Empresarios con crédito en tiempos de descrédito
Relato de lo difícil que es conseguir el 'sí' de los bancos
Es un círculo vicioso: los bancos no dan crédito, la falta de financiación ahoga a las empresas, estas despiden, el consumo cae tanto como sube el paro y los empresarios cierran porque no venden y nadie presta dinero. Ocurre todos los días en un país de más de cinco millones de parados y con cada vez más carteles de Se vende y Se alquila en las ventanas.
Pero hay veces en las que los empresarios escapan de la trampa aunque eso les obligue a ir al zoo con un bebé en los brazos y un frío que pela.
Jill Stribling (California, 1975) pedía a su marido que le dejara la casa libre los fines de semana. Si nadie te financia, hay que aprovechar los recursos. Y si eres profesora de inglés con tu propio método de enseñanza, tienes que dar las clases en casa. 67 críos por semana llegaban a pasar por el ático que la estadounidense comparte con su marido. Los fines de semana, los "más importantes" para el negocio, David tenía que levantarse pronto, salir por la terraza para no interrumpir las clases de su mujer y buscar un buen plan para pasar el día junto a su hijo. Hay una foto que resume bien esos años: él y Nico muy abrigados, en el zoo de Madrid. Algo tenían que hacer.
"El negocio crecía rápido", recuerda Jill. La familia también: en 2009 nació Olivia. "Llegó el momento de sacar el negocio de casa. Ya tenía tres empleados", cuenta la empresaria. Y tras un paso rápido por un local pequeño en un primer piso y con vecinos a los que les disgustaba el ajetreo de niños que cantan en inglés, la californiana alquiló un chalé donde podría dar clases a más alumnos y aumentar plantilla. La sede definitiva de English for Fun (Inglés por diversión) abrió en abril de 2011. Pero antes hacían falta 60.000 euros para reformar lo que ahora es una academia.
Un 12,3% menos
Los bancos hacía tiempo que habían dejado de conceder créditos. Desde 2008 hasta finales de 2011, los préstamos a empresas han caído un 12,3%, según datos del Banco de España que a Jill no hay que explicarle mucho porque lo ha vivido. "Fui primero a una caja importante", relata sin querer acordarse del nombre de la entidad. "Pedían todo tipo de garantías. Querían que avaláramos el préstamo con el negocio de mi marido y hasta la casa de sus padres, que contratáramos seguros de todo tipo... Me metí a hacer la obra antes de recibir el préstamo. Mi mejor amiga y mi madre me dejaron el dinero. También mi marido, de su negocio. Tuve la presión de que si salía mal, iba a hundir dos empresas, la suya y la mía". Jill acabó en Avalmadrid, una sociedad de garantía recíproca, de capital público y privado que facilita financiación a pequeños y medianos empresarios de Madrid. La avalaron en marzo de 2011 para que una entidad financiera concediera a la profesora un crédito de 60.000 euros a devolver en siete años con un interés del 3%.
"Ni así me daban el dinero", recuerda Jill. Al banco le pareció insuficiente la garantía de una empresa en la que el primer socio es la Comunidad de Madrid y pidió, como dice la profesora, "un aval para avalar un aval". Ya harta, Jill apareció a finales de junio del año pasado por la sucursal. "O me dan el dinero ya o me hunden el negocio, les dije", rememora la californiana. "Y a los tres días, me llamaron y me dieron el sí. Todo el préstamo se fue en la obra y en pagar los muebles". Las cosas no le van mal. English for Fun cuenta con 25 empleados y 400 alumnos semanales. "En los campamentos de verano tendré 600", añade. "Quiero 800, pero hay crisis".
La de Jill es solo una de las historias que se agolpaban el viernes en la junta de socios de Avalmadrid. Ahí estaban también otros que tuvieron que luchar por un préstamo. Como Manuel Reyes Revidiego, director general financiero del Instituto Tecnológico PET, y Luis Alfonso Cid-Fuentes, director general de Gómez, una empresa de contadores con negocio en España, Alemania y Turquía al que le preguntaron por el rescate bancario: "Siento envidia. A los empresarios nadie nos rescata".
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