Los puntos fuertes y los flecos pendientes del acuerdo europeo
Los más sorprendidos en Bruselas son los escépticos. Porque los había, y muchos, sobre todo desde las filas españolas. El acuerdo abre una tabla de salvación para España. Ahora se espera que la letra pequeña, esos detalles donde se esconde el diablo, no lo estropee.
La crisis europea no es económica, es política. No se sabe cuántas veces se ha escuchado el mismo comentario en los pasillos de las instituciones comunitarias desde que estalló la tormenta de la deuda soberana y el futuro del euro se puso en entredicho.
Se rompe el cerrojazo: Esta madrugada, la voluntad política ha emergido. Se dice que España e Italia han conseguido doblar el brazo a la mismísima Angela Merkel, la canciller alemana, pero sin Francia no lo habrían logrado. Y lo que hay ahora sobre la mesa suena muy bien: la posibilidad de que el fondo de rescate inyecte el dinero directamente en la banca y no a través de los Estados (la ruptura definitiva de la relación tempestuosa entre los males del sistema financiero y su contagio en la deuda soberana) y que tome el relevo del Banco Central Europeo (BCE) en la compra de bonos de los países con problemas.
Pero lo más importante es lo que no está en los papeles, recalcan fuentes comunitarias. La clave de lo sucedido esta madrugada es que se ha forzado la voluntad política. "Se ha roto el cerrojazo", insisten. Con ese as en la manga, cualquier tratado puede cambiarse, incluso en muy pocos días.
España puede llegar a tiempo: Y esa capacidad para cambiarlo toda de forma acelerada si se quiere es clave para uno de los principales acuerdos de la cumbre: la posibilidad de que el dinero de los rescates llegue directamente a la banca. En principio, el plazo se fía largo, porque la condición imprescindible es que se establezca un mecanismo único y efectivo de supervisión, en el que participe el BCE, para los bancos de la zona euro. Se dice que tiene carácter urgente, pero la fecha límite solo para que esté en estudio es el final de este año.
Con los papeles en la mano, eso significa que para España llega tarde. Quizá Italia pueda disfrutarlo... Pero hay matices. El primero es que diciembre de 2012 es la fecha tope para iniciar el estudio, así que si la voluntad política existe de verdad, el impulso puede llegar antes y cambiar la estructura pactada para el salvamento financiero nacional. De todas formas, España no va a pedir todo el dinero que necesita la banca de golpe, así que, aunque las modificaciones se retrasen, puede que una parte recaiga sobre las espaldas del Estado, pero el resto vendría directamente de Europa. Tenga el tamaño que tenga, es un cortafuegos. Y también está sobre la mesa la posibilidad de que se empiece de una manera (con un préstamo al Estado) y por el camino se transforme en un crédito a la banca cuando las circunstancias lo permitan. Es decir, el salvamento solo sería deuda del Estado por un tiempo limitado.
Cesión de soberanía: A cambio, España e Italia han puesto sus cuentas públicas y su soberanía económica a disposición de Alemania. "Una estricta condicionalidad" es la clave para que el acuerdo funcione, en palabras del presidente del BCE, Mario Draghi. Y es que Merkel no estaba dispuesta a ceder sin algo (mucho) a cambio: "Ninguna prestación sin contrapartida", ha dicho. Los presupuestos, recortes de gastos, subida de impuestos, futuro de las pensiones... tendrán que seguir el guion que fije el núcleo duro de Europa. Más ajustes, en definitiva. Por supuesto, la banca se vigilará con lupa. Si no, vendrán las piedras en el camino.
Porque hay unas cuantas. Y los mercados las han visto antes que nadie. La Bolsa ha celebrado con subidas las decisiones de la Cumbre Europea, pero la prima de riesgo va por su cuenta. Los 500 puntos siguen estando demasiado cerca en el caso español. Es una fuerte bajada con respecto a los máximos cosechados estos días, pero sigue en territorio de lo inasumible a medio plazo. De hecho, la deuda irlandesa ha reaccionado mejor a las noticias y su rentabilidad ya está netamente por debajo de la española. ¿Por qué?
Vía libre a la desconfianza: Europa lleva una veintena de cumbres desde que empezó la crisis y todas iban a solucionar el problema de forma definitiva. Ninguna lo ha hecho hasta el momento. ¿Por qué la de esta semana iba a ser distinta?
El dinero ha visto cómo grandes declaraciones se han transformado en decisiones que nunca se tomaron; cómo se torpedeaba una cumbre desde un país clave (Alemania, normalmente) solo horas después de presentarla como totalmente resolutiva.
Miedo a los plazos: El principal temor del mercado es que la letra pequeña dé al traste con el optimismo. Los próximos días serán claves para saberlo, de ahí que nadie quiera cantar victoria todavía. El próximo plazo al que hay que estar atentos es el 9 de julio próximo. Ahí es cuando el Eurogrupo tiene que sacar adelante las decisiones adoptadas y ahí se sabrá qué papeles tiene en la mano y si van a servir para algo.
En el mejor de los escenarios, se acelera en la supervisión a la banca y la recapitalización directa desde Europa se acerca en el horizonte. En el peor, los plazos se retrasan hasta el infinito.
Las dudas sobre el MEDE: Estas siglas esconden el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate permanente que tiene que sustituir al temporal FEEF a partir de este domingo. Esa es la teoría, porque Alemania podría poner muchas pegas a su existencia. Amparado en el Tribunal Constitucional germano, el Gobierno teutón puede dilatar la ratificación del fondo y eso retrasaría todo lo aprobado esta madrugada. Si Alemania ha aceptado lo que no quería y ve que los países con problemas no son tan firmes en el control de sus cuentas como le gustaría, desde luego tiene la vía para vengarse.
Al final, todo vuelve a una cuestión de voluntad política. Con ella, en Europa se puede todo. Sin ella, es un castillo de naipes que se derrumba. Queda por ver cuánto durará esta vez y si dará tiempo para que la solución que España necesita se haga realidad.