de activos financieros, los extranjeros han sacado otros 70.000 millones de euros, compensados con 4.000 millones que los españoles han repatriado.

La tercera barra representa el papel del Banco Central Europeo. Si en 2011 su papel fue testimonial porque aún entraba dinero, en 2012 la autoridad monetaria ha inyectado hasta mayo 170.000 millones en el sistema financiero, con lo que compensa tanto la brutal fuga de capitales como el déficit comercial. Aquí están todos los datos

Cifras tan grandes referidas a conceptos tan abstractos resultan un poco difíciles de digerir. Pero, en todo caso, una cosa está clara: esta fuga de capitales es insostenible para cualquier economía, y solo la respiración asistida del BCE evita que España caiga en el colapso financiero o, alternativamente, tenga que establecer controles de capitales. Al ritmo actual, España necesitaría que el BCE metiese en la economía más de 400.000 millones, es decir, el 40% del PIB en un año. De hecho, entre mayo y julio la deuda de los bancos españoles con el BCE ha seguido creciendo.

Así que, cuando oigan esto de que "gastamos más de lo que ganamos" que tanto le gusta a nuestro querido presidente, apaguen directamente la televisión o la radio. No es ese el problema de España o, al menos, no es ese el problema que debería quitarnos el sueño. El problema es que, como hay dudas sobre la supervivencia del euro, inversores, bancos y empresas están vaciando España. No es nada personal, simplemente prefieren tener sus euros en Alemania que en una España donde, quizá, se conviertan en pesetas. Lo explica Der Spiegel. Como es obvio, este problema no se arregla con moralejas infantiles recortes; si un inversor saca dinero de España a manos llenas porque teme la ruptura del euro no va a cambiar de idea porque se quite la asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles, digo yo. 

En realidad, es una gran paradoja. Desde España acusamos al BCE de no hacer lo suficiente por acabar con las dudas sobre la zona euro, con toda la razón. Pero también ese mismo BCE es el que ha evitado el colapso de la zona euro parcheando la fuga de capitales española. Y quizá, cansado de arreglar los destrozos causados por su propia pasividad, se ha dado cuenta de que está en un cruce de caminos; no puede financiar a España a este ritmo indefinidamente, y probablemente si compra deuda de forma decidida y disuasoria gastará menos dinero que ahora. Si lo hace, debería terminar con la fuga de capitales, y con toda seguridad eso reduciría la prima de riesgo (que refleja tanto la debilidad de las cuentas del Estado como el riesgo de una ruptura de la zona euro) y permitiría que, en un tiempo, empresas y bancos españoles más solventes pudiesen financiarse.

Lo malo es que todo esto depende de la política. De la política alemana, española, europea y de la política en el seno del Banco Central Europeo. Que España pedirá el rescate es evidente, aunque no sé muy bien a qué espera para pedirlo, toda vez que la situación es absoluntamente insostenible. Pero tiene que negociar las condiciones y, sobre todo, tiene que tener claro que el BCE disipará todas estas dudas. Un nuevo rescate y una nueva ronda de recortes que no arreglen esta incertidumbre fundamental abrirían la caja de los truenos de forma casi definitiva.

No nos engañemos: septiembre será movido. Pero de lo que pase este septiembre dependerán muchas cosas. Es uno de esos momentos en los que el futuro, a muchos años vista, de muchos millones de personas, depende de un puñado de individuos. Esperemos que estén a la altura.

Música contra la crisis. The Raconteurs, Steady as she goes

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